La caja de pandora

Sabina Slonková, Foto: CTK

El trabajo de los periodistas es sin lugar a dudas fascinante, pero muchas veces peligroso, como lo ha demostrado la historia. Muchos periodistas han perdido la vida en el cumplimiento de su deber, y ello ha sido frecuente, por ejemplo en campos de batalla, así como consecuencia de regímenes dictatoriales. No obstante, hay muchos que han estado en peligro de muerte en tiempos de paz y en un país democrático.

Impactante, escandalosa, inesperada resultó la noticia sobre los preparativos para asesinar a la periodista checa Sabina Slonková del influyente diario Mladá Fronta Dnes.

Sabina Slonková,  Foto: CTK
Ella no se lo creía. Cuando agentes secretos le informaron que su vida corría peligro, pensó que se trataba de una broma de mal gusto. Sabía que no había hecho nada más que cumplir con su trabajo.

Los agentes le informaron que el asesino a sueldo, contratado para deshacerse de ella había decidido entregarse y revelar la trama para "salvar su pellejo".Acto seguido la periodista Sabina Slonková fue protegida día y noche por agentes de policía.

Todo recordaba el guión de una película mala. El asesino a sueldo se lo piensa y le salva la vida a la que debía ser la víctima. Si se hubiera tratado de una película de Hollywood, una música romántica, en sistema dolby, invadiría la pantalla y los protagonistas se abrazarían en un espectacular beso en technicolor...

Pero la realidad, casi siempre es muy diferente y ese fue el caso de Sabina Slonková, salvó su vida porque el asesino a sueldo sospechó que después de hacer "su trabajo" se convertiría en un testigo incómodo.

Todo este caso se complicó al salir a la luz quién o quiénes estaban detrás de todo el asunto. Ni más ni menos que el ex secretario general del Ministerio de Relaciones Exteriores checo, Karel Srba, el funcionario considerado "la mano derecha" del ministro Jan Kavan.

El "pecado" de la periodista Slonková fue hacer su trabajo que le llevó a descubrir que una serie de maquinaciones, especulaciones y negocios ilícitos conducían a una misma dirección a Karel Srba, el hombre clave del Ministerio de Relaciones Exteriores checo.

Sabina Slonková acertó, puso en evidencia que algo no andaba bien, y que el funcionario ministerial había empezado a amasar una fortuna que no derivaba de su trabajo ni remuneración.

Asesino de Slonková Karel Rziepel,  Foto: CTK
Según informaciones facilitadas por la policía, Karel Srba expresó sus inquietudes a su supuesta compañera sentimental, Eva Tomsovicová que figuraba como dueña de una empresa que servía como mampara para negocios del funcionario.

La empresaria Eva Tomsovicová dijo que no había de qué preocuparse y buscó a dos "empresarios de confianza" que se encargarían de hacer el trabajo sucio.

No obstante, uno de ellos optó por contratar a su propio cuñado, un conocido drogadicto que supuestamente era capaz de cualquier cosa.

Lo que no sabían es que el hampón era un soplón de la policía y que además comprendió que después de hacer su trabajo, o sea, asesinar a la periodista incómoda, él mismo se volvería innecesario.

El operativo de la policía fue sumamente profesional, ocultaron a la periodista amenazada, al estilo Silvester Stallone en la película "Eraser" e hicieron creer a los autores intelectuales del intento de asesinato que todo había sido consumado.

Los investigadores se tomaron el tiempo necesario para seguir al grupo y cuando fueron a detener a Karel Srba, al hombre fuerte del Ministerio de RR.EE. checo le inacutaron un millón de dólares en efectivo, un revólver y dos sofisticadas armas disfrazadas de plumas fuentes.

El escándalo ha sido de tan grandes dimensiones que el propio presidente de la República, Václav Havel, recomendó al ex ministro Jan Kavan que renunciara a la presidencia de la Asamblea General de la ONU, puesto al que fuera electo recientemente.

Otro de los momentos clave del escándalo fue que el asesino a sueldo debía hacer volar a la periodista cuando ella viajara en su automóvil, para ello recibió Semtex, el peligroso explosivo plástico checo, de uso exclusivo del Ejército, pero que durante la época comunista cayera también en manos de grupos extremistas.

Jan Kavan y Cofi Annan,  Foto: CTK
Todo el asunto está ahora en manos de investigadores del Servicio de Inteligencia, ya que Karel Srba había trabajado precisamente para dicho Servicio.

El escándalo ha pringado sobre todo al ex ministro de Relaciones Exteriores Jan Kavan, al que los círculos de la disidencia anticomunista siempre vieron con cierta desconfianza por diversos escándalos en los que, a pesar de que no se probó nada, se le vinculó con la policía política comunista.

Las investigaciones continúan, y algunos expertos no ocultan su temor de encontrarse con la caja de pandora de la política checa.

Autor: Federico Picado
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