Reyes efímeros, hidalgos irresponsables y depredadores

El Reino de Bohemia pasó a principios del siglo XIV por una profunda crisis. Con el asesinato del rey Venceslao III, en agosto de 1306, se extinguió en línea masculina la dinastía real de los Premislitas. Ya que no había un heredero varón, el trono checo se convirtió en objeto de reñida disputa internacional.

Bula de Oro Siciliana
La Bula de Oro Siciliana, emitida en 1212 por el soberano del Sacro Imperio Romano, Federico II, reconocía a la nobleza checa el derecho de elegir a su rey.

Sin embargo, después del asesinato de Venceslao III nadie en el país sabía a quién le correspondía ceñir la corona checa.

No había heredero varón, pero un decreto de los tiempos del monarca Přemysl Otakar II estipulaba que en caso de necesidad incluso una mujer podría ser llamada a subir al trono.

En la dinastía de los Premislitas había varias posibles herederas: Kunhuta, abadesa del convento de San Jorge, en el Castillo de Praga, y las cuatro hermanas del monarca asesinado.

Hasta aquel entonces, ninguna mujer aún había gobernado el Reino de Bohemia. Esa circunstancia fue un obstáculo insuperable para que una de las herederas de la casa real de los Premislitas subiera al trono.

La mayoría de los hidalgos checos se inclinó entonces por la siguiente solución: en el trono del Reino de Bohemia se sentaría Enrique de Carintia, esposo de Ana Premislita, una de las hermanas del asesinado Venceslao III.

Asesinato del rey Venceslao III
Enrique de Carintia fue proclamado rey checo en septiembre de 1306.

Al soberano del Sacro Imperio Romano, Alberto de Habsburgo, le llegó con retraso la noticia del asesinato de Venceslao III. Envió a Praga rápidos mensajeros con el recado de que no eligieran otro rey que su hijo Rodolfo de Habsburgo.

Los nobles checos no obedecieron. La Bula de Oro Siciliana les daba el derecho de escoger libremente a su soberano.

Alberto de Habsburgo estaba determinado a conseguir la corona checa para su hijo costase lo que costase. Era un hombre ducho en manejos políticos y así logró su objetivo en apenas seis semanas.

Desde el sur avanzó en dirección a Praga el ejército de su hijo Rodolfo y desde el oeste las tropas del propio Alberto de Habsburgo.

De cara a la invasión de los Habsburgo, los nobles checos desertaron en masa de la corte praguense de Enrique de Carintia, al que apenas hacía un mes habían prometido fidelidad.

Unos hidalgos por miedo y otros sobornados pasaron al bando de los Habsburgo. El rey Enrique de Carintia, abandonado por la nobleza checa, huyó una noche de octubre de 1306 con su esposa Ana Premislita hacia Tirol.

Rodolfo de Habsburgo
Aconsejado por su padre, Rodolfo de Habsburgo se presentó a los nobles checos como un hombre generoso. Les prometió numerosos privilegios, pero con la intención oculta de jamás cumplir ninguna de las promesas después de ceñir la corona checa.

La nobleza checa ofreció a Rodolfo la mano de la princesa Elisa Premislita, pero el hombre se enamoró a primera vista de la guapa y encantadora viuda del rey Venceslao II, madrasta del asesinado Venceslao III.

El 16 de octubre de 1306 se celebraron la elección de Rodolfo de Habsburgo al trono checo y su boda con la viuda de Venceslao II, de 17 años de edad.

Al pueblo no le agradó el nuevo rey. Era hijo del impopular Alberto de Habsburgo del que circulaban rumores de que había mandado asesinar a Venceslao III, último soberano de la dinastía de los Premislitas.

Rodolfo de Habsburgo era frío y tacaño. Los vecinos de Praga le apodaron “rey tendero”. Hay que reconocer, sin embargo, que pagaba concienzudamente las deudas de la Corona.

El Habsburgo era un hombre achacoso. Por razones dietéticas se alimentaba de gachas. El pueblo lo atribuía, sin embargo, a su tacañería, dando al monarca el apodo burlón de “Rey Gachas”.

El enfermizo Rodolfo, que no tenía descendencia, no daba la garantía de que se mantuviera el gobierno de los Habsburgo en el Reino de Bohemia. Así su astuto padre hizo gestiones para conservar el trono checo en familia.

Con una hábil maniobra logró que los nobles checos aceptaran una nueva disposición sobre el orden sucesorio:

Si Rodolfo falleciera sin descendencia, subiría al trono checo uno de sus hermanos. Alberto de Habsburgo tenía seis hijos varones.

Cabe destacar, sin embargo, que no todos los nobles checos se habían plegado a los Habsburgo. Un grupo de hidalgos del sudoeste de Bohemia no reconocían el gobierno del rey Rodolfo. Defendían que las princesas de la dinastía de los Premislitas eran verdaderas reinas y que la corona real pertenecía al esposo de Ana Premislita, el destronado Enrique de Carintia.

En el verano de 1307, Rodolfo de Habsburgo inició una campaña militar contra los rebeldes. Todo indicaba que se saldaría con rotundo éxito. Cuando sólo faltaban por negociar las condiciones de capitulación con el noble Bavor de Strakonice, Rodolfo de Habsburgo falleció en su campamento el 3 de julio de 1307.

Circularon rumores de que el rey había sido envenenado. Fuentes más fidedignas indicaron que la causa de su óbito fue la disentería. Rodolfo era un hombre de delicada salud y las condiciones higiénicas de su campamento militar eran seguramente desastrosas.

Sello de Enrique de Carintia
Rodolfo, el primer Habsburgo en el Reino de Bohemia, permaneció en el trono nueve meses. Después de su muerte, dos bandos de nobles checos se enzarzaron en una violenta disputa acerca de quién debía ceñir la corona real.

Los partidarios de los Habsburgo proponían aceptar como rey a un hermano del difunto Rodolfo.

El bando opuesto se decantaba por el regreso de Enrique de Carintia, esposo de Ana Premislita.

Agotados los argumentos, los bandos enfrentados pasaron a la violencia. Los seguidores de Enrique de Carintia acabaron por imponerse desencadenando sangrientas represalias.

El destronado Enrique de Carintia regresó entonces a Praga. El pueblo y los representantes de la nobleza y de las ciudades le dispensaron una entusiasta acogida. El 15 de agosto de 1307 fue elegido por segunda vez rey checo. Todos creían que vendrían tiempos mejores.

Tiempos de bonanza no vinieron. La gestión de Enrique de Carintia fue desastrosa. En dos años perdió toda su credibilidad. Los cronistas registraron que su ocupación predilecta era comer y que le gustaba reposar. Raras veces se ocupaba de los asuntos del Estado.

El país deslizaba hacia la anarquía. Aprovechándose de la inercia del rey, los nobles se apoderaron de propiedades pertenecienes a la Corona. Se hicieron además con el control de las finanzas estatales, incluidos los ingresos de las minas de plata.

Elisa Premislita
Depredaban también las propiedades de los conventos. Así no extraña que un ambicioso y audaz plan de cómo sacar el Reino de Bohemia del caos naciera en las cabezas de dos abades cistercienses.

Consistía en emprender gestiones diplomáticas para que se sentara en el trono checo un príncipe de la prestigiosa Casa de Luxemburgo, que se casaría con la princesa Elisa Premislita.

Sobre la subida de los Luxemburgo al trono checo, en 1310, les hablaremos en la próxima edición de Legados del pasado- testimonios del presente de Radio Praga.


Repetición del 16/1/2010

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