María Restituta
En esta edición del espacio Personalidades checas les hablaremos, amigos oyentes, sobre la vida de la beata checa, María Restituta, que fue la única monja que en los países germanohablantes fue ejecutada por los nazis.
Helena Kafková, que era el nombre civil de María Restituta, nació el primero de mayo de 1894 en la metrópoli morava de Brno, siendo la sexta de los siete hijos del zapatero Antonín Kafka y de su esposa María. En agosto de 1896 la familia se trasladó a Viena en busca de trabajo, donde la pequeña Helena pasó sus años escolares. Su primer sueldo se lo ganó en un típico oficio desempeñado por los inmigrantes checos - como sirvienta y cocinera en diferentes familias vienesas.
Ya en aquella época Helena mostraba interés por ser monja, pero chocó con el desacuerdo de sus padres que no se resignaban a la idea de que su hija se dedicara a la vida monástica. Por eso, Helena se vió obligada trabajar todavía dos años más como vendedora, profesión que le facilitó conocer a mucha gente y familiarizarse con sus destinos y preocupaciones. Esto le impulsó aún más en su decisión de ayudar al prójimo. Por fin en 1913 comenzó a trabajar como enfermera en el hospital de uno de los barrios de Viena, donde también ejercía la Congregación de las Hermanas de la tercera orden de San Francisco, denominada "del amor cristiano". En 1915 Helena Kafková recibió el nombre monástico de María Restituta, según la mártir de los tiempos remotos del cristianismo.
Después de tomar el velo, la hermana Restituta trabajó en varios hospitales vienesas. En 1919 se trasladó al hospital de la ciudad de Mödling, cerca de la capital austríaca, donde pronto adquirió fama por su profesionalidad en la sala de operaciones y también por su abnegado trabajo con los pacientes. Las hermanas del convento la admiraban por su buen dominio del órgano y también como buena organizadora de festividades de la orden. Sobre todo las hermanas jóvenes la adoraban por su comprensión y su bondad. No obstante, a la hora de ocuparse de las insuficiencias en la atención de los enfermos, la hermana Restituta se convertía en la hermana "Resoluta".
Poco después de que Austria se convirtiera en parte del imperio alemán, María Restituta entró en conflicto con el régimen hitleriano, al colocar cruces en las paredes del nuevo pabellón del hospital de Mödling y negándose categóricamente a quitarlas. Bajo circunstancias bastante extrañas, probablemente siendo víctima de una provocación, María Restituta fue detenida en febrero de 1942 en la propia sala de operaciones, siendo acusada de copiar un poema en contra del régimen nazi. A pesar de que la acusación no fue comprobada, la hermana Restituta pasó 13 meses en la cárcel, y de ellos 5 meses en la celda para los condenados a la pena capital.
Después de finalizar la Segunda Guerra Mundial, las compañeras de la cárcel dieron testimonios sobre la gran valentía de la hermana Restituta, que compartía con ellas la escasa comida, aconsejando, ayudando y animando a todas. María Restituta verdaderamente iluminaba la oscura atmósfera de la cárcel con su fe, tranquilidad espiritual, carisma, y generosidad cristiana. Después de ser proclamada la sentencia, los nazis obviaron las numerosas peticiones de indulto que les fueron dirigidas por destacadas personalidades de la época. Según afirmó en aquel entonces en Berlín uno de los dirigentes nazis, Martin Bormann, "el cumplimiento de la sentencia fue más que deseado, sobre todo, por la razón de atemorizar". De esta manera, el 30 de marzo de 1943 la hermana Restituta fue ejecutada en Viena. En noviembre de 1988, la Iglesia católica inició el proceso encaminado a la beatificación de María Restituta, que culminó el 21 de junio de 1998 en Viena, donde fue beatificada por el Papa Juan Pablo II.
Citemos un párrafo de la carta escrita por María Restituta desde la cárcel y fechada el 24 de mayo de 1942, es decir, pocos días antes de ser ejecutada: "Al hombre es posible privarlo de todo, despojarle todo, pero nadie es capaz de quitarle la fe que lleva dentro de su corazón."