Con el corazón en Praga

Renáta Fučiková en pleno trabajo
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Además de ser una de las ilustradoras más importantes del país, Renata Fučíková escribe también los textos de sus obras, que incluyen varias biografías adaptadas de figuras como Carlos IV, Kafka, Dvořák y Santa Ludmila, una historia de Europa y un libro en formato cómic que recorre los distintos barrios de Praga. En esta entrevista, nos cuenta, entre otras cosas, su temprano comienzo en la lectura y por qué su técnica artística la llevó a sentirse tan cerca de Franz Kafka.

Portada de su libro sobre la Historia de Europa | Foto: Juan Pablo Bertazza,  editorial Práh

La ilustradora y escritora Renata Fučíková dice que se siente un poco como Leonardo DiCaprio: fue nominada en tres oportunidades al prestigioso premio Magnesia Litera, pero nunca pudo ganarlo. De todas formas, así como el actor finalmente obtuvo su primer Oscar en 2016 ella no pierde las esperanzas, aunque teniendo en cuenta lo rápido que aprendió a leer, la paciencia no parece ser su mayor virtud.

“Empecé bastante temprano, a los tres años, a esa edad empecé a leer y nadie en mi familia recuerda cómo fue eso posible pero probablemente fue leyendo poesía, conectando algunos sonidos con signos con la ayuda de las ilustraciones, pero nadie me enseñó a leer, a los tres años reconocía algunas letras y empecé a leer de manera espontánea”.

'Jan Amos Komenský – Comenius' | Foto repro: Magdalena Hrozínková,  Jan Amos Komenský – Comenius/Práh

Al descubrirla, su madre decidió comprarle obras cada vez más serias por lo que, a los cuatro años, Fučíková ya leía adaptaciones para chicos de mitos y héroes griegos como Perseo, Medusa y Ulises, que era su favorito. Luego siguió con algunos diálogos de Platón que empezó a leer sin entender nada y a costa de fuertes dolores de cabeza, aunque la curiosidad siempre la hacía avanzar. Lo gracioso es que, a los catorce años, mientras sus amigos empezaban a leer algunos clásicos, ella se entretenía con novelas rosas e historias de detectives muy sencillas porque, en algún punto, sentía que su cerebro le pedía descanso. De todas formas, Fučíková reconoce que sus primeros contactos con los libros se los debe, en parte, a su abuelo, un historiador y arqueólogo que, por ese entonces, estaba jubilado y podía pasar mucho tiempo con ella.

La ilustradora y escritora praguense Renáta Fučiková | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Él me subía a sus rodillas y me contaba todas esas historias como si fueran cuentos de hadas, es decir que no leía La Cenicienta, sino que absorbía, por ejemplo, las aventuras de Odiseo, pero también un poco de historia checa y universal, recorríamos el mundo con mapas mientras él me hablaba de islas y océanos, y supe de Latinoamérica antes de ir a la escuela”.

Crónicas de Narnia con sus ilustraciones | Foto: Juan Pablo Bertazza,  editorial Orbis Pictus

Además de esa fuerte influencia, su madre fue una destacada escultora, mientras que su abuela también desarrolló una importante carrera como pintora. Renata Fučíková no tiene dudas de que, en su momento, decidió estudiar ilustración pese a su interés en otras carreras como antropología, justamente por el clima artístico que mamó desde chica. Pero el caso de su madre es especialmente curioso porque su explosión artística coincidió con el difícil contexto del año 1968.

“Ella se convirtió en una persona no grata para el régimen por lo que ya no pudo trabajar libremente y nos tenía a mi hermana y a mí, que éramos pequeñas. Entonces se puso a restaurar cerámicas en algunos castillos, así que tuvo que viajar y en ese período la empecé a acompañar cuando tenía ya unos diez años y pasamos veranos muy agradables en distintos castillos donde mi madre trabajaba sin descanso. Pero mi hermana y yo éramos como pequeñas princesas, esa también fue una gran influencia en mi trabajo”.

Su libro dedicado a Ludmila | Foto: Juan Pablo Bertazza,  editorial Práh

Por ese entonces, Fučíková se la pasaba dibujando todo lo que se le apareciera en el camino. De hecho, trabajó durante quince años exclusivamente como ilustradora, dibujando, por ejemplo, algunos episodios de la Biblia o los siete volúmenes de Las Crónicas de Narnia. Sin embargo, con el cambio de milenio empezó a escribir sus propios textos. Tras colaborar para una editorial taiwanesa que editaba biografías de grandes personalidades como Gandhi y Einstein para niños, llenas de imágenes y con muy poco texto, se le ocurrió llevar ese formato a su país. Cuenta que, en ese momento, los checos solían comprarles a sus hijos libros con mucho texto, por lo que realmente significó una novedad la aparición en el mercado de una serie de obras llenas de ilustraciones sobre grandes figuras checas.

Por ejemplo, nuestra personalidad más destacada de todos los tiempos, que es el rey Carlos IV, fundador del famoso puente y emperador del Imperio Romano en el siglo XIV. Fue un trabajo muy agradable plasmar en imágenes la belleza de esa época. Utilicé el estilo de los manuscritos medievales y ese primer volumen lo escribió un colega, pero luego me di cuenta de que estaba en condiciones de hacer todo el libro sola”.

Portada de su libro sobre Franz Kafka | Foto: Juan Pablo Bertazza,  editorial Práh

Con la idea de que hacerlo sola podía llegar a mejorar el resultado de su trabajo, Fučíková realizó el segundo libro de la serie dedicado al primer presidente de Checoslovaquia, Tomáš Garrigue Masaryk, que se convirtió en un éxito. Luego siguió con Comenio, Santa Ludmila, que es su personalidad favorita, y una impresionante historia de Europa de casi quinientas páginas que demandó tres años de trabajo e incluyó 150 ilustraciones. Con cada vez más experiencia y renombre, Fučíková retomó un viejo proyecto de hacer una biografía de Dvořák que terminó siendo traducida al inglés y al coreano, además de convertirse en una exposición que viajó a varios países del mundo como España y Brasil. Pero para el público extranjero su libro más emblemático tal vez sea Praga en el corazón, una antología de 189 historias sobre la capital checa que combina, por ejemplo, los orígenes industriales del barrio de Karlín, el destacado papel de la Radio Checa en la primavera de 1945 y la primera mención de Praga por parte de un cronista judío del siglo X llegado de Al-Ándalus.

Portada de su libro Praga en el corazón | Foto: Juan Pablo Bertazza,  editorial Práh

“Este libro tiene una historia interesante porque empecé a pensar en Praga estando afuera, de viaje, y como empecé a extrañar a mi ciudad, se me ocurrieron algunas historias de fantasmas que no me llegaron a convencer, entonces cambié de opinión y decidí contar lo que realmente había ocurrido, que era muy interesante: me puse a leer todo lo relacionado con nuestra historia y empecé a hacer una especie de mosaico con todos los barrios de Praga”.

Durante ese trabajo, Fučíková terminó de entender la fuerza narrativa del centro histórico de Praga, donde vive hace veinte años, pero también la cantidad de historias interesantes de muchos otros barrios que merecían ser contadas. Con formato de cómic, el libro está dirigido mayormente a un público juvenil, aunque pueden disfrutarlo tanto los locales como los extranjeros ya que aparecen sitios muy turísticos junto a escenarios menos transitados y episodios no muy conocidos de la rica historia praguense. Las ilustraciones fueron realizadas mediante esgrafiado, una técnica artística de raspado que capta muy bien la atmósfera misteriosa de Praga.

Sus libros sobre el Antiguo y Nuevo Testamento | Foto: Juan Pablo Bertazza,  editorial Albatros

“Cuando raspo sale mucho polvo y la cara se me pone negra, usé esta técnica para el libro Praga en el corazón y luego también para el libro de Kafka y eso es interesante porque cuando estaba terminando esa obra no podía respirar: era la parte en que Kafka estaba muriendo de una afección pulmonar y yo sentía algo parecido a él, porque estaba completamente cubierta de ese polvo negro”.

No hay dudas de que Kafka es el símbolo literario más trascendente de Chequia, país que, tal como menciona Fučíková, está ubicado en el corazón de Europa, por lo que Praga vendría a ser algo así como el núcleo del corazón, es decir, el mismísimo centro del viejo continente. Un órgano que late toda hora, a tal punto que Fučíková asegura que el ritmo de la ciudad marca el pulso de su obra.

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