¡Hola! ¿Cómo estás?

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Maxen Berre, nacido en La Habana hace casi tres décadas, nos confiesa que nunca ha perdido su identidad y el espíritu caribeño. El destino le llevó a mudarse en varias ocasiones de país, primero a los Estados Unidos, donde vivió gran parte de su vida, y posteriormente a Praga, donde estudia desde hace varios meses. Max es además un descendiente lejano de piratas franceses, según dice, que se radicaron el siglo pasado en su natal Cuba.

Tu llegaste a la República Checa con la intención de estudiar, concretamente en la Universidad Carolina de Praga. ¿Qué ha representado para ti este cambio, tu convivencia con los checos, cómo te adaptaste?

"Bueno, fue un choque cultural. Primero por el idioma, el clima, al inicio fue difícil llegar a conocer a los checos porque estudio principalmente con estudiantes extranjeros".

¿Y en qué idioma te comunicas, en inglés?

"En inglés, aunque tomé un semestre de idioma checo, sé solamente lo básico para sobrevivir".

¿Qué estudias en Praga y por qué elegiste precisamente este país para llevar a cabo tus estudios?

"Economía y ciencias políticas. Elegí la República Checa porque siempre quise venir a estudiar a Europa. Debo decir que hace tres años yo viví en Bruselas y también una temporada en Eslovaquia, y puedo decir que de los dos me gustó más vivir en Eslovaquia".

¿Por qué?

"Encontré la cultura más abierta, también me gustó más el clima. Aunque debo decir que me hallaba viviendo en una aldea húngara, por lo tanto habían diferencias culturales notables con relación al resto de Eslovaquia y también con los checos. Aquí la gente me parece más fría, pero también descubrí que los eslovacos son bastante complicados en cuanto al tema de sus relaciones con Hungría, se ponían molestos al decir que viví en una aldea húngara".

¿Cuál crees que es la razón de esa molestia?

"Se trata principalmente de rencillas históricas. Durante el imperio Austro-Húngaro Eslovaquia fue parte de Hungría, país que frenó el desarrollo cultural e intelectual de los eslovacos. Los húngaros representaban la elite de ese país, esas son quizá las principales razones del problema étnico entre ambos países".

¿Qué planes profesionales tienes? ¿Piensas volver a Washington DC, donde vive tu familia? Entiendo que trabajas para una ONG checa dedicada a promocionar los derechos humanos en el mundo y tu concretamente te interesas por la situación de tu país de origen, Cuba.

"A largo plazo prefiero quedarme en Europa, tengo pensado regresar a Bruselas después de graduarme. Con respecto al tema de los DD. HH. en Cuba, espero que lo que se hace hoy sirva para romper esa suerte de dicotomía en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba".

¿Cuál es tu visión acerca de las relaciones entre ambos países?

"Creo que es muy desafortunado, si los EE. UU. tomase una posición un poco más suave sería aún posible ejercer algún tipo de influencia sobre el régimen cubano. Washington es capaz de ejercer mucha influencia. Con su política actual, influencia no está teniendo".

¿Por qué crees que los EE. UU. sigue siendo partidario de una posición dura frente al gobierno de La Habana?

"Yo diría que todo comienza cuando se pretende definir que Estados Unidos es una democracia. Especialmente los cubanos que residen en Miami opinan que hay que ser duros y hostiles con el castrismo y de esa forma va a mejorar la situación en la isla. Y como su voto y su participación política es muy importante durante cualquier elección, la situación se mantiene así".

¿Cómo sería entonces la política norteamericana hacia Cuba de no existir presión de parte de los grupos de cubanos en el exilio?

"Sería muy diferente, me puedo imaginar que sería similar a la relación que tienen los EE. UU. con Vietnam. Habría una suerte de política de compromiso, es decir "Si ustedes pueden mejorar un 20%, nosotros cedemos un 20%. Es de hecho lo que yo estoy viendo que ocurre también con el resto de países comunistas, excepto Corea del Norte".