Sala Terrena, un refugio de la vida social checa en plena isla de Kampa
Luego de crear un centro maternal, la asociación civil de Barbara Šabachová abrió también en la isla de Kampa Sala Terrena, un bar comunitario que, además de organizar clases, conferencias y conciertos, ofrece bebidas a voluntad del consumidor y fomenta los lazos locales en una zona cada vez más turística.
Quienes paseen por la isla de Kampa podrán disfrutar uno de los destinos turísticos más emblemáticos de Praga y, al mismo tiempo, ver la cultura checa en todo su esplendor. Esto último, gracias, sobre todo, a un pequeño bar llamado Sala Terrena, ubicado en una casita en pleno parque de Kampa que suele reunir, cada día, a muchos checos, atraídos no solo por la cerveza sino también por conciertos, conferencias y muchas otras actividades culturales. Ese bar forma parte del Centro Comunitario Kampa (Komunitní Centrum Kampa), una asociación civil que funciona hace casi una década y creó también un centro maternal, tal como nos cuenta su fundadora Barbara Šabachová.
“El Centro Comunitario Kampa como asociación civil se fundó en 2005 y el motivo fue que se suponía que el Parque de Kampa iba a ser reconstruido en ese momento, entonces se reunió un grupo de personas a las que nos interesaba que el parque se quedara tal como está, es decir, que no sufriera cambios tan radicales”.
“Sala Terrena no es una taberna ni una cafetería. Yo prefiero verla como una sala de estar, un pequeño living público”.
Poco después de su fundación, un conocido les avisó de que el edificio donde funcionaba el taller de carpintería de una escuela Waldorf estaba por mudarse y, por lo tanto, la primera gran tarea de la asociación fue crear un lugar para los locales, más precisamente para las familias con niños, en el parque de Kampa, una zona en la que el turismo hace años que crece sin cesar. Es decir que, ya en 2006, abrió el centro maternal, una institución que forma y cuida a los niños pero, al mismo tiempo, recibe también a las madres en un complejo muy bien organizado en el que no faltan ludotecas, un cine club, talleres de teatro para niños, charlas y conferencias.
“Y luego este edificio llamado Sala Terrena estaba vacío, así que estábamos atentos a las licitaciones de Praga 1 que siempre solicitamos hasta que el alcalde dijo en un momento que nos lo prestaría para que pudiéramos expandirnos. Y como este espacio está abierto al parque, aquí se encuentran tanto las personas mayores como las familias con niños porque, al fin y al cabo, queda justo enfrente del centro maternal”.
Además de contar con un intenso programa cultural que incluye conciertos de música country y tertulias, una de las particularidades de Sala Terrena es que ofrece una gran variedad de bebidas cuyo precio queda a voluntad del consumidor. Pero, sin lugar a dudas, la esencia de este sitio que existe desde 2014 radica en el clima familiar que se respira tanto adentro como afuera porque todas las personas sin excepción terminan conversando y entablando vínculos. Y aunque Sala Terrena se convirtió, por lo tanto, en una especie de club social al que asisten, sobre todo, personas mayores o, incluso, de la tercera edad, el público es bastante variado y, de hecho, cuenta Šabachová que siempre aparece algún curioso atraído por la casa y su particular historia.
“Esto era una sala terrena, es decir, una casa de jardín y pertenecía al palacio Michna porque, en realidad, toda la zona de Kampa estaba dividida en jardines y huertos. Esta casa pertenecía, simplemente, a uno de esos jardines y, durante la guerra, los nazis tiraron abajo los muros, convirtiendo la zona en un parque de estilo inglés. Y recuerdo que, desde mi infancia, este edificio estaba vacío y abandonado. Justo al lado, había una zona de juegos para niños por lo que las familias con hijos solían venir y jugar mucho aquí, pero la casa en sí estaba cerrada”.
De hecho, recuerda Barbara Šabachová que, junto a su equipo, tuvieron que realizar un enorme trabajo de refacción y puesta a punto de esta pintoresca casa que hoy cuenta con un salón confortable, baños y hasta un angosto patio trasero que no está abierto al público. Verdadero refugio de la cultura local en plena isla de Kampa, cuenta Šabachová que, a veces, se producen en Sala Terrena mezclas dignas de ver.
“Claro, como estamos en pleno centro de Praga, a unos doscientos metros del Puente de Carlos, por supuesto que suelen venir algunos extranjeros, pero al mismo tiempo creo que ellos mismos, a menudo, entienden que es un espacio bastante diferente y orientado hacia los locales. Por ejemplo por el hecho de que el pago de lo que se consume es a voluntad de la gente. O sea que sí vienen también extranjeros y, al mismo tiempo, muchas familias bilingües que viven por Malá Strana, personas que tienen, por ejemplo, un padre francés y una madre checa, y eso va generando aquí una mezcla natural”.
También es cierto que, cada vez más, los turistas buscan, paradójicamente, sitios que sean lo más locales posibles y Sala Terrena puede ser muy llamativo también en ese sentido. De hecho, afirma Šabachová que si viajara al extranjero buscaría bares similares, aunque reconoce, al mismo tiempo, que no deja de ser un lugar especial en el que no todos los turistas llegan a sentirse cómodos. Y agrega que incluso algunos praguenses que van por primera vez pueden tardar un poco en acostumbrarse porque, en su opinión, no hay sitios así en la ciudad.
“Bueno, yo creo que desde siempre lo más natural en República Checa es que la gente se encuentre en las tabernas para tomar cerveza, pero esto no es exactamente eso, es más bien algo intermedio entre una cafetería y algo completamente distinto. No es un lugar común porque, por empezar, no tenemos precios, es un tipo de espacio diferente. Yo prefiero verlo como una sala de estar, un pequeño living público. Por otro lado, el hecho de que nos encontremos aquí ayuda a la gente cuando, por ahí, necesita algo. Una persona le dice a otra que tiene que resolver algo y este último le recomienda a un tercero que conoce y hace ese tipo de arreglos. Así se consiguen, por ejemplo, electricistas y plomeros de confianza. De hecho, aquí se suelen resolver muchos de esos problemas porque vienen artesanos y personas con destreza manual que saben hacer varias cosas. Y eso es algo que disfruto”.
Según Barbara Šabachová, a los checos no les gusta tanto salir en invierno. Sin embargo, asegura que, gracias al encanto del parque, apenas empieza a hacer buen tiempo y, sobre todo ahora en verano, se reúne mucha gente apenas salen del trabajo para verse y compartir un rato. Ella dice que Sala Terrena recupera un poco lo que era la antigua vida de pueblo porque incluso no dejan de circular varios chismes. Por otro lado, la inexistencia de precios fijos termina enfatizando algo que tal vez sucede, normalmente, en gran parte de Praga: la convivencia natural entre personas de muy distinto nivel económico.
“El criterio para decidir venir aquí a sentarme y conversar con la gente no puede ser si tengo o no tengo dinero”.
“A veces pasa que alguien no es tan justo con el pago, pero de pronto aparece otro que da más, o tal vez puede ocurrir que, en ese momento puntual, alguien no tenga dinero y, en ese caso, invitaré yo como sucede con una viejita que viene seguido y vive sola. Los que no tienen mucho dinero van a dar lo que puedan, aunque sea algo mínimo, pero luego vendrá otro que ponga un poco más, siempre se termina compensando. Es decir, el criterio para decidir venir aquí a sentarme y conversar con la gente no puede ser si tengo o no tengo dinero. Por ejemplo, cada día cuando abro a las tres de la tarde me espera un local llamado Milan que solo tiene en la vida a su perro y trabaja para una firma que cuida los espacios verdes de Petřín y Kampa. Él viene cada día a las tres y toma junto a su perro una cerveza, o sea, se toman medio litro de cerveza juntos”.
Al concluir la entrevista, Barbara Šabachová muestra una particular mesa de madera que realizó para Sala Terrena un egresado de bellas artes. Cuenta que, muchas veces, la gente mayor la mira sin entender de qué se trata, aunque, al mismo tiempo, se ponen a pensar al respecto y, al final, terminan valorando cosas que, de otro modo, jamás conocerían. Justamente, una de las grandes satisfacciones que le da su emprendimiento es ser testigo de esa hermosa conexión intergeneracional que rejuvenece a la gente mayor y ayuda a madurar a los más jóvenes.
