La ciudad de Bechyne

El palacio de Bechyne, foto: Michal Ritter, CC BY 3.0 Unported

En esta edición visitaremos la ciudad de Bechyne conocida sobre todo por el palacio del mismo nombre cuya fachada renacentista destaca en medio del paisaje barroco de Bohemia del Sur. Nos acompañará por la ciudad la guía turística, Jirina Trcková.

La historia de la ciudad de Bechyne se remonta a la Edad de Bronce, cuando las tierras checas empezaron a ser pobladas por tribus celtas. Numerosos hallazgos arqueológicos son testimonio de que la gente se asentaba, desde el siglo VII antes de Cristo, en el territorio entre el río de Luznice y el arroyo de Smutná, o sea en el lugar donde más tarde fue fundada la ciudad de Bechyne.

El palacio de Bechyne,  foto: Michal Ritter,  CC BY 3.0 Unported
Jirina Trcková afirma que éstos se están descubriendo hasta hoy en día, especialmente durante las reparaciones del alcantarillado municipal.

"En la plaza central de nuestra ciudad hay una casa cuyo propietario es empleado del Museo regional. Él compró la casa en un estado muy devastado y se puso de inmediato a, digamos, hacer una exploración arqueológica privada de su subsuelo, hallando un sinnúmero de objetos de los siglos seis y siete después de Cristo que pertenecían a las tribus eslavas".

En el lugar en el que en la actualidad se encuentra la ciudad con su dominante palacio renacentista de Bechyne, en los albores de la historia de la nación checa, había una fortaleza románica que pertenecía a los Premislitas, príncipes de Bohemia.

A mediados del siglo trece, el rey Premysl Otakar II Premislita hizo de la fortaleza un castillo gótico, invitando a los minoritas a asentarse en su alrededor. El feudo de Bechyne cambió varias veces de dueño, siendo poseído tanto por el obispado de Praga como por los burgraves que servían a la dinastía real checa. Figuró entre ellos la familia noble de los Bechini que puso nombre a la ciudad y al castillo, reconstruido en el siglo XVI como palacio renacentista.

Bechyne
Después de extinguirse los Premislitas por línea paterna, en 1306, el poder en el Reino de Bohemia pasó a otra dinastía real, los Luxemburgos. Ya durante el reinado de los Premislitas empezaba a crecer alrededor de las murallas del castillo de Bechyne la ciudad a la que, según explica Jirina Trcková, Juan de Luxemburgo le otorgó, en 1323, los fueron reales de ciudad medieval y mandó amurallarla.

"Las murallas no se han conservado, con excepción de dos bastiones. Uno formó parte de una fábrica de cerveza municipal que se construyó allí en el siglo XIX, convirtiéndose cien años después en la sede de la Galería de Cerámica. El otro sirve como hotel".

Jirina Trcková destaca que el castillo fue asediado varias veces pero nunca fue conquistado.

"Quienes lo sitiaron con mayor violencia fueron los husitas, partidarios del movimiento religioso reformador de la primera mitad del siglo XV. Pero tampoco ellos lograron conquistarlo, ya que el castillo está protegido por rocas de sesenta metros de altura que bajan abruptamente sobre el río".

La ciudad vivió su apogeo desde principios del siglo catorce, bajo el dominio de la estirpe aristocrática de los Sternberg, que ocuparon altos cargos en el Reino de Bohemia. Fue sobre todo Ladislav de Sternberg que en los primeros dos decenios del siglo XV otorgó a la ciudad una serie de privilegios, tales como los derechos de celebrar ferias y de producir hierro, contribuyendo a su prosperidad económica.

"La era de oro empezó para la ciudad, no obstante, en 1569, cuando adquirió el castillo Petr Vok, de la poderosa estirpe de los Rozmberk cuyos feudos se extendían en toda Bohemia del Sur. Los Rozmberk acuñaban su propia moneda y disponían de su propio ejército y claro está que cuando Petr Vok hizo de Bechyne su sede representativa, contribuyó a su gran florecimiento".

Petr Vok
La decadencia afectó a la ciudad a mediados del siglo XVIII, cuando la comarca de Bechyne dejó de existir como unidad administrativa, suprimiéndose asimismo la sede del gobernador de la comarca en la ciudad de Bechyne.

"La ciudad respiró nuevamente a finales del siglo XIX, cuando las manufacturas se modernizaron y se introdujo la producción industrial. Bechyne destacó sobre todo por su industria cerámica y también sus baños medicinales se hicieron más conocidos".

Los primeros establecimientos surgieron a mediados del siglo XVIII, pero de los efectos curativos de las fuentes locales se sabía ya un siglo antes, siendo aprovechados por los burgueses y la baja nobleza.

Los edificios en los que se practicaba la balneoterapia, se construyeron a principios del siglo veinte. Pero como los baños fueron propiedad de la finca que los arrendaba por un período de dos o tres años, se trataba de unas pequeñas casitas de madera en las que se hacían solamente los procedimientos balneoterapéuticos más simples, mientras que los pacientes eran obligados a alquilar habitaciones en casas particulares.

"En los años treinta del siglo pasado el empresario Krátký compró los baños, construyendo apartamentos para los clientes, así como un moderno pabellón en el que concentró todos los procedimientos. Tras llegar al poder los comunistas en 1948, los baños le fueron expropiados. Y, después de la Revolución de Terciopelo de 1989, los recibió en la restitución".

Actualmente se construye un nuevo pabellón que debería inaugurarse en otoño. Mientras que ahora los baños pueden atender a no más de 200 pacientes con enfermedades del aparato motor al año, después de su ampliación se atenderán hasta el doble de personas.

Jirina Trcková señala que Bechyne puede enorgullecerse también con el ferrocarril electrificado más antiguo en el Imperio Austro-húngaro que desde 1903 unía a esa ciudad con la ciudad de Tábor, distante 30 kilómetros.

"Según los planes originales debería haber sido un ferrocarril a tracción de vapor, pero el constructor e inventor checo, Frantisek Krizík, impuso que fuera electrificado. Él mismo construyó la locomotora eléctrica y que hoy en día está expuesta en el museo local. Los habitantes le pusieron el nombre gentil, Elinka, y todos están muy orgullosos de tenerla precisamente en Bechyne".

Los vecinos de la ciudad fundaron incluso el Círculo de Amigos de Elinka que cada verano organiza recorridos en trenes históricos.

Aunque Frantisek Krizík no fue oriundo de la región de Bechyne, pasó allí su vejez, construyendo para su esposa una villa veraniega a orillas del río Luznice. También ésta fue expropiada por los comunistas, sirviendo bajo el antiguo régimen totalitario como casa de recreo para los artistas checos.

"Hoy en día está nuevamente en las manos de la familia Krizík, vive en ella la bisnieta de Frantisek Krizík, Helena Smauzová. Es ceramista y en la villa tiene su taller. La señora Smauzová vivió muchos años en Canadá y su obra destaca por numerosos motivos indoamericanos. Su hija sigue viviendo en Canadá y trabaja como médica en las tribus indígenas que habitan la provincia de New Foundland".

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