Club Mánes: Más de 10 años enseñándole a los checos a bailar salsa

Checos disfrutando de la salsa en Mánes

Salsa en Praga se dice Mánes. Los fanáticos del ritmo tropical acuden en masa todos los viernes a las fiestas en ese céntrico club capitalino, ubicado a orillas del río Moldava, encuentros que ya son toda una tradición y en las que se mezclan latinoamericanos, turistas y checos.

Hace casi once años se realizó la primera fiesta latina en el Club Mánes. En todo este tiempo, sólo las graves inundaciones de 2002 han logrado detener la salsa, ya que entonces, el club estuvo cerrado por casi dos meses. Pero aparte de ese paréntesis, la fiesta no ha cesado en este lugar.

Los responsables son Ramón Altamirano y Marcos Alemán, dos nicaragüenses radicados en Praga hace varios lustros, quienes a comienzos de 1997 dieron el puntapié inicial a unas fiestas denominadas Tropicana.

La idea, según Altamirano, era que los latinos tuvieran un lugar propio donde reunirse y poder disfrutar de la música que les gusta. Y el lugar elegido fue Mánes, que con su arquitectura funcionalista y su torre vieja, que se alza sobre el río, es uno de los puntos más fotogénicos de la ciudad.

“Eso fue a comienzos del año 97. La idea era tener un lugar a donde pudiéramos ir los latinos a disfrutar, a bailar, donde hubiera música latinoamericana. Pero lo principal era tener un lugar donde pudiéramos ir sin ningún problema, donde nos reuniéramos los latinoamericanos. Entonces había que tener un lugar céntrico, que fuera amplio, un lugar para bailar, y que los precios no fueran tan elevados”, sostiene.

Claro, como la idea era un punto de encuentro de la comunidad latinoamericana expatriada, al principio venían pocos checos, pero eso fue cambiando con el tiempo, según Altamirano.

“Al principio venían más que nada latinoamericanos. Después, con el transcurso del tiempo, empezaron a llegar más checos. Ahora, la mayoría de los que vienen aquí son checos y checas y también turistas a los que les gusta la salsa, que tienen alguna relación con el baile”.

Marcos Alemán destaca que Mánes, además de ser un club nocturno, un museo y un bar restaurante de dos ambientes con terraza en verano, era y es un lugar de reunión de la cultura checa, con una historia que se remonta al año 1887, cuando fue fundado el Club de Artistas Mánes. Desde entonces, es protagonista de la historia del arte del país.

“La idea en la realidad de Ramón Altamirano fue de buscar un local para reunir a la masa latina que vive en Praga. Entonces, viendo bien, Mánes nos pareció un lugar ideal, porque Mánes fue durante el comunismo y antes, y sigue siendo, un centro cultural. Aquí se reunían antiguamente los escritores, los pintores de la República Checa. Entonces, traer acá lo que es el folclore latinoamericano, y la salsa lo es, salió de una manera muy perfecta”.

Marcos Alemán agrega que en sus inicios, los checos venían más a mirar que a bailar, ya que no conocían la salsa y quizás no se atrevían. Pero que todo cambió cuando comenzaron a hacer cursos del baile.

“Surgió la idea de comenzar a hacer cursos de salsa, entonces se nos integró gente como Javier Benavides, de Colombia, y Rubén Peguero, de República Dominicana, profesores de salsa. Y entonces estos cursos comenzaron a darle más fuerza a la salsa, porque la gente ya no venía a encontrarse aquí, hablando de los checos, sino que también tenían la oportunidad de venir a aprender a bailar salsa, porque al comienzo la gente observaba nada más y tenían pena y tal vez quizás miedo, no sé”, sostiene.

Gracias a los cursos, los checos se fueron animando y ahora, incluso, bailan casi con más ganas que los latinos, agrega Marcos.

“Ya con los cursos se fueron soltando, le fueron tomando el gusto a la salsa, se pusieron a la par con los latinos y ahora los checos que vienen a Mánes ya es gente que ha agarrado la salsa y que ahora, pues, bailan mucho mejor que los latinos”, enfatiza.

Mánes es el único lugar donde se puede bailar salsa que ha sobrevivido tanto tiempo, explica Ramón Altamirano. Ha habido otros clubes, pero han cerrado, cuenta. Mánes, sin embargo, se mantiene.

“Ha habido un sinnúmero de clubes que han abierto, han estado un año, dos años, y después, desgraciadamente, han cerrado. Nosotros, gracias a Dios, hemos tenido siempre clientes. Ya cumplimos los diez años y creo que la gente ya está acostumbrada a venir a este lugar”, indica.

Rolando Pitti, panameño, trabaja en Mánes desde 1997, y cree que el secreto de la estabilidad y de la permanencia de las fiestas de salsa en el club está en los precios y en el ambiente que se genera.

“Nosotros siempre hemos aguantado, pero yo creo que principalmente es por el precio de entrada, 50 coronas, dos euros, en diez años nunca ha cambiado, ha habido inflación, ha habido un montón de cosas, pero el precio se ha mantenido, es barato, y las bebidas, la cerveza y todo, también barato, y el ambiente es familiar, la mayor parte de la gente que viene aquí se conoce”, cree.

Y si el cliente es nuevo, pues se le da la bienvenida y se le trata bien, para que vuelva, sostiene Rolando Pitti.

“Siempre hay una especie de cultivación de los nuevos clientes. Con los cursos que se realizan siempre se va cultivando nueva gente, olas de personas a las que les interesa la cultura del baile y todo, y así vamos criando, por así decirlo, una nueva clientela”, puntualiza.

Quienes tienen un protagonismo fundamental en el éxito de Mánes son los profesores de salsa. Rubén Peguero es uno de los pioneros en la materia, ya que baila y enseña los ritmos tropicales en Praga desde hace más de diez años. Él dice que antes de enseñar salsa en Mánes, venía a bailarla, porque era un asiduo más.

“Bueno, estoy aquí casi desde el principio, porque Mánes fue una de las discotecas que comenzaron con el auge de la salsa en Praga así que al comienzo veníamos a compartir con los muchachos, a bailar, así que somos parte de Manes desde el principio”.

Peguero le ha enseñado los movimientos básicos de la salsa a más de dos mil checos, en todo este tiempo, un número considerable. A la mayoría de ellos les ha dado clases en Mánes.

“Mánes ha demostrado ser uno de los lugares más estables para la salsa aquí. Al principio venía poca gente pero los muchachos tuvieron paciencia y siguieron en esto y hace como siete años que funciona bien, normalmente, la gente viene, y en todo este tiempo ha tenido un auge”, puntualiza Rubén Peguero.

Marvin Jarquín, también nicaragüense, es cliente de Mánes desde sus inicios y ya es parte del inventario del club. Son pocos los viernes que falta a su cita con la salsa y explica su teoría de por qué Mánes se mantiene arriba.

“Es uno de los pocos clubes donde se comenzó a bailar salsa o se comenzó a conocer, de parte de la gente checa, lo que es la cultura latina en el aspecto de bailar salsa. Mánes despertó el interés de los checos que les gusta bailar salsa a iniciarse en los ritmos latinos”, cree.

Eva es una sonriente rubia que acude periódicamente a Mánes, donde aprendió a bailar salsa, y destaca las bondades del lugar, que para ella son muchas.

“Vengo a Manes desde hace como cinco años. Como estudié español y Mánes es muy conocido en el ambiente latino de Praga, me hablaron de un lugar donde se podía bailar salsa y vine a probar. Me gustó mucho, la gente es muy simpática, así que vengo a menudo. Además, el lugar es muy lindo, con el río que pasa por debajo, muy romántico”, enumera Eva.

Para Marcos Alemán y Ramón Altamirano, la fórmula del éxito de Mánes es simple: darle a la gente lo quiere, que es la salsa.