Lecciones aprendidas, lecciones compartidas
Con este espacio, "Del Totalitarismo a la Democracia", Radio Praga trata de ofrecer un vistazo sobre lo que ha representado el proceso de transición en la República Checa. Este espacio está dedicado a todas las personas interesadas en conocer detalles sobre la transformación checa desde la dictadura comunista hasta la democracia, por lo que creemos que encontraremos muchos radioescuchas en Cuba, donde importantes sectores de la población se preparan también para un proceso de cambio pacífico en la Isla. En el espacio de hoy no nos dedicaremos a la transición checa, sino analizaremos algunos aspectos comunes de la transición a la democracia en Europa Oriental, enfocándonos en el día después a la Cuba de Fidel Castro. Para ello, hemos escogido las percepciones de dos estadistas que participaron en el proceso de cambios en la región, expuestas en una reciente conferencia internacional celebrada en Praga. Se trata del ex primer ministro de Bulgaria, Philip Dimitrov, y su homólogo de Estonia, Mart Laar.
Aunque no es posible copiar las experiencias de otros países, se puede aprender mucho estudiándolas. La experiencia de Europa Central y Oriental puede resultar increíblemente útil para una transición en Cuba. Con esas palabras se refirió entonces el ex primer ministro estonio a la importancia de transmitir las experiencias de esta región a países donde se preparan para un cambio.
"Yo mismo he aprendido que el estudio de las experiencias de otros tiene mucho valor. Cuando asumí el puesto de presidente del gobierno en Estonia no sabía nada de economía. El único libro sobre economía que había leído era Free to Choose (1990), de Milton Friedman. Pero como yo era historiador, para poder dirigir mi país durante el proceso de la transición, busqué toda la información posible sobre otros países que habían pasado por una transición", decía Mart Laar en Praga.
El estadista comenta que observaba y examinaba los éxitos y fracasos de esas transiciones y basándose en esta investigación preparó el plan de reforma para Estonia, al que muchos expertos se refieren como a una de las más exitosas transiciones económicas de Europa Central y Oriental. Por eso, "voy a darle a Cuba algunos consejos prácticos", explicó el político estonio, agregando que hay que tener en cuenta que el fin de un régimen comunista es siempre feo.
"Cuanto más tiempo dure el comunismo, tanto peor es el resultado y tanto más feo el fin. Así, podemos prever qué vamos a encontrar en Cuba tras la caída del régimen comunista: una inflación enorme, fracasos en la producción, deterioración de la red social, etc. Ese colapso no es culpa de la democracia o del cambio, es una consecuencia de los 40 años bajo un régimen comunista".
"A los problemas económicos siguen automáticamente los psicológicos. La gente nunca pudo aprender a pensar ni a participar activamente o tomar decisiones. Por eso, cuando el comunismo haya terminado, la gente tiene que cambiar inmediata y rápidamente. Los intentos de resolver la situación usando las estructuras antiguas resultarían un fracaso. La única solución son las reformas económicas democráticas y radicales".
"No es posible copiar las reformas que han sido aplicadas en otros países, pero hay algunas reglas comunes que han funcionado en todas las transiciones", decía Laar.
Primera lección: Para que una transición económica tenga éxito, primero hay que resolver los problemas políticos. No es posible introducir reformas para implantar una economía de mercado cuando todavía no se ha logrado el avance político. Una economía de mercado no va a funcionar sin instituciones democráticas: el parlamento, el gobierno, la prensa libre, los tribunales independientes, el gobierno de la ley, derechos propietarios, etc. Primero hay que romper con el pasado comunista y con todos que lo representan.
Segundo consejo: Hay que actuar rápido. El espacio que existe para introducir reformas extraordinarias es estrecho y el tiempo tiene un valor enorme. Uno no se puede permitir el perder tiempo. Y tercer consejo: Actuar sin miedo. Cuando uno está en medio de un sistema fracasado, puede tener la sensación de que nunca va a salir del caos y el desastre. Sin embargo, si uno es lo suficientemente valiente como para tomar las decisiones necesarias, seguro que recuperará.
Poco antes de concluir su análisis en Praga, el ex primer ministro de Estonia, Mart Laar, adelantó: "Todo el mundo sabe qué hay que hacer para sacar Cuba de una crisis macroeconómica — ajustar el presupuesto, introducir una reforma monetaria, liberalizar la economía. Está claro que es más fácil decirlo que realizarlo, pero cuando uno no tiene miedo, ya sabrá como sacar su país de una crisis.
Después de todo eso viene la segunda fase de la reforma.. Nos referimos a la reforma bancaria, la privatización, la reforma de la propiedad, una apertura de la economía a la competición, la reforma fiscal y la reforma de los sistemas social y educativo. "Cuanto mejor preparados estemos para esas reformas, tanto más éxito lograremos", concluía su exposición el político estonio, Mart Laar.
Como representante de las "Democracias Nuevas" que constituyen los cuatro países del Grupo de Visegrad y el Grupo de Vilnus, el ex primer ministro de Bulgaria, Philip Dimitrov, explicaba en Praga que comparte la obligación de respaldar la causa de los que se esfuerzan por terminar con su pasado comunista. Al observar el proceso de transformación de las naciones de Europa del Este, podemos encontrar una característica común, que según el Sr. Dimitrov, es fundamental para una transición exitosa.
"No importa si hemos elegido actitudes distintas frente a la transición, si hemos fomentado el uso de mesas redondas, "Revoluciones de terciopelo" o si pusimos énfasis en una liberación nacional, lo cierto es que para tener éxito, o no tenerlo, fue decisiva la rapidez", explicaba el político búlgaro.
Bajo cualquier circunstancia, mientras más rápido sea el proceso de transición, mejores serán las consecuencias. "Se puede decir que la transición es una lucha que puede desencadenar indecisión y vacilación, que no sólo prolonga el sufrimiento de las personas, si no que hace de la transición un proceso mucho más difícil y con una efectividad mucho más lenta. Estoy convencido de que la rapidez disminuye el nivel de sufrimiento y genera las condiciones para lograr un mayor éxito.", matizaba el estadista de Bulgaria.
Para reforzar el proceso de transición se necesita también claridad, es decir, el pueblo tiene que saber cuál es la agenda, las actividades y los planes para el futuro. La transición democrática no se puede llevar a cabo por una elite académica, por el contrario, la transición tiene que estar respaldada por el pueblo. Solamente explicando a la población de una manera clara esa agenda se puede garantizar desde el principio que no se perderán energías ni tiempo en argumentos vanos.
Otro problema de la claridad es definir al oponente. Si se quiere llevar a cabo una transición exitosa es fundamental disminuir la fuerza del oponente a la más mínima expresión. "Y no hablo de ataque físico, si no más bien de efectuar una clara condena moral del régimen previo", comentaba Dimitrov. Está claro que algunos de los delincuentes más visibles tendrán que ser castigados, pero se tiene que enfatizar no el castigo moral de cada comunista, si no del comunismo como tal. Esta condena pública y abierta limita la posibilidad de que la gente perciba al régimen de una manera romántica.
¿Cómo podemos identificar a las personas que van a ser líderes de la revolución? Como ya hemos mencionado antes, los líderes y protagonistas de esa revolución no pueden ser personas que hayan respaldado al régimen, sea en cualquier momento. Los líderes potenciales tienen que tener el respaldo y tienen que desarrollarse con la ayuda del mundo externo, a través de los medios de comunicación y de la opinión internacional.Otro capítulo de suma importancia es el desmantelamiento de la policía secreta. "Si hablamos de la necesidad de disminuir la fuerza del oponente, no podemos olvidar, aunque suene paranoico, que una gran parte de la sociedad comunista fue infiltrada por la policía secreta. Sin embargo, no se puede ni se debe iniciar una caza de brujas. Tenemos que estar conscientes de las diferencias de cada caso: explicaciones morales e individuales, etc.", explicaba Dimitrov. Se desprende entonces, que lo más importante es desmantelar esas estructuras, es decir, quitarles la posibilidad de ejercer tortura moral, chantaje y todos los demás recursos que les otorgaba el Estado, tener una sociedad abierta, procesos abiertos, claros y transparentes.
"Y para terminar, un problema que a veces se olvida", decía el político búlgaro. "Todos los países que atraviesan una etapa de transición enfrentan problemas con las inversiones extranjeras. Cuba tiene gente en Miami, una base de ayuda financiera que nosotros no tuvimos, entonces, en teoría el proceso de reconstrucción económica puede ser más fácil. Sin embargo, durante la transición siempre surge el dilema sobre qué actitud elegir de cara a la "venta de mercancías". ¿Desde qué perspectiva debemos mirarla?, ¿Podremos venderlas a un precio real, o más bien a precio mínimo? Yo recomiendo venderlas a precio mínimo".
"El problema que nuestro gobierno tuvo que enfrentar durante la transición fue que había muchos grupos de personas dispuestas a luchar hasta la muerte por obtener tanto dinero como pudieron de la venta de viejas compañías comunistas. Eso resultó ser un desastre. Los que trataban de ganar lo más que se podía, eran los mismos que definían las reglas y controlaban el mercado", concluyó su exposición el ex primer ministro de Bulgaria, Philip Dimitrov, uno de los principales protagonistas de los cambios democráticos en Europa del Este.