Cuando los checos acogieron con los brazos abiertos a miles de refugiados italianos

Los descendientes de refugiados en Buštěhrad, foto: ČT

Hace justo cien años llegaron a las tierras checas procedentes de la región de Trentino, que entonces pertenecía a Austria-Hungría, tres mil de refugiados italianos que escapaban de los estragos de la Primera Guerra Mundial. Un siglo después, descendientes de refugiados y familias de acogida tienen la oportunidad de conocerse.

Los descendientes de refugiados en Buštěhrad,  foto: ČT
En los últimos meses resuena en Europa el no rotundo de la República Checa a las cuotas para acoger refugiados. Si al final Bruselas consigue imponerse no sería la primera vez que Chequia se ve en la tesitura de dar asilo de forma más o menos masiva. Sucedió por ejemplo antes de la Segunda Guerra con los judíos y perseguidos políticos de la Alemania nazi y también, un episodio menos conocido, durante la Primera Guerra Mundial, con los italianos de Trentino.

El camino de los refugiados italianos a las tierras checas  (1915),  foto: ČT
Precisamente se cumple este año el centésimo aniversario de la llegada a las tierras checas de unos 3.000 refugiados italianos procedentes de esta región, que entonces era parte de Austria-Hungría. El 23 de mayo de 1915 Italia declaró la guerra al imperio de los Habsburgo, y las autoridades procedieron a evacuar de la zona fronteriza de Trentino a unas 75.000 personas, que se repartieron por todo el país.

De ellos, tres mil fueron asignados a Bohemia, sobre todo mujeres, ancianos y niños, ya que los hombres adultos fueron enviados al frente. Se les permitía llevarse solo 15 kilos de equipaje y comida para dos días, no podían imaginarse que su periplo fuera a ser tan largo, sostiene Jaroslava Otipková, presidenta de la Asociación de Amigos de Ledro.

Jaroslava Otipková,  foto: ČT
“Les dijeron que se iban para alrededor de tres semanas, y que hicieran las maletas pensando en esto. En Bohemia se quedaron casi cuatro años”.

Los refugiados fueron alojados en tabernas, en campamentos, pero sobre todo en familias de acogida. No conocían la región que se había convertido en su nuevo hogar, ni la lengua, ni tenían medios materiales para mantenerse por sí mismos. La hospitalidad y buena voluntad de sus anfitriones fue clave para su supervivencia.

Giuliano Pellegrini,  foto: ČT
Ahora, cien años después, 70 italianos descendientes de aquellos refugiados y procedentes del Valle di Ledro y el Valle di Gresta han visitado los pueblos y ciudades de Bohemia donde sus abuelos encontraron refugio. Un encuentro particularmente emotivo fue el de Giuliano Pellegrino y Václav Levý. Sus abuelas se hicieron amigas durante aquellos años y mantuvieron correspondencia después de la guerra.

Para Pellegrino, descubrir la conexión checa de su familia fue todo un descubrimiento, comenta.

Giuliano Pellegrino,  foto: ČT
“Este librito lo encontré entre las cosas personales de mi abuela. Una de las ilustraciones, una pintada a mano y bellísima, siempre me había llamado la atención, siempre quise saber qué era exactamente. Y el año pasado descubrí que era el castillo de Buštěhrad”.

Cuando los italianos regresaron a sus pueblos de origen, encontraron sus hogares en ruinas. Trentino fue frente en varias ocasiones y de no ser por si exilio en las tierras checas, probablemente habrían perdido la vida.