El Palacio de Cristal ofrecía las viviendas más modernas de la época
Una cancha de tenis y un bar en la azotea, calefacción en el suelo y las paredes o un refugio antiaéreo eran algunas de las comodidades del Palacio de Cristal, un edificio funcionalista situado en el barrio praguense de Dejvice.
El Palacio de Cristal (Skleněný palác) no se suma a los edificios que llamen la atención a primera vista, pero en 1964 fue declarado monumento cultural protegido. El historiador de la arquitectura Miroslav Pavel explica la particularidad de este edificio, conocido entre los praguenses como Skleňák.
“El Palacio de Cristal me parece excepcional porque no acaba de encajar. El plan arquitectónico para la plaza Dejvická fue creado en 1926. A partir del "Kulaťák", que es el nombre popular de la plaza Dejvická, nos encontramos con estilos que reflejan la conciencia nacional, como el neoclasicismo y el estilo nacional. Skleňák se incluye en el funcionalismo checo, que fue excepcional. El arquitecto Podzemný creó una arquitectura que sigue los cinco puntos de la arquitectura moderna creados por el arquitecto suizo Le Corbusier. Esta excepcionalidad radica en que el edificio se levanta en una parcela que hace esquina y se abre completamente al entorno. Consigue interactuar con esa gran plaza y crear un punto dominante natural”.
El Palacio de Cristal obtuvo su nombre gracias al público entusiasmado con su arquitectura, en la que predominan las paredes de cristal, algo inédito en el barrio de Dejvice. El arquitecto Richard Podzemný diseñó el edificio al ganar un concurso del Banco Provincial. Su diseño logró conectar los dos polos de la época, afirma Miroslav Pavel.
“El primer polo consistía en resolver la necesidad social que existía aquí, especialmente el alojamiento de los más vulnerables socialmente. Al mismo tiempo, la clase media creciente quería un alojamiento representativo”.
El Palacio de Cristal dispone de un gran vestíbulo decorado con pinturas artísticas y vidrios grabados que representan animales. Los pisos superiores están comunicados con un ascensor, que a principio funcionaba con monedas. Los departamentos estaban equipados con muebles empotrados, aire acondicionado y calefacción. El hecho de que fuera uno de los edificios más modernos de su época lo demuestran los suelos radiantes en los departamentos, mientras que los cuartos de baño disponían de calefacción instalada incluso en las paredes. Además de cocinas y muebles empotrados, los propietarios disponían de un armario en los pasillos para el reparto de comida. Cada apartamento tenía incluso su propio teléfono asignado en la planta baja. Encima de los garajes subterráneos había un jardín comunitario, una pista de tenis y un parque infantil, que ofrecían a los inquilinos una interesante vida social. En la azotea con vistas al Castillo de Praga, había tumbonas para tomar el sol, duchas, una mesa de pingpong e incluso un bar.
“Ese es el último sueño de Le Corbusier. La casa como tal en la planta baja debe interactuar con su entorno y no ocupar demasiado espacio. En la azotea debería haber un segundo jardín o un espacio donde los residentes puedan pasar su tiempo de ocio”, señaló el arquitecto.
Como el edificio se construyó en una época en la que la guerra estaba presente, se incluyó un refugio subterráneo para todos los inquilinos. En caso de inundación, había una segunda entrada en el centro del jardín.
Actualmente, la planta baja del Palacio de Cristal alberga locales comerciales, un salón de bodas, oficina de información del distrito municipal Praga 6 y la Galería Skleňák, que exhibe el arte en las vitrinas del edificio para que los puedan admirar los transeúntes.
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