El Primer encuentro de Praga con soldados rusos

Alexandr Suvorov

La historia proporcionó a los habitantes de Praga dos oportunidades para conocer al ejército ruso. En ambos casos, la acogida de soldados rusos en la capital checa fue muy cordial: en mayo de 1945 los capitalinos les dieron la bienvenida como a libertadores de la ocupación nazi, sin prever las tristes consecuencias de la hegemonía soviética hasta 1989; y en 1799, cuando se alojó en Praga el ejército del generalissimo Alexander Suvorov, quien derrotó durante su campaña italiana a Napoleon.

Alexandr Suvorov
En 1799, el ejército ruso, bajo el mando del generalissimo Alexandr Suvorov, realizó en el marco de la coalición antinapoleónica una campaña italiana. Suvorov atravesó rápidamente los Alpes al Norte de Italia, donde diezmó al ejército francés.

Gracias a su espectacular superación de los Alpes, a Suvorov le tildaron sus coetáneos como "Aníbal ruso". Sin embargo, ese mismo año, Rusia abandonó la coalición antifrancesa, y el ejército de Suvorov recibió la orden de retirarse a San Petersburgo.

El ejército ruso regresaba a su patria atravesando los países de la Corona Checa que integraban el Imperio de la Casa de Austria. Suvorov, que padecía de artritis y estaba agotado de la campaña italiana, esperaba que en Praga podrá descansar.

Las primeras tropas rusas aparecieron en la capital checa en julio de 1799. La acogida por los praguenses fue muy cordial.

Un extraordinario alboroto provocó en las calles capitalinas la caballería de cosacos que atravesaba el Puente de Carlos entonando canciones rusas.

Suvorov juega a las escondidillas con la aristocracia checa  (Dibujo: Taras Shevchenko)
A los gallardos cosacos en uniformes exóticos les admiraban sobre todo las mujeres de la ciudad. Cuando los soldados daban de beber a sus cabllos en el Vltava, los melecones adyacentes estaban repletos de damas y sirvientas.

Desde aquel entonces se propagó en Praga la moda de bautizar a los bebés con nombres rusos, en especial, los recién nacidos dentro de nueve mese.

Paralelamente con los cosacos arribaron a la ciudad también mosqueteros, granadores y dragones. Una verdadera sensación provocaron las tropas de dártaros y calmucos que utilizaban como armas flechas y arcos.

Semejante espectáculo tan variado no conoció Praga ni siguiera en 1945, cuando las tropas poco civilizadas del ejército del general Malinovský permanecían apartadas en la región de Caslav.

El generalissimo Suvorov, acompañado por otras unidades rusas, arribó a Praga en invierno del mismo año. En Praga perduraba todavía el entusiasmo general de la confraternidad eslava.

Alexandr Suvorov
Al aparecer el héroe que derrotó a Napoleon y que fue mejor estratega que los generales alemanes, los praguenses le acogieron con los brazos tendidos.

El burgrave mayor, Francisco Wenceslao, conde de Stampach, alojó al generallisimo ruso en el Palacio Wimmer en la Avenida Nacional. Al huésped ruso le gustó mucho su nuevo hogar, en especial la estufa de azulejos, cuyo calor le hacía muy bien a su artritis. Suvorov se alojó en el palacio Wimmer el 20 de diciembre.

Los patriotas locales hacían todo lo posible para saborear la estancia del famoso guerrero que, además, hablaba un idioma muy parecido. Por ello, organizaron muchos banquetes y otras acciones en homenaje del huésped.

Por ejemplo, en el Teatro Nostic, el principal centro de artes dramáticas en Praga, se presentó una escenificación de la nueva ópera "El príncipe de Taranto".

Placa conmemorativa en la casa donde vivió Suvorov
Al levantarse el telón, el asombrado Suvorov observó en el escenario un templo mitológico con la inscripción "!Viva el príncipe Suvorov!" Aunque el auditorio praguense nunca era tan espontáneo como el italiano o vital como el ruso, esta vez su entusiasmo desbordó todos los límites. Los auditores no dejaban de vitorear "¡Viva el príncipe Suvorov!".

Una acogida semejante se les brindaba a los soldados rusos en tavernas capitalinas, así como a los oficiales en salones de aristocracia y burguesía local.

Aunque la mayoría de los oficiales hablaba francés, conociendo incluso un poco de alemán, los praguenses insistían en que hablaran ruso. Algunos patriotas incluso empezaron a estudiar ese desconocido idioma eslavo.

Suvorov permaneció en Praga un mes, hasta cuando el zar ruso Pablo VI le ordenó regresar cuanto antes posible a San Petersburgo.

Los solemnes actos vividos en Praga y organizados en homenaje de Suvorov, representaron en la vida del guerrero ruso su último período de alegría y gloria. Tras regresar a San Petersburgo, el célebre comandante falleció el 31 de mayo de 1800.

Autor: Vít Urban
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