“He traído 800 bebés checos al mundo”
César Fernández Bazán es un médico ginecólogo peruano graduado en la República Checa, quien tras casi 14 años de vida en Europa Central, se apresta a volver a su país natal. Trujillano de origen y de corazón, el doctor Fernández quiere ahora brindar todos sus conocimientos al desarrollo del Perú.
“Yo estudiaba medicina en Perú, dos años, iba para el tercer año y decidí venir acá a Europa gracias a una beca de la UNESCO y de la República Checa obtenida hace 14 años. Y ya está, vine acá, a una universidad de mucho prestigio, y todo fue en idioma checo. Ha sido difícil eso sí, pero siempre con el anhelo de hacer todo lo posible para poder regresar a mi país a brindar mis conocimientos”.
César Fernández llegó a la ginecología casi por accidente. En principio había elegido urología como su especialidad, pero una serie de hechos fortuitos le llevaron hasta la gineco-obstetricia. Y no se arrepiente.
“Sí, mi trabajo es traer bebés, tengo 800 partos hechos por mí mismo. Es decir, he traído 800 niños checos a este mundo. No yo, pero he ayudado. Después me encargo de la oncoginecología, o sea operaciones de cáncer al cuello uterino, a los ovarios, al útero. Y ahora gracias a un gran maestro que tengo, el doctor Krejča, un excelente cirujano plástico, estoy haciendo un poco de ginecología plástica con él”.César Fernández es moreno y bajo de estatura. Antes usaba barba y el pelo largo. Ese mismo aspecto le ayuda en el momento del parto.
“Cuando viene la paciente con dolores y después la enfermera me llama, la paciente piensa que es un médico checo el que la va a atender. Pero cuando me ve a mí, bueno, ahora tengo el pelo corto, antes lo tenía largo y usaba barba, entonces cuando me ve a mí, la impresión de verme, de ver a un extranjero, prácticamente se le van los dolores y eso para mí es una gran terapia (ríe)”.
Fuera de bromas, el doctor Fernández está muy orgulloso de su labor y muy feliz con todos los bebés que ha traído al mundo.“Gracias a Dios, estos 800 bebés que he ayudado a traer al mundo, personalmente, hasta ahora están en buena salud y los padres siempre me llaman, me escriben, me invitan a cenar, siempre hay un contacto con ellos y esa es mi mejor recompensa”.
Además, es un gran admirador de los médicos checos y está muy agradecido por todo lo que ha aprendido aquí.
“Es muy interesante la manera en que los checos, a pesar de tener muy poco dinero en comparación a otros médicos de Europa, son muy pegados a la ciencia. Son doctores que siempre están estudiando, siempre están actualizándose, yendo a congresos. Ellos aman mucho su trabajo, la especialidad y la ciencia, sobre todo. Eso es lo que yo admiro de los médicos aquí, que ven a un paciente y tratan de la mejor manera posible estar actualizados para dar el mejor resultado en su terapia”.
Y le gustaría que el sistema de salud checo fuera aplicado en su Perú natal.
“El sistema de salud checo es un sistema que me gustaría que algún día funcione en mi país. Es un sistema de salud socialista en el cual el paciente tiene todos los cuidados, sin importar si eres pobre, rico o de clase media. Tú recibes la misma oportunidad que cualquier ser humano y eso pienso que se llama democracia, algo que en muchos de nuestros países falta. Admiro el sistema de salud checo, veo que cada día están progresando, tiene mejores aparatos y los médicos son de calidad A1”.El doctor Fernández, para ampliar sus conocimientos, trabajó más de un año en distintos hospitales alemanes. Y asegura que el sistema de salud checo no tiene nada que envidiarle al alemán.
“En absoluto. Yo he estado en Alemania trabajando y tienen mejores aparatos, más nuevos, porque ahora la tecnología llega rápido. Pero la República Checa está avanzando también. Y la manera de determinar un diagnóstico aquí en Chequia es más rápido y los doctores tienen más experiencia aquí”.
El próximo 27 de mayo, César Fernández vuelve a su querido Perú. Será un reencuentro anhelado: quiere aportar con sus conocimientos para el desarrollo de su país. Su primer destino será Pucallpa, en la selva peruana. Un bonito desafío. ¡Buena suerte, doctor Fernández!