La feria de San Mateo y sus cambios de sede y de forma

Entre las festividades cristianas más populares siempre ha estado la consagración de todo tipo de iglesias, tanto parroquiales, como conventuales y colegiales. La fecha seleccionada para semejante acto era la de la fiesta onomástica del santo al que sería consagrada la iglesia en cuestión. A lo largo de los siglos, la fantasía popular fue enriqueciendo estas festividades religiosas con muchas costumbres y tradiciones, de manera que se fueron diferenciando cada vez más de las formas originales, es decir, de realizar la consagración del templo precedida por una procesión de creyentes. La versión popular checa actual de la procesión es la feria, y por supuesto, sin tener nada en común con ninguna iglesia, aunque sí iniciada el día del onomástico de un santo. Entre las tantísimas ferias que se realizan en la República Checa para el disfrute de grandes y chicos y de clanes familiares enteros destaca la de San Mateo.

La feria de San Mateo, iniciada el 24 de febrero, fue por mucho tiempo para los praguenses la primera feria del año y de la primavera. Erróneamente. La primavera astronómica empieza el 21 de marzo, casi un mes después, y antes de la de San Mateo, Praga era sede de las ferias de San Fabián y San Sebastián, sólo que éstas, al parecer, pasaban desapercibidas.

El Papa Clemente VIII autorizó en 1595 la organización de procesiones el día de San Mateo conducentes al montículo en las afueras de Praga en el que existía una iglesita románica que en el siglo XVIII fue reconstruida en estilo barroco. En ese lugar ubican las leyendas el escenario de la "guerra de las mujeres" encabezadas por Arka, en los albores de la existencia del Estado checo. Pero la feria de San Mateo, con sus variopintos puestos ambulantes en los que se vendía de todo lo imaginable, cambiaría su sede en varias oportunidades hasta terminar donde hoy: en el recinto ferial del barrio praguense de Holesovice. Y también su forma: hoy no son los puestos de vendedores ambulantes los que llaman la atención, sino los carruseles, montañas rusas y otras atracciones. Más modernos, pero igual de trágicos para los bolsillos.

Autor: Mónica Villegas Gallego
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