Fundador de la hispanística moderna de Praga
Desde su surgimiento en octubre de 1918, la ya hoy extinta República de Checoslovaquia se esforzó por intensificar sus relaciones culturales y económicas con España. Hasta 1933, se enseñaba en las escuelas superiores checas solamente la lingüística española. Pero esta situación cambió con la llegada del gallego Francisco Javier Fariña y Alonso.
El historiador y embajador de Checoslovaquia en Madrid, Vlastimil Kybal, estimuló a comienzos de los años treinta el proyecto de ampliación de los cursos de español también a la Universidad Masaryk de Brno.
La sección histórico-literaria del Ateneo de Madrid respetó la recomendación del célebre profesor español, Ramón Menéndez y Pidal, de colocar en el nuevo cargo universitario en Checoslovaquia al licenciado gallego, Francisco Javier Fariña y Alonso.
Tras la caída de la Monarquía española, el Ministerio de RR.EE. de la Segunda República nombró a Francisco Fariña, republicano y demócrata nato, como maestro del español en el extranjero. Francisco Fariña inició su carrera profesional en febrero de 1933 en la Universidad Masaryk, de Brno, donde desplegó una amplia actividad informativa y se casó con una sudetoalemana checa, cuya familia residía en la ciudad de Teplice, Bohemia Noroccidental.
En el semestre invernal de 1933-1934 Francisco Fariña comenzó a enseñar el español en la Universidad Carolina de Praga y la Escuela Superior de Comercio. Por ello se trasladó a la capital checa.
En Praga se dedicó al mejoramiento de los métodos de enseñanza del español e intentó escribir un manual propio. Fariña sabía inculcar en sus alumnos no sólo el amor por el idioma español, sino también por la literatura y la historia de su patria. Al mismo tiempo estaba dotado de un extraordinario talento para evocar las condiciones geográficas de la Península y sus problemas sociales.
Al estallar la sublevación militar de Francisco Franco en julio de 1936, el profesor Fariña se distanció de la mayoría de los empleados de la Embajada de España en Praga que se identificaban con el bando franquista.
La Checoslovaquia de entonces simpatizaba con la Segunda república, pero oficialmente aparentaba neutralidad, lo que significa que posteriormente, cuando los republicanos comenzaron a perder, entabló contactos también con los representantes franquistas en Burgos.
La embajada de España en Praga permanecía semivacante. El profesor Fariña fue solicitado para ejercer de encargado cultural. Con ayuda de algunos estudiantes checos publicaba un boletín informativo, y también escribía para la prensa checa muchos artículos sobre la situación en España. No era comunista, pero frente a los acontecimientos en Madrid, Valencia y Barcelona mantenía una distancia crítica. No perdía el optimismo, y para sus estudiantes, amigos y colaboradores siempre reservaba una copa de vino español, de Málaga o La Rioja.
Además de sus tareas diplomáticas y universitarias en Praga y Brno, Francisco Fariña empezó a dar clases de español también en la empresa Bata, con sede en la ciudad morava de Zlín. En esta ciudad formó un grupo de jovenes hispanistas checos quienes después de la Segunda Guerra Mundial fundaron la Cátedra de Hispanística de la Universidad Palacký, de Olomouc, y posteriormente también en Praga.
Según el testimonio del patriarca de los iberoamericanistas checos, el profesor Josef Polisenský, quien falleció a comienzos del año en curso, los esposos Fariña fueron padres muy ejemplares. Tuvieron tres hijos, y en la familia se hablaban tres idiomas: el alemán, el español y el checo.
El profesor Polisenský menciona, por ejemplo, un caso típico. Cuando uno de los hijos mayores quiso decirle a su padre en una oportunidad que el pequeño estaba llorando, dijo una frase en la que mezcló palabras en los tres idiomas: español, alemán y checo. "Papito, der Kleine rve."
La caída de Madrid y el Pacto de Múnich de 1938 impactaron mucho al profesor Fariña. Después de que el 17 de noviembre de 1939 los ocupantes hitlerianos clausuraran las escuelas superiores checas, Francisco Fariña continuó sus actividades docentes sólo en la empresa Bata, de Zlín.
A finales de la Segunda Guerra Mundial, en abril de 1945, la familia de Fariña fue transportada, junto con otros extranjeros, a Suiza. Al regresar en mayo de aquel mismo año, Fariña encontró su vivienda robada y ocupada por supuestos "antifascistas".
Con ayuda de sus amigos, y en especial del catedrático y romanista Václav Cerný, posteriormente corresponsal de la Academia Real Española y víctima de las persecusiones comunistas, el profesor Fariña obtuvo una vivienda provisional y volvió a la enseñanza universitaria.
Después del golpe de estado comunista, en febrero de 1948, Francisco Fariña, al igual que el catedrático Václav Cerný y muchos otros, fue expulsado de la Universidad Carolina. Posteriormente, este abuso de los nuevos "todopoderosos" fue revocado y Fariña volvió a las aulas, pero ya se preparaba para un nuevo exilio.
A comienzos de 1949, Fariña perdió, después de España, también su segunda patria en Checoslovaquia. La familia de Fariña partió para Venezuela, pero antes de arribar a las costas venezolanas, en el país se produjo en golpe de estado, y Fariña permaneció en Alemania.
El fundador del hispanismo e iberoamericanismo checos finalizó su carrera profesional ejerciendo de cónsul general de Venezuela en Bonn.