Escaparates de la era del comunismo
Conservas dispuestas en pirámides, un equipo completo para acampar incluyendo una cocinilla de gas y sacos de dormir, un diminuto par de zapatos junto a un jarrón de flores, uniformes militares y vestidos de confección en modelos de papel o tres barras de pan delante de una cortina blanca. Así son los escaparates que a finales de los años 80 captó en sus imágenes el fotógrafo canadiense-estadounidense David Hlynsky en los países de entonces de Europa Central y Oriental. "En los días de agonía de la guerra fría vi esos escaparates como un museo accidental de una gran utopía que se derrumbaba", sostiene el artista. Sesenta y siete de las más de ocho mil fotos que tomó en Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Yugoslavia y la Unión Soviética se expondrán hasta el 29 de septiembre en la Galería Václav Spála en Praga. De los testigos mudos de la transformación económica conversamos con David Hlynsky con motivo de la inauguración de su exposición titulada "Escaparates de la era del comunismo".
"En esa época viajé cuatro veces a dicha región, de ellas una vez a Moscú en 1990. Todos estos viajes se efectuaron antes de producirse los cambios políticos. Luego viajé a estos países todavía varias veces".
¿Cómo se le ocurrió fotografiar los escaparates? ¿Llegó ya con esa itención o fue una idea que le vino al llegar aquí?
"No, yo soy artista y viajero, y llegué del Occidente. En Occidente, en América del Norte, mi propia cultura me proporcionaba estímulos muy fuertes de publicidad, de imágenes sexuales, de todo tipo de cosas por el estilo. Cuando llegué al Este no había aquí nada de eso. Los estímulos sexuales casi no existían, la publicidad era mínima. Este ambiente era para mí muy interesante, muy diferente. Una de las responsabilidades que tengo como artista es continuar recogiendo mis propias observaciones y yo siempre he observado cosas que son diferentes para mí. Entiendo que para la gente que vivía aquí estos escaparates eran muy corrientes. Para mí eran muy diferentes".
¿Qué impresión le causó? Porque yo cuando veo hoy estas fotografías me dan una impresión un tanto depresiva. Hace poco he visitado Cuba y al entrar en una tienda donde no había casi nada casi se me ponía la carne de gallina por ese ambiente.
"Yo también he estado en Cuba y sé que deprime mucho cuando no hay productos. Pero, en cada uno de estos escaparates capto un pequeño espíritu de un artista que quiere exhibir algo sirviéndose de cualquier pequeña cosa bonita que pueda encontrar aun sin productos. Y cada uno de esos escaparates representan algo que la gente y su cultura necesitaban en ese tiempo, y cada uno de esos escaparates representa lo que también necesitábamos en Occidente. Cuando veo un escaparate con pan, sé que comen pan, cuando veo un escaparate con leche sé que también hay leche, o carne, que también hay carne. Para mí fue un paralelo muy fuerte entre las dos culturas que eran representadas de modos diferentes. La publicidad en el Este era distinta de la publicidad en Occidente".
¿Ha tenido problemas alguna vez al sacar estas fotos?
"Una vez, en un mercado de granjas en Cracovia sacando fotos a los vendedores de verduras. A un hombre no le gustó y me indicó con gesto resuelto con las manos: no, foto, no. Luego se dio la vuelta, subió el abrigo y soltó un gas. Otra vez, estuve en Moscú fotografiando a un hombre en la calle, y el hombre me cogió del brazo y me llevó por la calle para que me retirara. Cuando miré hacia atrás, vi que la gente practicaba juegos de azar, así que yo fotografié una actividad ilegal. Creo que la gente en la calle pensaba a veces que yo era de la policía, y entonces, no me hacían caso. Pero cuando descubrieron que era un extranjero se aseguraban que no sacara fotos de algo que les pudiera causar problemas. Con las autoridades nunca he tenido problemas, que yo sepa. Sin embargo, cuando estuve en Cuba, y regresé a Canadá, casi todos mis carretes salieron negros".
¿Cree que lo hicieron los cubanos o pasó ya en Canadá?
"No sé, pero alguien utilizó una máquina de rayos equis extraordinariamente fuerte".
¿Dónde tenía los carretes, en la maleta o en la bolsa de mano?
"Creo que en la maleta".
Ud. dice que en Occidente el papel de la publicidad es "branding" (hacer marca), mientras que en el Este "labeling" (señalar). ¿Dónde está la diferencia?
"La diferencia consiste en que en Occidente, debido a que todos los productos eran producidos por compañías privadas, había una gran competencia entre una y otra. Por ello, los artistas comerciales, que habían sido contratados para vender un producto, tenían la responsabilidad de crear fantasía, ilusión acerca del producto. Y un consumidor de Occidente captaba esa ilusión y compraba un producto como un recuerdo de esa ilusión. Eso es ´hacer marca´, significa que cada producto incluye la fantasía, las ilusiones de una compañía. ´Señalar´, con lo que nos encontrábamos en el bloque del Este, significa que sólo decimos el nombre de lo que vendemos, lo mostramos muy simplemente diciendo esto es lo que tenemos: tenemos leche, tenemos carne, tenemos huevos. Pero en el Oeste sería: los huevos del señor McDonald son mejores que los huevos de otro granjero. ¿Por qué? No lo sabemos. Pero en el Oeste siempre tenemos que luchar a través de la fantasía para encontrar la realidad".
Ud. relaciona las compras con la fantasía sosteniendo que hacer compras significa también soñar. ¿Opina que, por ejemplo, el régimen comunista fracasó porque no satisfacía las necesidades humanas en ese sentido, que se derrumbó, por así decirlo, debido a los escaparates vacíos?
"Creo que sí. Naturalmente, el sueño se convirtió en un vacío al final. La historia del comunismo empezó, según tengo entendido, con una gran esperanza positiva, y al final esa esperanza no fue posible. El sistema no satisfizo la esperanza. Así el sueño se acabó, se convirtió en una pesadilla."
¿Se expusieron estas fotografías también en Occidente? En EE.UU., Canadá y Europa Occidental y si sí ¿cómo reaccionaron los visitantes? Hasta hoy podemos ver que muchos jóvenes en Occidente ven en el socialismo, en el comunismo algo perfecto que debería conseguir la sociedad, estando hartos del consumo que les molesta.
"Son muchas preguntas. La primera pregunta acerca si expuse en Occidente. Sí en Otawa, Toronto, Nueva York, en varios otros lugares. En cuanto a la gente joven y el socialismo: Los jóvenes generalmente no poseen muchos bienes materiales, pero tienen un sentido de comunidad muy fuerte. El socialismo es un idea natural para ellos, que no tiene que perdurar hasta el final de su vida. Mi hijo probablemente sea un socialista, pero no creo que lo será dentro de 30 años. Creo que la gente crece y cambia y no debemos criticar a la gente joven por el idealismo. Y es también muy fácil para cada ciudadano en Occidente criticar el exceso y la sobreestimulación de la publicidad. Pasó a ser muy duro vivir rodeado de tanta estimulación, y mucha gente sería feliz de no tenerla tanta. Por ejemplo, cuando voy al servicio en mi universidad, sobre el urinario hay un anuncio publicitario. Desearía tener más privacidad".
Cuando visitó a finales de los años 80 hogares de artistas de los países del Este, descubrió literatura o música que no podía comprar en un centro comercial en los suburbios de una ciudad norteamericana. ¿De qué literatura o música se trataba?
"No me acuerdo específicamente, pero en general en los suburbios norteamericanos los centros comerciales se limitan a las cosas más populares que tienen la mayor publicidad. Es decir cosas que vienen de Hollywood, o de la parte muy conservadora de la economía de la capital son asequibles en cualquier lugar, pero si se busca obras de artistas revolucionarios o músicos experimentales, no se pueden encontrar. Pero el mundo está cambiando muy rápidamente. Hoy tenemos Internet y tenemos muchas ideas en Internet que son accesibles a toda persona en cualquier pueblo pequeño. La red de ideas interesantes está creciendo muy, muy rápidamente".
¿Cree que un ambiente que carece de libertad hace a uno más sensible a los valores culturales?
"Creo que muchos artistas sienten una pasión muy fuerte por sus propias ideas, filosofías y expresiones. Y si Ud. impide esa expresión, la pasión únicamente pasa a ser más fuerte. La curiosidad, la expresión, las ideas tienen más fuerza. No se puede impedir a un artista crear, es un error tratar de hacerlo".
Al dar hoy un paseo por las calles de Praga u otra ciudad del antiguo bloque del Este y mirando los escaparates, ¿son indénticos a los de América del Norte hace 15 años?
"No, porque tampoco América del Norte dejó de desarrollarse. América del Norte no es la misma que antes. La publicidad es mucho más fuerte de lo que fue hace quince años. Y lo que veo en Praga es que se mueve en la misma dirección, está muy cercana, pero todavía no es lo mismo que en Occidente".
Ud. dice que hacer compras sigue siendo una de las libertades más atractivas para un ser humano. ¿Por qué cree que es así?
"Creo que la libertad de expresión es más importante para los artistas, los políticos, los filósofos, los académicos. La libertad de tener en su casa las cosas que necesitas es más importante para la gente común. Creo que en América del Norte la libertad de comprar es más importante que la libertad de la democracia, y espero que no sea lo mismo aquí, pero puede ser que lo sea".