‘Moravia’: una novela argentina protagonizada por checos
La novela ‘Moravia’, del escritor Marcelo Luján, recientemente publicada por la editorial El Aleph, es una historia protagonizada por exiliados checoslovacos en la Argentina de Juan Domingo Perón. Se trata de una tragedia que nace de la venganza de un inmigrante que retorna a su país de incógnito para demostrarle a su familia que ha triunfado en la vida.
Casi todos los personajes de la novela son moravos, forzados al exilio por la miseria o por la Segunda Guerra Mundial, y confluyen en un perdido pueblo infernal de la pampa argentina, que es tan pequeño que ni siquiera aparece en los mapas.
La novela se iba a llamar originalmente ‘Checoslovaquia’, pero un hecho de último minuto convirtió ese libro en ‘Moravia’, comenta al teléfono desde Madrid, donde vive, el escritor Marcelo Luján.
“En septiembre del año pasado fui invitado a un festival de literatura negra en un municipio al sur de París y coincidí con Paco Ignacio Taibo, a quien conozco de la Semana Negra, porque él es un gurú del género, una persona a la que admiramos muchísimo. Entonces charlando nos pusimos a contar en lo que estábamos trabajando o las próximas publicaciones que teníamos. Yo le conté a Paco que iba a salir ahora en El Aleph una novela que iba un poco de la anécdota de ‘El Malentendido’, de Albert Camus, que esta era una nueva versión, recontada, implantada en la Argentina peronista de los años 50, con la inmigración europea”.
Quiso el destino que a Paco Ignacio Taibo le interesara mucho la futura novela de Luján, pero no tanto su antiguo título, que consideraba equívoco, continúa relatando el autor de ‘Moravia’.
“A Paco le interesó mucho la trama, lo que le estaba contando y la idea que yo tenía. Y por supuesto cuando se la narraba siempre le explicaba que los personajes principales eran todos checos, inmigrantes de clases altas y clases bajas, que era lo que yo quería trabajar, la lucha de clases, pero todos checos y fuera de lo que fue Checoslovaquia. Al día siguiente yo estaba en una sesión de fotos y Paco Ignacio Taibo entra, interrumpe y me pregunta, de la nada: Marcelo, tus checos de dónde son. A mí me sorprendió porque claro, era una pregunta para la que yo tampoco tenía una respuesta inmediata. No lo habíamos hablado y ni siquiera la esperaba. Yo le dije: son moravos. Cuando salí de la sesión fotográfica, me estuvo charlando y me dice: te voy a dar un pequeño consejo, tú analízalo, piénsate este título. Y me dice Moravia”.Pasar de Checoslovaquia a Moravia no fue tan fácil, había algunas trabas legales y contractuales, agrega Marcelo Luján.
“A mí me sorprendió, es que Paco, yo no sé si el editor querrá, ya me la compraron con ese nombre imagino que tendrán un proyecto y una idea y les gustará el título comercialmente. Ya, pero es que Checoslovaquia… ¿Cuál es la diferencia?, le pregunté. Pues mira, Checoslovaquia, a nosotros los occidentales, nos remite mucho a los países del Este y la novela no va de eso y tal. Me parecieron razones muy importantes las que me dijo y a mí me gustó y además viniendo de parte de él lo tomé como un regalo, has visto que la dedicatoria de la novela genera eso, porque Paco Ignacio Taibo es para nosotros un maestro, en muchos sentidos. Lo propuse a la editorial y la editorial aceptó. La novela dejó de llamarse Checoslovaquia para pasar a llamarse Moravia”.
Y aunque en sus páginas se le profesa un gran amor al país de origen de los personajes, y algunos párrafos están incluso escritos en checo, al final la protagonista femenina llega hasta a renegar de sus orígenes checos.
“Hombre, cuando lo escribí jamás pensé que me iban a llamar de Radio Praga, jamás. Pero yo creo que un checo en definitiva podría evaluar la novela y decir, pues mira, el personaje, en la ficción, esa mujer: ¿en qué momento odia Checoslovaquia? En un momento crítico de su vida, en un momento absolutamente duro y cruel de su vida. En el fondo ella es checa y en el fondo lo más importante para ella es Checoslovaquia. Y todo el tiempo ella tenía mucha ilusión de poder hablar con su suegra en checo. Su suegra a la que no conocía. Eso es algo que yo trabajé muchísimo porque el desenlace de la novela se produce cuando ella, que no tiene armas en español, le dice mira, yo soy la mujer de tal, se lo dice en checo, cuando ya no podía decir nada. Ese momento lo venía trabajando mucho en la novela y yo creo que Checoslovaquia está más homenajeada que insultada, es mi opinión. Y el odio que dice ella es muy puntual y en un momento muy crítico de su vida”.Checoslovaquia, además, es un leit motiv recurrente a lo largo de toda la novela.
“Has visto que hay capítulos donde se repasa un poco la historia de este país, Checoslovaquia, que a mí me parece precioso, porque es un país con una vida muy cortita, desde finales de la Primera Guerra Mundial hasta después de la caída del muro. Yo tenía un compañero del colegio, de mi barrio, que era nieto de checoslovacos, así que siempre le tuve un cierto cariño. Pero sí entiendo que la posición checa en la Segunda Guerra Mundial pues tiene sus dudas, porque fue una invasión media extraña con un poco de beneplácito del Gobierno. Por algún lado, mis personajes sufrieron esas consecuencias. Yo siempre rescato que ellos no eran judíos, por ejemplo, pero aún así tuvieron que abandonar su país, por las situaciones que estaban ocurriendo”.
Porque toda la trama argumental gira en torno a las relaciones de estos moravos en el extranjero.
“En ese sentido el inmigrante, la persona que se va a vivir al extranjero, yo lo sé en carne propia, aunque su país es lo más importante siempre tiene alguna queja hacia su tierra. El que se va a vivir al extranjero, por decisión personal, no hablo de la gente que se fue por problemas políticos, siempre tiene alguna queja hacia su país, como si por algo se tuvo que haber ido. Eso yo también lo intenté trabajar, el tema de la inmigración me interesa muchísimo y se puede tomar desde muchos puntos de vista: hay migraciones económicas, políticas, las guerras del siglo XX también influyeron mucho”.Marcelo Luján, que nunca ha visitado la República Checa ni habla el idioma, usó libros de historia para no incurrir en errores.
“Yo no conozco la República Checa. Nunca fui, todo lo que puse en la novela lo estudié, porque aparte es precioso lo que ocurre con el país en términos históricos. Es muy llamativo y tampoco es tan difícil. Así que yo intenté darle una vuelta por ahí y siempre, cuando estaba escribiendo, intentaba no meterme en jardines complicados, hasta donde yo creía que sabía. Porque no tengo conocimientos y porque tampoco es el germen de la novela. No deja de ser algo referencial, en el sentido histórico”.
Lo otro que le interesó destacar a Marcelo Luján fue los distintos antecedentes familiares de sus dos protagonistas, el marido que regresa para vengarse y la esposa dócil que lo acepta y acompaña, pero no lo entiende.
“Los personajes son checos y cada uno tiene su modo de ver su país. No te olvides que son dos familias que vienen de dos clases completamente opuestas, eso es lo que yo quería remarcar, porque el Cono Sur, puntualmente, es una de las pocas regiones del mundo en donde se han casado descendientes de familias ricas con descendientes de familias pobres. Eso es difícil de que ocurra, ahora mismo, en la Europa de la inmigración, no se suelen mezclar. Pero en Argentina, Chile y Uruguay, donde la inmigración tuvo un papel fundamental, sí. El ser extranjero era algo superestructural, ya no importaban tanto las clases sociales. Y yo eso lo intenté dejar marcado. De un país tan pequeñito, dos familias completamente diferentes, porque los padres de él eran campesinos, consiguen que sus descendientes se casen”.
Ahora, mientras disfruta de las positivas y generosas reseñas que está teniendo su novela, que más que una historia policial es una tragedia de dimensiones griegas, Marcelo Luján sueña con su traducción al checo, país que no conoce pero hacia el que guarda una enorme deuda de gratitud: el haberle proporcionado los personajes y la trama de ‘Moravia’.