La checa que se enamoró de Málaga
Hace siete años llegó por primera vez invitada por una amiga y, desde entonces, Lenka Müllerová no se había podido sacar la idea de vivir alguna vez en Málaga. Hasta que este mismo año decidió animarse y probar suerte en esa ciudad que, tal como ella misma dice, tiene absolutamente de todo y queda muy cerca de innumerables sitios interesantes.
De alguna forma, Lenka Müllerová logró hacer justicia a la riquísima diversidad de la lengua española a lo largo de su propia vida: empezó a aprender español gracias a telenovelas latinoamericanas como Esmeralda y Muñeca brava y, con el tiempo, eso mismo le permitió hacer realidad, hace ya cuatro meses, su deseo de vivir algún día en la ciudad de Málaga.
“Hace siete años una amiga me invitó a Málaga para ver la ciudad, me dijo que era una ciudad maravillosa y que me gustaría y entonces me fui. Me gustó mucho y luego fui otra vez dos años después, y otra vez al año siguiente. El clima es increíble porque aquí en Praga me hace falta el sol, la comida está muy buena, la gente es amable y si hablas español te aman”.
“En Málaga hay de todo y además puedes viajar a muchos lugares como Granada, Córdoba, Sevilla, Cádiz, todo está cerca”.
Desde entonces, reconoce que la posibilidad de ir a vivir a Málaga nunca dejó de rondar su cabeza aunque se trataba de una decisión difícil porque toda su vida la había pasado en Praga con su familia y sus amigos. Sin embargo, impulsada por una pelea con su jefe en su último trabajo, hace unos cuatro meses tomó una decisión que pareció mucho más repentina de lo que en realidad era. Cuenta que el primer mes se dedicó, sobre todo, a relajarse y tratar de conocer a mucha gente y, entonces, descubrió una particularidad de Málaga de la que no se había percatado antes como turista.
“Primero conocí a una chica alemana que tiene un grupo de amigos y nunca se sabe quién va a venir con ella, pero suelen ser personas de todos los países, de todo el mundo, entonces es bonito ver otra gente porque cada persona viene a Málaga sola y todos quieren conectarse con otras personas”.
Por otra parte, Lenka tiene la sensación de que, desde hace un tiempo, muchos extranjeros han coincidido en elegir Málaga como ciudad de residencia. En su opinión muchas de las personas que viven en el norte de Europa y tienen buen poder adquisitivo pero no están contentos por la falta de sol y de luz quieren vivir en Málaga o, por lo menos, en Andalucía, cuyo gran encanto radica en su opinión en combinar lo árabe con lo europeo. Lo cierto es que la sola mención del nombre Málaga le hace brillar los ojos a esta checa que, tal como ella misma explica, está feliz de vivir en una ciudad para nada ajena que llegó a conocer como la palma de su mano.
“Fui como cinco veces de visita y me hace sentir como en casa, por el sol, por el mar, las montañas grandes como es el caso de Sierra Nevada, que está cerca. Así que hay de todo y además puedes viajar a muchos lugares como Granada, Córdoba, Sevilla, Cádiz, todo está cerca”.
Sin embargo, el hecho de que últimamente Málaga haya recibido a tantos extranjeros tiene para Lenka sus ventajas, por supuesto, pero también algunas contras. Por ejemplo, está convencida de que, luego del covid, aumentaron considerablemente los precios de los alquileres que hoy, según cuenta, suelen ubicarse entre los cuatrocientos y los quinientos euros al mes.
“Y la gente española no puede pagar esos precios, es como lo que pasó en Praga: los precios subieron bastante y si quieres vivir solo es muy difícil, tienes que vivir fuera de la ciudad o compartir un apartamento con otra gente”.
Pasión por el baile latinoamericano
Lenka es fanática de las danzas latinas, en especial de la salsa y la bachata porque el reguetón le resulta bastante vulgar. Lo cierto es que desde que vio en Youtube el video de una pareja bailando bachata quedó tan fascinada que, desde hace unos cuantos años, aprovecha toda ocasión que puede para ir a bailar. De hecho, no poder encontrar tantos sitios como los que hay hoy en Praga era una de sus principales preocupaciones a la hora de mudarse a su nuevo lugar en el mundo.
“Sí, en Málaga hay algo similar, hay sitios para bailar salsa y bachata, aunque a los españoles les gusta más el reguetón y mucha gente baila eso, pero también hay sitios para bailar salsa y samba. Lo único que no me gusta es que esos sitios están un poco alejados de la ciudad, entonces tienes que tener coche e ir con el coche. En cambio aquí en Praga tienes todo en el centro y puedes ir a pie”.
“Cuando ves tantos turistas que vienen a visitar Praga te das cuenta de que es especial”.
En contraste, tiene la sensación de que en Málaga suelen salir a bailar personas de todas las edades, mientras que en Praga la pasión por los ritmos latinos parece imponer un claro límite de edad que, en su opinión, no suele superar los 45 años. Y en ese sentido otra diferencia curiosa que nota es que, en su opinión, las señoras mayores de España suelen arreglarse mucho más que en República Checa.
“Porque tienen maquillaje, el pelo perfecto, una ropa buenísima aunque no sea necesariamente cara pero sí con estilo; mientras que aquí en República Checa, luego de tener hijos, a algunas mujeres ya no les importa cómo se ven; creo que se cuidan muy bien las españolas, sí, es verdad”.
La nostalgia checa
A pesar de que muchas personas siguen teniendo el prejuicio de que los checos suelen ser fríos y sin emociones, reconoce Lenka Müllerová que ellos también sienten una gran nostalgia al salir de su país, algo que percibe no solo en la necesidad de consumir productos que les recuerden a su hogar, sino también en el hecho de que, al volver de visita, se quedan sin palabras al reencontrarse con el centro histórico de su ciudad.
“Cuando estás cerca del puente y miras el río, el Puente de Carlos y el Castillo, pasa algo increíble, especialmente por la noche. Siempre que veo eso me siento en paz porque tengo mucha historia aquí en Praga y la ciudad en sí es muy antigua y tiene mucha historia y cuando ves tantos turistas que vienen a visitar tu ciudad te das cuenta de que es especial porque mucha gente quiere ver el sitio donde vives”.
En cuanto a la lengua española afirma Lenka que, por ahora, no ha tenido grandes inconvenientes y asegura que empezó a tomar confianza cuando tanto en el control de inmigración como en la oficina de empleo la felicitaron por hablar tan bien. Por otro lado, está convencida de que uno de los grandes beneficios de su experiencia de vida en Málaga es, justamente, el hecho de que su nivel de español siga mejorando a pasos agigantados. Eso sí: reconoce que el característico modo de hablar andaluz, a veces la lleva a no terminar de darse cuenta, en una frase, dónde empieza y termina cada palabra.