"Los checos estudian un programa oculto para traerse a su pareja a Chequia“
La joven venezolana Adriana Saume llegó a Praga hace tres años por amor. En la nueva edición del espacio 'Praga Mía' hablará sobre los aspectos positivos y negativos de su vida en Chequia y destacará los lugares que merecen la pena visitar.
El primer problema al que se enfrentó la joven venezolana en la República Checa fue conseguir la estancia legal, puesto que el visado turista permite quedarse solamente tres meses, afirma.
“Empezamos a investigar cómo podría sacar el permiso de trabajo y lo logré. Trabajo alquilando departamentos para turistas, un trabajo para el que no necesito el checo, sino solo inglés. Así es como logré venirme y quedarme por más tiempo”.
Aunque en su trabajo no le hace falta, Adriana se puso las pilas para aprender checo, atendiendo cursos para hispanohablantes que se imparten en la iglesia de Santo Tomás. Adriana menciona las mayores dificultades a la hora de aprender esta lengua tan complicada para los hispanohablantes.
“Lo que me parece más complicado son los casos, las declinaciones. No es aprenderte solamente la palabra, sino que además te tienes que aprender todas sus declinaciones. Entonces es como aprenderte la misma palabra siete veces”. Adriana apunta que la mayor parte de los expatriados, que ha conocido en la República Checa, han llegado por el mismo motivo que ella. Entre risas apunta que los checos tienen un misterioso don para convencer a su pareja de que se vaya a vivir con ellos al corazón de Europa.“Con muchas personas que he conocido aquí hemos llegado a la conclusión de que los checos tienen un programa o una materia oculta en el colegio donde les dicen que si te consigues una pareja extranjera, te la tienes que traer aquí. He conocido a muchos que llegaron por su novio o esposa, y antes jamás se hubieran imaginado venir a vivir aquí”.
“Los checos no se van por las ramas”
La tranquilidad y la seriedad son las cualidades que Adriana más aprecia en el carácter de los checos, afirma.
“Ustedes son muy serios a la hora de hablar. No se van por las ramas y no tienen un significado detrás. Por ejemplo, si quedas con alguien, es a esta hora. Cosa que nosotros no tenemos, siempre llegamos diez minutos, media hora o una hora más tarde. Me he dado cuenta de que incluso en las relaciones de pareja es así. Si dicen algo, no significa otra cosa. Me gusta que no andan con doble cara”. La adaptación a la vida checa no deparó a Adriana grandes sorpresas. A lo que más le costó acostumbrarse es quizás al limitado contacto físico entre los amigos.“A veces me cuesta un poco ver cuando se saludan amigos, que se dan la mano y que no hay un contacto más cercano como un abrazo o un beso. Pero ya me he acostumbrado. Claro, nosotros venimos de otra cultura donde tenemos más contacto físico”.
Habiendo venido desde Caracas, Adriana considera la capital checa una ciudad perfecta en cuanto al tamaño y el número de habitantes, que actualmente alcanza 1.2 millones. Adriana reside en el barrio de Břevnov, cuyos alrededores ofrecen agradables paseos.
“Caminar desde este área hasta Malá Strana, cuando pasas por todas esas callejuelas o por el Monasterio de Strahov, me gusta mucho. Esas callecitas con estas casitas que se ven chiquititas, es súper lindo”.Adriana se dio cuenta de que los checos son muy aficionados a todo tipo de actividades al aire libre. Ella misma no tardó mucho en descubrir el encanto de esta conexión con la naturaleza.
“Me gusta mucho la naturaleza y los paisajes. Cuando sales fuera de Praga y te toca agarrar estas carreteritas y caminos, ves las plantaciones y los árboles, es como de un cuento. He ido a muchos parques, como el de Šumava o Suiza Checa (České Švýcarsko), para hacer caminatas de kilómetros. Me gusta este contacto con la naturaleza que ustedes tienen”.
“Me encanta el mundillo checo de los vinos”
Entre otras excursiones que Adriana recomienda es la ciudad de Znojmo, situada en Moravia del Sur, donde llegó a descubrir que la cerveza no es la única bebida de excelencia producida por los checos.“Un amigo de mi novio tiene una bodega donde hace su vino. Me encantó este mundillo de los vinos. Vas, te muestran qué vino tienen, los pruebas...”.
Salir con los amigos a divertirse es para Adriana una de las armas con la que trata de combatir el aspecto más oscuro de la vida en la República Checa, según nos explica.
“Puedo tolerar el frío aunque no me guste, pero lo que más me pega es pasar tantos días sin ver el sol. Vengo de un país donde sale el sol todos los días a todas horas, y no verlo por tres, cuatro, cinco días para mí es fatal. Entonces me obligo a salir, hacer actividades y distraerme para olvidarme de que todo el día está gris, lluvioso y frío”.
Otra realidad checa que Adriana no aplaude es la alta tolerancia del Estado hacia los fumadores.“Que fumen en todos lados no me gusta. Sé que obviamente no es en todos los lugares, en varios no está permitido, pero hay muchos pubs donde fuman, es un poco desagradable”.
Adriana disfruta de su vida checa, pero no deja de echar de menos a su Venezuela natal. En cuanto a los problemas socioeconómicos que afligen en la actualidad de su país, se muestra optimista.
“Definitivamente tiene que venir un cambio para mejor. El problema de Venezuela va mucho más allá de lo que ves en los medios. Tiene muchas aristas, son muchas cosas que tienen muchísimos años que como pueblo hemos venido arrastrando y no hemos logrado superar. Amo a mi país y su gente, estoy segura que tenemos la capacidad para lograr a salir de estos problemas. Creo que es un problema pasajero del que aprenderemos muchísimo como pueblo”.
Adriana Saume no se plantea dejar la República Checa y espera que en breve llegue a combatir las dificultades de su idioma.