Lápidas judías que se usaron como aceras en Praga forman un nuevo monumento

El cementerio judío de la calle Fibichova de Praga desapareció víctima de la construcción de la Torre de Žižkov en los años 80. Las lápidas destruidas se convirtieron en adoquines para la Plaza Venceslao. Ahora vuelven al cementerio en forma de monumento.

Las oraciones hebreas pronunciadas por el rabino mayor Karol Efraim Sidon se podían escuchar la semana pasada en el antiguo cementerio judío del barrio praguense de Žižkov durante la inauguración de un nuevo monumento. Este hace referencia a acontecimientos de la segunda mitad de los años 80, cuando el régimen comunista reemplazó gran parte de ese cementerio por la torre de televisión de Žižkov.

Las lápidas retiradas fueron destruidas y convertidas en adoquines. Durante 30 años praguenses y turistas han paseado por la parte inferior de la Plaza Venceslao sin saber lo que había bajo de sus suelas.

En 2020, durante la renovación de la Plaza Venceslao, se encontraron aproximadamente 6000 adoquines con inscripciones en hebreo. Gracias a un acuerdo entre el Ayuntamiento de Praga y la Comunidad Judía de Praga, los trozos de las lápidas volvieron a su lugar original en la calle Fibichova y, posteriormente, sirvieron al artista checo Jaroslav Róna, que conversó con Radio Praga Internacional.

František Bányai | Foto: Comunidad Judía de Praga

“En el centro hay una especie de lente convexa que podría simbolizar el ojo de Dios, la creación. Alrededor hay unos muros bajos que representan nuestro mundo físico en proceso de destrucción. Son nueve, uno en dirección a Jerusalén, hacia el Templo. En la cábala el número nueve significa la transición del mundo espiritual hacia lo físico y viceversa. Y ese lugar es, precisamente, eso”.

Jaroslav Róna  (con un sombrero) | Foto: Comunidad Judía de Praga

Según confesó Róna, la labor le supuso unas complicaciones técnicas que no se había imaginado antes de empezar a construir el monumento.

“Técnicamente fue muy difícil, aunque no lo parezca. Yo no sabía que los adoquines no se pueden unir como los ladrillos. Si hubiera juntado los adoquines con argamasa, el monumento desaparecería en un par de años. Entonces cada adoquín está agujereado y con un alambre de hierro soldado a una construcción interior. Fue una labor increíble”.

Foto:  Vít Šimánek,  ČTK

Además de las complicaciones técnicas, Róna tuvo que enfrentarse al aspecto moral y emocional del encargo. De acuerdo con las reglas religiosas judías, Halajá, las lápidas son propiedad de los fallecidos, y no se deben mover. Así que cuando se rompen en pedazos, es como una segunda muerte. “Intenté salvar algo”, dijo el artista.

Según contó a Radio Praga Internacional František Bányai, presidente de la Comunidad Judía de Praga, en el proyecto participaron muchos ciudadanos checos donando distintas cantidades de dinero.

Jaroslav Róna y Lucie Rónová | Foto:  Vít Šimánek,  ČTK

“Un cuarto del dinero que necesitábamos para hacer el monumento lo conseguimos mediante micromecenazgo. Si cada praguense que había pisado las lápidas hubiera dado una corona, habría sido muy fácil. Pero, por supuesto, no es posible, así que optamos por el micromecenazgo”.

El monumento contiene, por ahora, la mitad de las lápidas encontradas. De acuerdo con Jaroslav Róna, se espera poder añadir más piedras en el futuro.

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