El ermitaño Guntero, beato que une a católicos checos y alemanes

Eermitaño Guntero, foto: Ondrej.konicek, CC BY-SA 3.0 Unported

Todo el que se sumerge en la historia de las tierras checas y del Sacro Imperio Romano-germano de la primera mitad del siglo once, se encuentra inevitablemente con la figura del beato Guntero.

Eermitaño Guntero,  foto: Ondrej.konicek,  CC BY-SA 3.0 Unported
Este ermitaño, nacido en 950, destacó como misionero y uno de los representantes más renombrados de la reforma gregoriana. Fue conocido también como diplomático hábil que supo conciliar los problemas existentes entre los príncipes checos y los emperadores romano-germánicos.

Guntero procedía de una familia aristocrática de los condes de Schwarzburg, que residía en Turingia, región histórica del Sudoeste de Alemania. Al igual que otros príncipes feudales de su época, también Guntero fue educado para cumplir tareas y desempeñar oficios que correspondían a su estatuto social. Después de la muerte de su hermano mayor, se convirtió incluso en la primera figura de su estirpe.

Sin embargo, según indica el historiador checo, Vladimír Horpeniak, a Guntero no le atraían las mundanas vanidades.

"A sus cincuenta años, Guntero se familiarizó con las ideas de la reforma gregoriana, movimiento eclesiástico de renovación espiritual que surgió en el siglo once como reacción a la decadencia moral e institucional de la Iglesia Católica".

La reforma, promovida por el monasterio benedictino de Cluny, situado en lo que es hoy Francia, hacía hincapié en una disciplina estricta y una educación sólida de los monjes. Inspirado en la regla de San Benito, "Ora y labora", el movimiento cluniacense subrayó la necesidad de complementar la vida de oración con el trabajo manual. El señor Horpeniak explica que Guntero quedó tan asombrado por las ideas cluniacenses que decidió abandonar el mundo vano y fútil e incorporarse a la Orden Benedictina.

"Entregó todos sus bienes a los monasterios y entró en el convento de San Mauricio, de la ciudad bávara de Niederaltaich. El abad de ese convento era por aquél entonces San Gotthard, un gran defensor del movimiento cluniacense de renovación espiritual, que influyó mucho en Guntero. Después de pasar en el convento varios años, Guntero optó por la vida de ermitaño y se trasladó a Sumava, región montañosa que se extiende hoy por ambas partes de la frontera checo-alemana".

Finalmente, Guntero se retiró a una ermita situada en el lugar donde hoy está la aldea de Dobrá Voda, con la única Iglesia del mundo que lleva el nombre de este beato y que varias veces al año se convierte en escenario de encuentros de peregrinos checos y alemanes.

Pero volviendo al siglo once, sería un gran error pensar que el ermitaño Guntero se pasara todo el tiempo rezando en su ermita. Ni mucho menos, el historiador Horpeniak señala que Guntero desempeñó también un papel activo en la vida política.

"Como perteneciente a una estirpe noble muy respetada, Guntero tenía vínculos familiares con muchos personajes ilustres que ejercían gran influencia en la sociedad. Entre sus familiares figuraron el emperador romano-germánico, Enrique II, y su hermana Gisela, que se casó con Esteban I de Hungría; los tres fueron canonizados. Guntero supo aprovechar estos vínculos y amistades personales en las deliberaciones diplomáticas que mantenía con los poderosos de aquella época".

Guntero gozó sobre todo de plena confianza tanto de los emperadores romano-germánicos como de los soberanos checos, sirviéndoles muchas veces de mediador en sus negociaciones de paz. Convenció, por ejemplo, al emperador Conrado II para que pusiera en libertad al príncipe checo, Oldrich, y encabezó la delegación que el príncipe checo, Bretislav I, envió a la corte de Enrique III para anunciar al emperador que le entregaba las tierras checas en feudo.

Posteriormente, Bretislav I se negó a entregar a Enrique III una parte de sus botines de guerra. Enrique respondió con dos incursiones en el territorio checo en las que sus tropas fueron derrotadas y, al replegarse, se perdieron en las montañas de Sumava. Y fue el ermitaño Guntero quien enseñó a los soldados vencidos el camino para regresar al Imperio.

El beato Guntero sobresalió también como misionero. En primer lugar hay que destacar sus actividades en el Principado de Bohemia, donde contribuyó a fortalecer el cristianismo. Aunque la fe cristiana fue propagada en el territorio checo ya en las primeras décadas del siglo noveno, los cultos paganos sobrevivieron con perseverancia hasta principios del siglo doce.

El historiador Horpeniak recuerda que la estadía de Guntero en las tierras checas está vinculada con dos lugares: con la mencionada Sumava, en el Sudoeste de Bohemia, y con el monasterio de los benedictinos de Brevnov, Praga.

"Guntero tuvo el mérito de impulsar una estrecha cooperación entre el monasterio de Brevnov y el convento de Niederaltaich que en los años siguientes resultó muy fructuosa. Realizó también un viaje misionero a las tierras habitadas por los Lutici, una de las tribus eslavas que residía en la cuenca del río Elba, en el norte de lo que hoy es Alemania. Los Lutici se inscribieron en la historia como unos combatientes muy buenos que hasta el siglo trece resistieron ferozmente a toda intención del Sacro Imperio Romano-germano de cristianizarlos e incorporarlos al Estado feudal".

Guntero permaneció allí un año y cabe subrayar que la misión emprendida entre los Lutici es testimonio de su gran coraje, ya que conocía muy bien la crueldad con la que esta tribu trataba a los enemigos, y también que sacrificaba seres humanos a sus dioses.

Entre los años 1015 y 1016, Guntero ayudó a cristianizar también a Hungría adonde fue invitado por su pariente Gisela y el marido de ésta, el rey Esteban I el Santo. Además, este ermitaño promovió la creación de una ruta comercial, hoy denominada la Ruta del Beato Guntero, que unía la ciudad bávara de Altaich y el sur de Bohemia, donde se extraía oro. La ruta era utilizada sobre todo para fines comerciales, pero la aprovechaban asimismo los monjes benedictinos que viajaban entre el convento de Niederaltaich y el monasterio de Brevnov.

Guntero falleció el nueve de octubre de 1045 en su ermita de Dobrá Voda. El señor Horpeniak enfatiza que el príncipe checo, Bretislav I, mandó sepultar sus restos mortales en el monasterio praguense de Brevnov.

"Sobre la tumba de Guntero fue construida una capilla que se convirtió en objeto de devoción de peregrinos de toda Europa Central. Desde 1718 se halla en la capilla el cuadro "La Muerte del Beato Guntero", de un gran valor artístico, cuyo autor fue uno de los genios de la pintura barroca, Petr Brandl".

El culto del beato Guntero se mantiene hasta el presente en Sumava, región en la que este ermitaño dejó las huellas más profundas. Un escultor, cuyo nombre se desconoce, pero que con toda probabilidad procediera de esa región, talló en madera, a finales del siglo XV, una estatua del beato Guntero. La estatua, que sobre todo en la época barroca fue objeto de la ardiente religiosidad de los habitantes de Sumava, es uno de los símbolos de dicha región.

Hoy en día está expuesta en el Museo de Sumava, con cuyo director, Vladimír Horpeniak, hemos conversado en estos "Legados del Pasado- Testimonios del Presente".