Una cantante checa que apuesta por el español
Aunque su padre uruguayo quería que estudiara arquitectura y su madre eslovaca pretendía que fuera médica, Paola Panizza siguió su deseo de cantar. Hoy, a pesar de todos los obstáculos, resiste la pandemia con ideas innovadoras y mucho ritmo.
La artista Paola Panizza ve cuestiones muy positivas y otras no tanto en el interés que, desde hace un tiempo, los checos muestran por el idioma español. Por un lado, celebra que les guste y que algunos decidan estudiarlo aunque, al mismo tiempo, lamenta que, en el plano musical, el contacto más importante con esa lengua sea a través de “Despacito” y otras canciones de reggaetón, un género que ella detesta porque impide que se escuchen otros estilos, a su entender, más valiosos. Con un amplio recorrido en festivales independientes de Praga y otras ciudades de Europa, Paola Panizza quiere aprovechar su nivel de español para incorporarlo a su música.
“Yo hablo español desde chica porque mi padre es de Uruguay, de Montevideo, aunque ahora como no tengo con quién hablar no lo hablo tanto como antes. Pero, de vez en cuando, viajo a Colombia porque mi padre está viviendo en Bogotá, entonces ahí lo hablo un poco pero necesitaría practicar más”.
Aunque su padre quería que ella se dedicara a la arquitectura como él y su madre intentaba convencerla de que estudiara medicina, Paola Panizza se sintió atraída desde muy joven por el arte: empezó con el baile y luego su camino continuó con la música.
Gracias a que su madre conoció a su primer marido, también uruguayo, en Rusia, se fue a vivir un tiempo a Uruguay donde, luego de divorciarse, conocería a su padre. Poco tiempo después, alrededor de 1989, su mamá se volvió a Checoslovaquia obligando al padre de Paola Panizza a tomar una decisión.
“Mi padre se vino porque estaba muy enamorado de ella: rubia, eslovaca… entonces se vino también a Praga y estaban buscando trabajo y, como los dos hablaban español, les dieron un trabajo como locutores en Radio Praga y siempre cuando hablamos de la historia de ellos tienen muy buenos recuerdos de Radio Praga”.
Paola Panizza nació en Praga pero además del idioma español le interesa también la cultura latinoamericana. De hecho asegura que uno de los momentos que motivaron su deseo de dedicarse a la música fue la primera vez que escuchó un tango electrónico gracias a una famosa banda de músicos uruguayos y argentinos.
“Bajofondo Tango Club, lo empecé a escuchar a los 16 años durante mi primer viaje a Uruguay, Montevideo. Creo que, sentados en algún restaurante, de repente escuchamos esa música de Bajofondo y yo le dije a Guillermo, mi padre, eso es tango pero electrónico, qué bueno. Y le fuimos a preguntar al mozo qué era y él nos dijo y enseguida compramos el cd”.
En realidad, lo que más le interesa a Paola Panizza es combinar varios idiomas: el checo, por supuesto, pero también el español y el inglés. Como artista, la pandemia no hace más que generar múltiples obstáculos en sus planes de grabación y conciertos. Sin embargo, ahora trata de concentrar sus energías en grabar “Hipnotizado”, una canción con ciertos elementos de tango electrónico, inspirada tal vez en aquella primera escucha de Bajofondo.
“Porque yo normalmente en mis textos hablo de cosas trascendentales, espirituales, pero esto lo quise hacer un poquito más comercial, entonces el tema del videoclip es una chica que se levanta en un hotel todavía con el maquillaje después de una fiesta, se ve que había un tipo ahí y se fue porque “mesmerized” quiere decir hipnotizado, entonces ella va hipnotizando a los hombres con sus letras y su baile”.
A lo largo de los años, Paola Panizza ha usado varios nombres artísticos. Asegura que no tiene un estilo determinado porque siempre le interesa buscar algo nuevo: por ejemplo, empezó cantando ópera y luego hizo música electrónica, psicodélica, house, funk. De hecho, está por terminar un libro de poemas que se va a llamar, precisamente, “Transformación” y, en cuanto a lo musical, ahora mismo está tratando de seguir un nuevo rumbo.
“Entonces, ahora estamos haciendo este proyecto nuevo que se llama True Religion con mi amiga Vanilla Jane, cantante, y nos estamos identificando mucho con un estilo neochamanista. Porque a mí me gustan las canciones que hablan y protegen la naturaleza pero también algo más moderno y electrónico, y a una canción le hicimos un videoclip que grabamos en las montañas de Noruega”.
La canción a la que se refiere se llama “La jungla” y utilizaron el didgeridoo, un instrumento musical usado por los aborígenes de Australia. Así como le gusta combinar varios idiomas en una canción, a Paola Panizza le atrae la idea de mezclar letras ligadas a la naturaleza con ritmo electrónico y cierto toque de exotismo. A pesar de todas las dificultades que trajo la pandemia asegura que, en ese sentido, los resultados son más que promisorios. Incluso porque está logrando algo que, un tiempo atrás, parecía imposible: que sus padres se empiecen a interesar por su música.
“La electrónica a mis padres nunca les gustó mucho, bueno a mi padre le gustaba Bajofondo pero porque era tango. Mi mamá siempre me decía que le dolía la cabeza con la música que yo escuchaba y mi padre también, él era más de Bee Gees, entonces en el principio no les gustaba mucho pero las últimas canciones que hice, que son diferentes, ya les gustaron. Mi madre estuvo en el cine donde estrenamos cuatro videoclips y le gustó mucho pero antes mis padres no estaban conformes con mi carrera”.
Paola Panizza atribuye el cambio de actitud de sus padres a dos grandes razones: que, con los años, ella fue mejorando y puliendo su talento pero, sobre todo, que a esta altura del partido ellos ya se convencieron de que ella, cueste lo que cueste, lo va a seguir intentando.