Los jóvenes checos hacen dedo en verano

Si condujeran por las carreteras checas en el verano, verían en los bordes un gran número de jóvenes deseosos de desplazarse de un lugar al otro haciendo dedo. "Es más económico y muy divertido y te da la posibilidad de conocer a mucha gente interesante", coinciden los que viajan de esa manera.

Roman solía hacer dedo cuando tenía entre 16 y 22 años, cuando era estudiante y no tenía mucho dinero.

"Hacía dedo por distancias bastante variadas, a veces para viajar sólo unos kilómetros, a veces varias horas, en la República Checa, pero también en Hungría y España. Los conductores checos cogen a autostopistas, mientras que los españoles no están tan dispuestos".

Roman nunca ha temido que le pase algo, al igual que Mikulás.

"También yo hacía dedo para ahorrar dinero, pero también para divertirme. Los choferes te llevan no sólo para acercarte adonde necesitas sino que también para charlar. Hoy ya no hago dedo, pero con mucho gusto paro a los autostopistas".

Vladimír cuenta que una vez tenía miedo cuando dos rusos le pararon en Moravia.

"Cuando subimos con mi amigo en el coche, nos dimos cuenta de que los dos rusos estaban completamente borrachos y, al conducir, nos ofrecían cigarrillos y vodka. Y te puedo contar una historia divertida de Escocia. Atardecía cuando nos llevó un jóven y nos invitó a su casa. Allí nos presentó a su esposa y a sus cinco hijas, nos dio comida y antes de acostarnos, platicamos. Con mi amigo tuvimos que reírnos cuando nuestro anfitrión preparaba un cigarrillo de hachís contándonos que trabajaba en un centro antidroga ayudando a los drogadictos a terminar con su adicción".

Herbert hacía dedo porque esperaba pasar así momentos excepcionales, sueño que se le cumplió sobremanera en Alemania.

"Hace cinco años viajaba a Francfort y un par de kilómetros antes de Nuremberg me paró una camioneta anticuada. Fue un ruso residente en Alemania, los alemanes no llevan mucho a los autostopistas. Cuando se dio cuenta de que era un hermano eslavo, me llevó unos cincuenta kilómetros fuera de mi ruta para presentarme a su familia. Allí pasé varias horas amenas bebiendo el típico té ruso y mi anfitrión luego me llevó a Francfort".

Stepán recuerda un momento divertido cuando tenía 16 años.

"Por aquél entonces tenía el pelo largo y rubio y cerca de Praga me paró un camión iraní. Con toda probabilidad el chófer pensaba que era una chica, pero al ver que no era así, después de tres kilómetros me hizo bajar".

Zdenka hace dedo cada verano y desde sus 17 años.

"Debo confesar que siempre hay una preocupación latente, pero pienso que si la chica respeta tres reglas no le puede pasar nada: no hacer dedo por la noche, en una minifalda o pantalones estrechos y no comportarse de manera muy, digamos, amistosa".

A Zdenka le gusta de autostop el hecho de que conozca a mucha gente interesante. "Nos pasó muchas veces que en los países donde hacíamos dedo, los choferes nos invitaron a sus casas, nos hicimos amigos de sus familias y nos visitamos hasta hoy en día", asegura Zdenka.

"Me divertía mucho cuando hacía dedo de Grecia a Bulgaria. Me pararon tres conductores y cada uno me llevó al hotel advirtiendo que lo que hacía era bastante peligroso. Cada uno me recomendó pernoctar en el hotel y por la mañana continuar el viaje en el autobús. Algo semejante me pasó cerca de Viena donde me paró un coche lleno de monjas. Ellas me dieron 150 schillings para el autobús y me hicieron bajar en una parada. Pero como el autobús debía partir dentro de cuatro horas, al final volví a hacer dedo", se ríe Zdenka.

Y ustedes, estimados oyentes, ¿han hecho dedo?