Fráňa Šrámek, el poeta pagano que buscaba encontrarse con Dios
El poeta checo Fráňa Šrámek falleció hace 70 años, dejando un legado literario de gran valor, con la libertad y la juventud como sus fuentes de mayor inspiración.
En la obra del poeta checo Fráňa Šrámek se puede intuir una búsqueda permanente por definir cuál es la verdadera naturaleza del hombre y los límites de su libertad. Los poemas y novelas del autor siguen vigentes a 70 años de su fallecimiento, en un mundo superficialmente distinto, pero siempre preocupado por los mismos temas.
Nacido en Sobotka el 17 de enero de 1877, su familia se mudó al pueblo de Písek cuando tenía 7 años. Desde entonces, el futuro artista ya se enfrentaba al modo de vida de una sociedad congelada en sus hábitos, prohibiciones y prejuicios. Su temprana sed de libertad lo enfrentó a su padre y sus maestros, a quienes era incapaz de respetar. La semilla del anarquismo empezó a brotar en su temperamento desde los comienzos de su vida.
Una vez finalizada su escolarización, el joven Šrámek se mudó a Praga para estudiar derecho, donde se hizo amigo de jóvenes partidarios de este movimiento, agrupados en torno al poeta Stanislav Kostka Neumann. En ese contexto, encontró la posibilidad de expresar públicamente sus opiniones, a pesar de que le costaban duras represalias: su comportamiento le valió múltiples estadías en la cárcel. El filósofo Václav Tomek evoca los objetivos del movimiento anarquista checo, en el que el valor de la libertad era innegociable.
“El anarquismo proclamaba la libertad del individuo. Para ellos, el individuo libre no debe verse obstaculizado por ninguna obligación ni ningún orden, ya sea político, religioso o de otro tipo. Atribuían gran importancia a su individualidad y libertad, y sostenían que la sociedad en la que les gustaría vivir en el futuro no debería estar controlada por el Estado. Exigían una sociedad en la que los individuos no se vieran obligados a vincularse según reglas fijas, de modo que no se sintieran limitados en sus decisiones. Asumieron que la sociedad de personas libres no necesitaría someterse a reglas, órdenes y prohibiciones, porque eso no sería compatible con la sociedad ideal que habían creado en su imaginación”.
Uno de los rasgos que más denotaban su ansia de libertad era su firme postura en contra de las guerras. Cuando Fráňa Šrámek fue obligado a hacer el servicio militar, sus opiniones fueron causa de reiterados castigos.
Sin embargo, la rebeldía no le alcanzó para escapar a la Gran Guerra y, contra su voluntad, se vio entre las filas del Ejército austríaco, con el que tuvo que pasar por los frentes de Galicia, Italia y Rumania. Estas terribles experiencias reforzaron su rechazo a la guerra y le hicieron apreciar los detalles simples de la vida, que magnificaría en sus poemas.
Tras el fin de la contienda, decidió alejarse de la vida pública para dedicarse por completo a la literatura.
En 1910, publicó la novela Viento de plata (Stříbrný vítr), en la que se inspiró en su vida como estudiante de secundaria en la ciudad de Písek. En esta historia, calificada de impresionista por la crítica, describe el aprendizaje de la vida de un estudiante que se parece mucho al adolescente que él mismo fue.
Lo obra se basa en los sentimientos más profundos del aprendiz y, especialmente, en su deseo de libertad. El texto explora los sentidos del joven, que se afilan y profundizan con el paso del tiempo y que terminan por formar al hombre en el que se convertirá por el resto de su vida. Jeník Ratkin, protagonista de la novela, sirvió de espejo para varias generaciones de jóvenes checos, inspirados por la prosa del autor.
A pesar de lo natural que puede resultar hoy hablar de sentimientos cambiantes durante la adolescencia, lo cierto es que la carga emocional que caracteriza el libro, así como la mayoría de las obras de Fráňa Šrámek, es excepcional en la literatura checa. El genial Karel Čapek fue uno de los referentes de la época que destacó este rasgo de la obra de su amigo. A la ocasión del sexagésimo cumpleaños de Fráňa Šrámek, Čapek redactó un texto para felicitarlo y declararle su admiración. En 1937, la esposa de Čapek, Olga Scheinpflugová, leyó aquellas palabras durante una emisión de la Radio Checa.
“Mi amigo Šrámek, ya sé que os sonrojaréis con desaprobación cuando oigáis o leáis estas palabras, que os sacudiréis y agitaréis la mano con impaciencia como diciendo: '¿Cómo os atrevéis a deslizaros en mi intimidad? ¿Qué te hice mal? 'Nada que hacer, Fráňa Šrámek, realmente nos hiciste algo. Cuántos de nosotros habríamos vivido una vida mucho menos rica en emociones, si no hubieramos escuchado tu canto de juventud, de amor, de amargura, el canto de tu patria. Puedes resistirte todo lo que quieras, pero por eso tenemos que besarte en las mejillas en este día en que no eres tuyo sino de todos nosotros”.
Su influencia en el teatro y la poesía
La obra de Fráňa Šrámek se destaca especialmente por su poesía y novelas centradas en destacar la importancia de los más básicos valores de la existencia humana. A pesar de ciertos tonos pesimistas, en sus ideas se reconoce una profunda gratitud hacia la vida y sus pequeños placeres. Esta tendencia alcanza su clímax en el poemario Splav (Dique).
El poeta también dejó una profunda huella en el teatro checo, gracias, en particular, a su obra Léto (Verano), en donde se cuenta la historia de amor entre un joven y una mujer casada y frívola, que solo busca una aventura. El protagonista, de 18 años, sufre las consecuencias de un amor que solo él entiende profundo, para luego desencantarse y conocer, por primera vez, los sinsabores de las aventuras amorosas. Sin embargo, una esperanza se distingue al final del túnel, sugiriendo que, después de todo, la vida continúa y el fin de un amor puede ser el comienzo de otro.
Cuando el poeta descubrió el verdadero amor
En 1905, Fráňa Šrámek, de 28 años, conoció a la joven con la que pasaría el resto de su vida: Miloslava Hrdličková se convirtió no solo en su compañera, sino también en una gran colaboradora. Fu ella quien lo apoyó durante los años oscuros de la Segunda Guerra Mundial, cuando el poeta se negó a abandonar su apartamento de Praga y quien lo cuidó durante su vejez.
Hrdličková terminó por convertirse en su editora y es a ella a quien se le debe la existencia de un museo del autor. Olga Bičištová, guía del museo ubicado en Sobotka, la ciudad natal del poeta, destacó la importancia de contar con este espacio en la actualidad.
“Se trata del estudio de Fráňa Šrámek que su compañera Milka trasladó desde su apartamento en Praga-Smíchov y que lo instaló exactamente de la misma forma que en vida del poeta. Incluso puedes tocar el escritorio en el que escribió, puedes ver sus libros y su jarrón con las flores que amaba: amapolas, acianos y margaritas.”.
Durante toda su vida, el poeta se debatió entre los esfuerzos por creer en Dios y la resignación a su falta de fe. No se definía como creyente, pero buscó toda su vida establecer una relación con Dios. Un testimonio de esta larga búsqueda de la espiritualidad existe en los archivos de la Radio Checa gracias a Miroslav Matouš, poeta y predicador de la Iglesia Evangélica de los Hermanos Checos. Miroslav Matouš relató las confesiones que le realizó el poeta durante un encuentro poco anterior a su fallecimiento.
“Fráňa me dijo: 'Sabes, luché toda mi vida para tener fe en Dios'. Así que le pregunté: '¿Cómo te va en tu lucha hoy?' Respondió: 'No tengo más fuerzas...' Luego hubo un silencio y finalmente le dije: 'Maestro, cuando un día evoque al poeta Fráňa Šrámek, no podré decir que fueras creyente pero, según lo que escribiste y lo que dijiste, yo tampoco podría decir que no creías en Dios. Creo que sería justo decir: ‘Fráňa Šrámek fue un hombre que buscó la fe en Dios’. Fráňa comenzó a reflexionar y, después de considerar cuidadosamente mis palabras, finalmente dijo: 'Sí, será justo'”.
En su anhelo por liberarse de las imposiciones sociales, el escritor no pudo escapar a su condición de pagano en búsqueda de una conexión con Dios. Sus sentimientos, tan vitales para él, fueron también fuente de desconcierto, como lo son para cualquier otra persona dispuesta a escucharse a sí misma.
Relacionado
-
Libros checos que deberías leer
Kafka, Čapek, Kundera, Havel: estos son nombres de escritores de fama mundial. ¿Pero qué pasa con los demás? ¿En qué medida los autores checos son traducidos a otros…