Josef Václav Myslbek
Josef Václav Myslbek es considerado el fundador de la escultura moderna checa. Fue un artista dotado de un extraordinario talento y voluntad excepcional. El 2 de junio transcurrieron 80 años de su muerte.
Praga fue el lugar de mayor importancia en la vida de Myslbek, le vio nacer el 20 de junio de 1848. Creció en el seno de una familia pobre y los esfuerzos de sus padres por proporcionarle una buena educación fracasaron a causa de la falta de dinero.
La madre de Myslbek deseaba que su hijo se hiciera zapatero pero el joven Josef optó por iniciar el aprendizaje en el taller del escultor Tomás Seidan, con quien viajó a Viena, donde estudió y trabajó durante dos años.
Entre 1868 y 1871 Myslbek estudió en la Academia de Artes de Praga, puesto que en aquel entonces en la Academia no existía escuela de escultura. Después emprendió un viaje de estudios por Alemania.
Si Myslbek se hubiera conformado con los conocimientos adquiridos en la Academia, nunca habría pasado a ser el destacado regenerador del arte plástico checo que fuera. Su ansia por conocer más le indujo a realizar estudios de fotografía y literatura relacionados con el arte plástico mundial antiguo y contemporáneo.
Un hito importante en la vida del escultor lo representó su viaje a París en 1878, viaje que emprendió en compañía del pintor checo Frantisek Zenísek. Pese a la breve estancia en París, Myslbek se convirtió en un gran admirador del arte plástico francés.
La época romántica de la juventud de Myslbek quedó plasmada para siempre en el grupo de esculturas que hiciera para el puente Palacký, de Praga. Para el Teatro Nacional, Myslbek esculpió entre 1871 y 1872 las estatuas tituladas Drama y Ópera.
Entre sus obras más conocidas figuran también los bustos de Frantisek Palacký y de Federico Smetana, la estatua de bronce del cardenal Schwarzenberg, que se encuentra en la catedral de San Vito, en Praga, el monumento al poeta romántico Karel Hynek Mácha, y otros.
No obstante, la obra maestra y también más conocida de Josef Václav Myslbek es, sin lugar a dudas, la estatua ecuestre del patrono de la nación checa San Venceslao, ubicada en la plaza del mismo nombre en Praga. En esta obra Myslbek estuvo trabajando desde 1883 hasta su muerte, acaecida el 2 de junio de 1922.
Myslbek estudió no sólo la vestimenta de la época de San Venceslao, sino también "y sobre todo" el aspecto del propio rostro del príncipe.
Las cuatro esculturas de los santos checos Ludmila, Inés, Procopio y Adalberto que rodean al patrono checo, son muy simples. No obstante, en su concepción artística expresan una gran majestuosidad.
Los esfuerzos de Myslbek por hacer una escultura a la altura que se esperaba de él dieron su fruto. La monumental escultura ecuestre del patrono checo San Venceslao fue develada solemnemente en 1913 para convertirse con el correr del tiempo en un verdadero símbolo para la nación checa. Al pie de la misma suelen reunirse los checos en momentos cruciales de su historia, como también en los días de fiesta.