El amor llevó a sus abuelos a Argentina
En esta ocasión nuestro entrevistado no será un hispanohablante residente en la República Checa. Preguntamos Hola, ¿cómo está? a Olga Vašek Krajčovič, checo-argentina, radicada en la ciudad de Resistencia, en el Chaco. A pesar del poco tiempo libre del que le permite gozar su trabajo en la universidad, intenta visitar regularmente un curso de checo para recuperar el idioma que hablaban en casa sus padres y no perder el lazo que la une con el centro de Europa.
“Mis abuelos de parte paterna eran de una región que después de la división quedó en la República Checa, específicamente de la zona de Ostrava, de Frýdek-Místek. De parte materna eran de Eslovaquia, en particular de una aldea que se llama Merašice, cerca de Trenčín”.
¿Sus parientes todavía viven allá?
“Sí, sí, por supuesto. Los hemos visitado. Incluso hace dos años un pariente de parte de mi padre del cual ya habíamos perdido contacto se contactó con nosotros, vino a conocernos. El año pasado yo estuve en la República Checa y fui a verlo y a conocer el resto de la familia que todavía no conocía”.
¿Ahora mantienen contacto? ¿Un contacto epistolar?
“Sí, a través de cartas, de e-mails hoy en día y teléfono”.
¿Le gusta esa región de Moravia del Norte? ¿Qué impresión le dio cuando la visitó por primera vez?
“Cuando la visité por primera vez hace diez años me impactó. Ahora, el año pasado es como que la vi con muchas fábricas abandonadas, desde el punto industrial un poco más abajo”.
¿Cuándo vinieron sus abuelos a Argentina?
“Más o menos entre 1932 y 1935”.
¿Fue por la crisis económica que vinieron?
“Sí. En realidad mis abuelos tanto de parte materna como de la paterna habían venido antes. De parte de mi madre mi abuelo había venido a hacer América por la crisis económica. Tiempo después vino mi abuela siguiendo a su marido y dejó a todos sus hijos en Checoslovaquia en aquella época. Cuando iba a nacer mi mamá para que no sea argentina, regresaron a Checoslovaquia. Y después vino la Guerra y ellos se fueron con toda la familia. De parte de mi padre fue realmente una historia de amor. Mi abuelo trabajaba en el campo que era de los padres de mi abuela. Los dos se enamoraron. Para que ella no se casara con mi abuelo, que era un peón, la mandaron a Argentina. Y mi abuelo se vino detrás. Finalmente terminaron juntos”.
¿Y por qué entonces sus antepasados eligieron Argentina? ¿Por qué no fue otro país de América?
“No sé porque. Mi abuelo materno fue primero a Texas, EE.UU., donde estaban plantando algodón y donde la mayoría de los emigrantes iban, pero creo que estuvo muy poco tiempo y se vino directamente a Argentina”.
Ud. aprendió a bailar tradicionales danzas checas, ¿verdad?
“Un poco”.
¿Qué danzas?
“En particular la ´beseda´, que era el baile original, tradicional”.
¿Y lo baila hasta hoy?
“No, porque ya está olvidado, pero estamos buscando maestras que nos refresquen la memoria para poder seguir enseñándolo a los niños. Lo que sí mantenemos mucho, en mi hogar particularmente, son las costumbres sobre todo para la Navidad, con respecto a las manzanas cortadas, la nueces, la miel con el pan y el ajo, y con respecto a las comidas”.
¿Ud. tiene un traje tradicional checo, un “kroj”?
“Sí, tengo un ´kroj´. A pesar de que no es el original que usé cuando bailé la ´beseda´ por primera vez. Ese era heredado de mi abuela. Como se prestó y se perdió, no nos lo devolvieron hace dos años aproximadamente, mi mamá me hizo el ´kroj´ conservando lo único que quedaba del original que era una de las polleras y teniendo como modelo el ´kroj´ que usaba mi abuela y además un mapa que yo traje de la República Checa y Eslovaca con los trajes de las distintas zonas”.
¿Siente la sangre checa en sus venas?
“Absolutamente. Sí”.