Markéta Riebová: “La historia de un país tan lejano como México puede ser muy cercana a la del mío”
Hispanista especializada en literatura mexicana, la profesora Markéta Riebová tiene publicado un ensayo sobre la representación de la historia de ese país en la obra de Octavio Paz y Carlos Monsiváis. Ahora, acaba de escribir un epílogo a la traducción de El libro vacío de Josefina Vicens. En esta entrevista, Riebová nos presenta a esa gran escritora vinculada a Juan Rulfo y revela cómo encontrar Comala en pleno territorio checo.
La hispanista Markéta Riebová define como una verdadera fiesta la aparición, en pleno centro de Europa y en un muy breve período de tiempo, de varias obras clave de la literatura mexicana. Por un lado, la traducción al checo de Pedro Páramo de Juan Rulfo, realizada por Eduard Hodoušek en 1983, fue publicada a finales del año pasado por la editorial Dokořán con una revisión de Vít Kazmar y, en breve, la editorial BRAK publicará Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco y la novela El libro vacío de Josefina Vicens con traducción de la escritora eslovaca Lucia Duero. Riebová escribió además lo que será el epílogo de El libro vacío, sorprendente novela de Josefina Vicens sobre José García, quien se obsesiona con escribir una obra que le presenta multitud de obstáculos. La excelente recepción del libro en los años cincuenta incluyó el prestigioso Premio Xavier Villaurrutia que, hasta entonces, solo habían ganado Juan Rulfo y Octavio Paz.
“El tema de la novela de Vicens, que es la escritura y la dificultad de escribir, muestra cómo Vicens y Rulfo compartieron esa experiencia que los hizo amigos. Para preparar mi epílogo sobre Vicens me topé con varios diálogos que son geniales. En uno de esos diálogos, cuando Rulfo la llama para felicitarla por haber recibido el Premio Xavier Villaurrutia que él había ganado dos años antes, ella le dice ‘y ahora qué se hace con un premio así’, y él responde ‘morirte de miedo y esconderte de los periodistas’”.
Riebová afirma que esa anécdota ilustra muy bien la actitud de ambos autores hacia la literatura: dar lo mejor de sí mismos en cada texto, pero luego no querer soltarlos, a tal punto que las editoriales casi tuvieron que arrancárselos de las manos. Del mismo modo, la enorme calidad de esos libros creó, en cada caso, una enorme expectativa entre los lectores que, en algún punto, ellos terminaron sufriendo. Por otro lado, aclara Riebová que las facetas de Vicens eran múltiples: su interés en la justicia social la llevó a participar de la reforma agraria y trabajar en sindicatos cinematográficos, además de tener un rol destacado en las tertulias literarias de la época. Pero también se ocupaba de temas que, en ese entonces, eran casi exclusivos de los hombres: redactaba artículos políticos con el seudónimo de Diógenes García y con el nombre de Pepe Faroles escribía fuertes críticas sobre el mundo taurino que le causaron algunos problemas.
“Su crítica más bien iba hacia el lado comercial de las corridas de toros y la corrupción que podía influir de antemano en el resultado, lo que ella admiraba de la corrida de toros era la cuestión existencial o metafísica de la muerte, le apasionaba ese juego entre el torero y el toro en el que tanto el animal como el hombre solo podían apoyarse en sus propias capacidades en el momento, nadie más los ayudaba, y esa posibilidad de morir le fascinaba”.
“Pero luego llega ese momento tan interesante en que un texto que refleja el sustrato cultural mexicano logra transponerse a la realidad centroeuropea”.
Riebová destaca que sus padres estaban muy preocupados por ella ya que, a diferencia de sus hermanas, se salía de los moldes de lo que se esperaba para una mujer tradicional. Según Riebová eso redundó en que Josefina Vicens quisiera librarse del influjo familiar con las posibilidades de su época: poco antes de cumplir treinta años contrajo un matrimonio que solo le duró dos años, aunque luego mantuvo una gran amistad con su exmarido. El objetivo, claramente, era librarse de la influencia de su familia y, tal como ella misma dijo alguna vez, compartir los gastos de los cigarrillos.
“Ella siempre defendía los derechos de la mujer, y no estaba sola, claro: en la década posterior al nacimiento de Vicens nacen otras mujeres importantes en la defensa de los derechos de la mujer como Rosario Castellanos, Elena Garro, y luego Elena Poniatowska. Pero lo que es interesante de Vicens es algo que se nota mucho en El libro vacío: ella logra penetrar en el mundo masculino no para criticarlo sino para entenderlo”.
Aun cuando también pueden percibirse ciertas críticas sutiles hacia ese protagonista obsesionado en escribir una novela que parece estar fuera del alcance de sus posibilidades, Riebová destaca que lo que se termina imponiendo es el entendimiento de ese hombre que, por otro lado, no se corresponde tanto con la idea del típico macho mexicano. En su opinión Vicens se identifica más con José García que con su mujer, ya que, al igual que él, ella también tuvo que luchar contra los límites impuestos por su propio destino.
Comala en Chequia
Markéta Riebová fue una de las fundadoras en 1992 de la compañía TEATRO BUFO de la Universidad Masaryk de Brno con la que, junto a sus colegas, representaron distintas obras emblemáticas como Romancero gitano de Lorca. Es decir, que mientras actuaban iban perfeccionando su conocimiento del español. Actualmente, Riebová da clases de literatura hispanoamericana en la Universidad Palacký de Olomouc y revela que un libro como Pedro Páramo al principio puede resultarle complicado a los estudiantes debido a su compleja estructura y, sobre todo, por sus límites difusos entre el mundo de los muertos y el de los vivos.
“Pero luego llega ese momento tan interesante en que un texto que refleja el sustrato cultural mexicano logra transponerse a la realidad centroeuropea debido a otras cuestiones: aquí, también en el sustrato de la memoria, queda vigente la violencia de las dos guerras mundiales, la gran violencia institucional de los estados que luchan entre sí pero también se une con la violencia entre vecinos que tienen cuentas desajustadas y se aprovechan de la situación general y saldan las cuentas, lo mismo que pasaba en la niñez de Rulfo cuando la violencia generalizada causó el asesinato de su padre por parte de un hombre joven del pueblo vecino, dejando sin padre a un niño de seis años”.
En ese sentido, asegura Riebová que el espacio se vuelve muy importante porque lleva a imaginar lo que antes existía y ya no está más. Y destaca que, al igual que en Comala, en el centro de Europa hubo pueblos quemados por la violencia nazi, o alemanes desalojados después de la Segunda Guerra Mundial a manera de revanchismo. Incluso adelanta un proyecto muy interesante: llevar a sus estudiantes a recorrer el pueblo Javoříčko que, a finales de la guerra, fue arrasado por los nazis. En su opinión, la experiencia de imaginar ese sitio lleno de casas y personas podría acercar a sus estudiantes a lo que vive Juan Preciado al llegar al pueblo fantasma de Comala con la idea de encontrar un espacio paradisíaco. De la misma forma, explica Riebová que su infancia en la ciudad de Orlová la ayudó a comprender, en algún punto, la literatura latinoamericana.
“Mi lectura de Cien años de soledad de García Márquez se basa en mi experiencia de vivir en un lugar que, debido a la explotación industrial, se termina hundiendo. Al principio cuando se inicia esa fiebre trae mucha hojarasca y riqueza a tal punto que el minero era la persona más importante, pero la situación no podía durar: hoy en día queda una sola mina ahí, gente sin trabajo, el paisaje destruido”.
A pesar de que la célebre novela del Premio Nobel colombiano fue una de las primeras lecturas que le despertaron interés en las obras latinoamericanas, en la vida de Markéta Riebová hubo un momento crucial que la llevó a especializarse en la siempre interesante literatura mexicana. En 1998 ganó una beca para estudiar en la Universidad Veracruzana de Xalapa, donde además de leer muchísimos autores, conoció en persona al escritor Sergio Pitol que, además de ganar también el premio Xavier Villaurrutia, fue embajador mexicano en Praga entre 1983 y 1988. Riebová tradujo para la revista Host su relato “El oscuro hermano gemelo“ donde, en cierta forma, aborda esa experiencia como embajador pero también Los rituales del caos de Carlos Monsiváis, uno de los autores que más trabajó ya que, en su libro Retos de representación, aborda las distintas modalidades en que Monsiváis y Octavio Paz tematizan la historia mexicana. Riebová ofrece también algunos cursos de literatura mexicana y chicana en la Universidad Palacký y asegura que durante esa experiencia de estudio en México descubrió también un fuerte elemento en común con su país.
“Mi lectura de Cien años de soledad de García Márquez se basa en mi experiencia de vivir en un lugar que, debido a la explotación industrial, se termina hundiendo”.
“Y ahí también me topé con otro gran tema que resonó en mí y era el año 68 porque en el otoño de 1998 por primera vez, después de treinta años, y con la cercanía de la caída del régimen del PRI, hubo varios actos en la universidad en recuerdo del año 68: participé, veía documentales, escuchaba charlas. Otra vez me quedó claro cuán cercana puede ser la historia de un país tan lejano como México a la historia de mi propio país”.
En su opinión, tanto México como Checoslovaquia compartían no solo el hecho de ser periféricos sino también su complicada situación que le daba al movimiento de derechos humanos en esos sitios una dimensión extra de significado respecto a lo que empezaba a trascender desde Francia o Estados Unidos. En México por las condiciones que imponía el anquilosado régimen del PRI y en Checoslovaquia por las profundas consecuencias de la ocupación soviética.