Ivo Krýsa: “Los checos somos capaces de ayudarnos unos a otros”.
Con formación en derecho y amplia trayectoria en salud y educación, Ivo Krýsa reúne varias condiciones para analizar temas vinculados con las pandemias. En esta entrevista con Radio Praga Internacional ofrece su mirada sobre distintos aspectos vinculados con la irrupción del coronavirus.
Cada cargo que le tocó desempeñar al jurista checo Ivo Krýsa le fue dando, en su opinión, distintas enseñanzas. Inició su carrera en la Autoridad de Salud Pública de Praga, trabajó tres años en el Ministerio de Salud, en 2008 fue nombrado director de la Autoridad de Salud Pública en Bohemia Central y en 2015 se convirtió en viceministro de educación.
Luego regresó al campo de la salud y, en la actualidad, trabaja en el Tribunal Regional de Praga, con lo cual volvió a su formación original. Por lo tanto, su carrera profesional, que combina el derecho, la salud y la educación parece otorgarle una perspectiva más que adecuada para analizar los distintos aspectos que se ponen en juego en una situación extraordinaria como la que se vive actualmente con la pandemia del coronavirus.
"El problema es que nadie sabe si está sano o no, por eso me parece que el uso obligatorio de la mascarilla es una medida eficaz".
“Sí, claro que es algo nuevo para todos nosotros. Porque tenemos experiencia en epidemias que ocurrieron antes pero esto es completamente nuevo y se ve que a la gente le da mucho miedo, que la gente se asustó bastante. En mi carrera profesional, como Autoridad en la Salud Pública en Bohemia Central ya viví una epidemia de hepatitis en 2009 en algunas regiones de Chequia, y después otra situación que llamamos el escándalo del metanol”.
Ese caso, recuerda, sucedió en 2012 cuando algunos pequeños productores utilizaron un tipo de alcohol envenenado para fabricar licores. Su intención era ahorrar dinero porque el metanol es mucho más barato. Como consecuencia, muchas personas quedaron ciegas y varias llegaron también a perder su vida.
Por otro lado revela Krýsa que durante su trabajo en el Ministerio de Salud tuvo acceso a unas encuestas que indicaban que, en materia de amenazas, lo que más asusta a las personas son, justamente, las enfermedades infecciosas, mucho más incluso que un peligro nuclear. Y eso tiene que ver con que nadie sabe bien donde están los microorganismos que, en cierto sentido, pueden estar en cualquier rincón de nuestro medio ambiente.
Sin embargo, considera que esa misma preocupación hizo que los ciudadanos cumplieran cada una de las medidas que, al menos en Chequia, dan cierto margen para hacer las compras o poder estar en contacto con la naturaleza. Y anuncia que el próximo paso tiene que ver, seguramente, con la aplicación de lo que se conoce como “cuarentena inteligente”.“Y que se basa en los datos de los operadores de las redes móviles y los datos de los pagos con tarjeta, se requiere el consentimiento de la persona para que las autoridades de la salud pública obtengan estos datos y basado en estos datos pueden detectar, rastrear la fuente de la enfermedad o las personas contagiadas y centrar las cuarentenas solo en las personas afectadas”.
Según explica, el sistema se basa en el principio del semáforo: se hacen los test de coronavirus a quienes estuvieron en contacto con otras personas contagiadas: los positivos son rojos, los negativos son verdes que pueden volver al proceso y los de color amarillo tienen que esperar los resultados.
De todas formas, Krýsa dice que algunas informaciones indican que la situación es distinta en la ciudad y en el campo porque en algunos pueblos no se están obedeciendo tanto las medidas mientras que en Praga, por ejemplo, casi nadie sale sin mascarilla, uno de los elementos clave en el manejo de la pandemia en el país. No solo porque hubo una campaña muy importante para concientizar al respecto sino porque el control policial en las calles está orientado a garantizar su uso obligatorio. Esto generó mucha sorpresa en varios países a partir de algunas informaciones que recomendaban restringir su uso a personas ya enfermas. Si bien reconoce que aun hoy existen opiniones divididas, Krýsa confirma que se trata de un elemento central en el combate contra el virus en el país.
“Por ejemplo yo pienso que el problema es que nadie sabe si es sano o no por eso me parece que este tipo de medida es eficaz porque no sabemos qué consecuencias tiene el coronavirus. Puede ser que alguna gente lo tiene o ya ha enfermado antes y ni sabe que puede contagiar a los demás. Por eso, yo por ejemplo creo que es eficaz y hay que aceptarlo”.
A propósito de este símbolo cotidiano de la lucha contra la pandemia, Krýsa confiesa que le llama la atención la cantidad de palabras que existen en español para mencionar este objeto: mascarilla, barbijo y cubrebocas.
La reflexión no es casual porque, desde que comenzó a estudiarlo en 2014 en el Instituto Cervantes, Krýsa se convirtió en un apasionado de este idioma. Por ese entonces, su trabajo en el Ministerio de Educación, que mantiene muchas relaciones con España debido a la existencia de colegios e institutos bilingües, le permitió ponerlo rápidamente en práctica y hacer nuevas amistades: al principio con españoles y luego también con muchos latinoamericanos.“Porque yo creo que, no solo el español, cada idioma extranjero no es solo una lengua sino una manera de pensar, una manera de vivir y, por ejemplo, cuando yo hablo el español siempre siento que me estoy convirtiendo en otra persona, un poco. Porque es un tipo de vocabulario y, como dijo Miguel de Unamuno, ‘la lengua no es una envoltura del pensamiento sino el pensamiento mismo’”.
Es decir que no se trata solo de la lengua sino de establecer también cierto vínculo con cada cultura. Krýsa revela, de manera contundente, que el español le cambió la vida, lo convirtió en una mejor persona y cada vez que se comunica con los amigos que tiene en los distintos países de habla hispana dice que termina incorporando una nueva palabra.
Actualmente Krýsa trabaja en el Tribunal Regional de Praga, donde se encarga de redactar los veredictos para estimar o desestimar querellas vinculadas a distintos casos como infracciones de tránsito, visas y residencias de extranjeros. Asegura que se trata de un trabajo muy dinámico que lo obliga a estudiar sin descanso la ley.
"Los checos empezaron a coser mascarillas, incluso para quienes no pudieran hacerlo: somos capaces en esta situación de ayudarnos unos a otros”.
En ese sentido, explica que los conflictos legales que puede originar la pandemia están más vinculados al sector privado que al sector público y, dentro del sector privado, a las pequeñas empresas que no están preparadas para lidiar con una situación así, como es el caso de algunos bares, restaurantes y la mayoría de las tiendas que dejaron de tener ingresos.
“De un día a otro algunos empleadores se aprovecharon del desconocimiento de las leyes por parte de los empleados y ya los periódicos reportan casos de empleados echados del trabajo sin una indemnización por despido porque esta situación desde el punto de vista del derecho laboral no es más que un problema por parte del empleador: si no puede abrir su tienda o restaurante no es un problema del empleado”.
Krýsa aclara que si bien no tantos empleadores adoptaron esa actitud, sí existieron algunos casos. Lo cierto es que el coronavirus cambió muchos aspectos de la vida cotidiana de las personas, afectando incluso la modalidad de las clases. De hecho Krýsa viene de brindar una conferencia virtual en la que, sin embargo, usó mascarilla porque había cuatro personas en la sala. La conferencia se centró en los aspectos legales de la declaración del estado de emergencia.
Según la mirada de Krýsa, no todos saben que la mayoría de las medidas son adoptadas por el Ministerio de Salud, en base a la Ley de Salud Pública que dispone de un enorme rango de medidas que se pueden tomar en situaciones como ésta, entre ellas la que prohíbe salir de casa sin mascarilla.Krýsa aclara que si bien existen algunas directivas de la Unión Europea, destinadas sobre todo a la vigilancia epidemiológica, es decir, a evitar que una enfermedad se convierta en pandemia, las medidas en concreto dependen de cada Estado. Tal como puede verse en esta ocasión, continúa Krýsa, las decisiones pueden llegar a ser muy distintas y, en su opinión, reflejan la actitud general que cada nación tiene ante la vida. En el caso de Chequia opina que si bien hay que tener en cuenta que las medidas entraron en curso recién hace pocas semanas, la respuesta de la sociedad fue muy positiva.
“Yo pienso que algo que nos caracteriza es que, ante la escasez de barbijos, mucha gente empezó a coser los barbijos que casi se convirtieron en una moda que, por ejemplo, se combina con un pañuelito. Los miembros del Consejo de Crisis tienen un barbijo muy lindo de flores, algo muy de moda. Los checos empezaron a coser y también a ofrecer a quienes no pueden hacerlo: somos capaces en esta situación de ayudarnos unos a otros”.
En definitiva, tal vez algo positivo que deje este tiempo de coronavirus es, justamente, esa red de solidaridad que empieza a vislumbrarse en varios países. En ese sentido Krýsa hace hincapié en que todos tenemos un poco más de tiempo para reflexionar sobre muchos aspectos de nuestra vida que no siempre se tienen en cuenta. Y si bien puede ser que en algún punto la sociedad vuelva a ser la de antes, él expresa su deseo de que esta crisis pueda convertirse en una oportunidad de mejorar.