Los bosques checos necesitarán décadas para recuperarse

Picea

Las chimeneas de las fábricas checas ya no arrojan a la atmósfera tantos contaminantes como en el pasado, pero los bosques del país siguen siendo de los más dañados por la contaminación a nivel europeo. Los expertos pronostican que se necesitarán decenas de años para mejor el estado de los bosques checos.

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Los bosques cubren aproximadamente un tercio del territorio checo.En su mayoría se trata de bosques de coníferas, plantados por el hombre, en los que predominan las monoculturas de píceas.

En las sierras fronterizas, como Sumava, Montes Metálicos y Montes Gigantes, la pícea crece en el 80 por ciento de la superficie forestal. El gran inconveniente de la pícea estriba en que no resiste a la contaminación.

El anhídrido sulfúrico que ataca las agujas de las píceas, provocó en los años 70 y 80 del siglo 20 la muerte de los bosques en los Montes Metálicos, en la frontera checo-alemana, en el noroeste de la República Checa. Con sus escapes de anhídrido sulfúrico a la atmósfera, las industrias de ambos lados de la frontera acabaron con las píceas.

En los Montes Jizerské, en el norte, expuestos durante años a los contaminantes de las centrales térmicas checas, alemanas y polacas, muchos árboles murieron a consecuencia de la elevada acidez del suelo. El anhídrido sulfúrico se convierte en la atmósfera en ácido sulfúrico que llega con las lluvias al suelo donde provoca cambios que perjudican los árboles.

Las altas concentraciones de contaminantes en la atmósfera, que afectaban los árboles directamente, ya desaparecieron. Sin embargo, el crónico deterioro de los suelos se mantiene y se necesitarán años para que la situación mejore.

En el deterioro de los bosques checos ha influido otro factor negativo:la intensa explotación de los bosques en los últimos 150 años hizo que del suelo desaparecieran las sustancias necesarias para el desarrollo sano de los árboles, tales como el calcio, el magnesio y el potasio.

Los expertos aconsejan plantar en los suelos agotados árboles de hojas caducas, que captan de la atmósfera menos azufre contaminante que las coníferas. Los silvicultores lo reconocen en teoría, pero en la práctica no consideran todavía como primera prioridad la reforestación con árboles de hojas caducas que ayuden a regenerar los suelos.

El problema consiste en que para los silvicultures es prioritario seguir sacando madera aún de los bosques más dañados por la contaminación. Cuando los expertos les aconsejan plantar bosques mixtos y donde predominen árboles de hojas caducas, objetan que nadie les a va a comprar madera de haya.

En contrapartida, la madera de pícea se comercializa bien, y en contra de la salud de los bosques esta conífera sigue plantándose en áreas idóneas para árboles de hojas caducas, aunque en los últimos 20 años no se hable de otra cosa que de la necesidad de sustituir las poco resistentes coníferas.