Jablkoñ, un grupo difícil de definir que va del folk al rock

Jablkoň

Podría decirse que el grupo Jablkoñ está en todas. Ha sido huésped de festivales de rock, folk y jazz. Ha estado presente en grabaciones de música clásica y de bandas sonoras para películas.

Hasta la fecha resulta difícil ubicar a Jablkoñ en un estilo musical. Sus álbumes son tan diferentes unos de los otros que alguien puede decir que se trata de una banda folk, mientras que otro asegura que es un grupo de jazz.

En el fondo es las dos cosas y mucho más. Surgió en 1977, lo fundaron un matemático, un cartero y un actor. Quizá a eso responda su estilo variopinto.

A finales de los años 80 Jablkoñ dominó en los festivales de música folk, pero se dio sus escapadas y alternó en festivales con los roqueros más duros del momento. Se ganaron las simpatías del gran público a varios niveles.

La primera señal de que el grupo había empezado a perfilarse entre decenas de bandas establecidas en el mundo del espectáculo nacional, se dio al lanzar su primer álbum ‘Devatá Vlna’ (La novena ola).

Fue entonces cuando la televisión la radiodifusión checas descubrieron al grupo que había aparecido en una recopilación de bandas europeas de música ‘underground’

Sin duda el gran salto de Jablkoñ tuvo lugar en un festival internacional en Dinamarca. Alternaron con grandes estrellas como Joe Cocker, Suzanne Vega y Gipsy Kings.

El fin del comunismo en Checoslovaquia, en 1989, representó para Jablkoñ, al igual que para todos los artistas y ciudadanos en general, un momento clave, la democracia trajo libertad de expresión y de movimiento.

Los músicos empezaron a viajar a y a participar en festivales por el todo el mundo. Los escenarios de Bélgica, Holanda y Alemania se convirtieron pronto en lugares familiares para Jablkoñ.

Un proyecto exitoso tuvo lugar en 1991 con la integración temporal al grupo del violinista Jaroslav Svěcený, uno de los grandes virtuosos del país. El proyecto terminó con el lanzamiento del disco Jablkoñ y Svěcený.

Se trató de una fina y acertada combinación en la que la música clásica del violinista entrelazó con los ritmos de Jablkoñ y viceversa. Fue un proyecto atrevido pero con muy buenos resultados.

Este tipo de cooperación funcionó más allá de lo esperado y el grupo se presentó en Fráncfort, Alemania, con la Orquesta Sinfónica FISYO en un festival de música clásica dedicado a Bach.

‘Jablkoñ Sinfónico’ se llamó el álbum que recogió ese periodo del grupo. Muchos de sus seguidores expresaron entonces que la música clásica había ganado una nueva banda, pero que el jazz, el folk y el rock perdían a uno de sus grupos más multifacéticos.

La sorpresa llegó cuando nadie la esperaba y el grupo sacó un disco de canciones, demostrando que todavía existía y que su estilo seguirá siendo el mismo, indefinible, una temporada será clásica, otra rock, otra folk y quién sabe cuántas cosas más…

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