Cuando tenga 60: José Cura celebra su cumpleaños en Praga
Además de haber grabado en checo un disco de canciones de amor de Dvořák y de trabajar tres años como artista residente junto a la Orquesta Sinfónica de Praga (FOK), la relación entre el prestigioso tenor y compositor argentino José Cura con la capital checa parece trascender los años y las circunstancias. Invitado a realizar dos conciertos que coinciden con su cumpleaños sesenta, el artista reflexiona en esta charla exclusiva con Radio Praga Internacional sobre la pandemia, la problemática actual de la industria de la música y el mágico microclima que suelen crear sus presentaciones.
Un hermoso regalo de cumpleaños. Así define el prestigioso tenor, compositor y director de orquesta argentino José Cura la invitación que le hizo la Orquesta Sinfónica de Praga (FOK) para dar dos conciertos en la Casa Municipal de la capital checa el 13 y 15 de diciembre con la excusa de celebrar sus primeros sesenta años de vida.
“Esta fue mi orquesta durante tres años, desde 2015 a 2018, cuando yo era principal artista residente con la obligación, todos los años, de estrenar una obra mía. El trabajo de artista residente es un trabajo que era muy común hace doscientos o trescientos años: los compositores eran residentes de castillos, de corte o de iglesia y escribían para eso. La producción de la orquesta me dijo que, cuando cumpliera sesenta años, querían festejar con dos conciertos de cumpleaños, por eso los conciertos se llaman ‘Happy Birthay, José’. Y además me dijeron que la idea no era solo presentar solamente al Cura cantante, sino todo mi espectro de actividades musicales: la composición, el canto y la dirección de orquesta”.
A la hora de proponer el contenido del programa, a Cura le interesó incluir dos composiciones originales que habían nacido durante el Covid: la suite sinfónica de su ópera ‘Montezuma y el sacerdote pelirrojo’ y, por otro lado, ‘Te Deum’, cuyo primer motivo surgió, según cuenta, durante un ejercicio de vocalización en Omán, en el año 2019. En este caso, el estreno en Chequia contará con la presencia de la soprano Polina Pasztircsák y el coro de niños de Hradec Králové, bajo dirección de Jiří Skopal.
La segunda parte de los conciertos estará dirigida por el director de orquesta y compositor Mario de Rose e incluirá escenas de las óperas Otello, Aida y Nabucco de Giuseppe Verdi, que presentarán también junto a las solistas Polina Pasztircsák y Ester Pavlů. Mario de Rose, también argentino, considera que ambas composiciones de Cura son geniales, aunque resalta que una de ellas le parece extremadamente divertida.
“La suite para orquesta de su ópera Montezuma, que hoy dije que hacía tiempo no me divertía tanto en un ensayo porque la obra no solo es extraordinaria desde lo musical, sino además muy divertida, yo creo que la gente que la escucha se divierte con la música, no porque haya payasadas en el escenario, sino por la música, y además es fantástica y está orquestada de una manera maravillosa”.
Por su parte, a José Cura le pareció pertinente que las obras elegidas estuvieran hermanadas por haber nacido durante la época del Covid, una etapa muy difícil que, como le sucedió a tantas otras personas, le hizo replantear un poco las prioridades y reflexionar mucho sobre el efecto en la vida cotidiana de ese parón a nivel mundial.
“Yo estaba trabajando como un loco, corriendo de un avión a otro, como siempre, lo que estuve haciendo durante treinta años: con cien funciones por año mínimo, algunos más, otros menos, y de repente cuando vino el parón este es como si alguien te hubiera puesto un palo entre los radios de la bicicleta y dejas de pedalear”.
Explica Cura que, del mismo modo que sucede ante la oscuridad, los ojos lentamente se van acostumbrando a esos eventos excepcionales y, de a poco, se empiezan a percibir un montón de detalles reveladores. Eso mismo fue lo que lo llevó a reconciliarse con las cosas que, tal como él mismo explica, son las que de verdad importan.
“Se te van pasando los años y cuánto hace que no disfrutas de salir a caminar con tu perro, yo que sé, parece una tontería… O de hacer música donde sabes que tienes ganas de hacer música y no donde tienes que ir porque la industria te obliga. Eso lo hice durante treinta años y, de repente, me pregunté si por estar yendo siempre a los mismos cuatro o cinco teatros, que son los teatros a los que ‘hay que ir’, no se me estaban escapando un montón de otros teatros, otro público, otra gente, otras realidades que son a veces maravillosas”.
La sensación, tal como él mismo explica, era la de estar perdiéndose cosas por cantar la función número 338 de Tosca en un teatro de Viena en el marco de una producción que él mismo había inaugurado y ya se sabía de memoria.
Reconocido como uno de los tenores más prestigiosos y también valorado a nivel mundial por sus composiciones, una de las ideas que le surgieron a Cura, a raíz de la pandemia, fue la de tratar de alcanzar algo más que el objetivo de ofrecer buena música para quien es capaz de pagar una entrada de 500 euros. En ese sentido, se compara con un neurocirujano que, luego de trabajar toda su vida en el hospital más importante de la ciudad, de repente se pregunta cuántas experiencias se podría estar perdiendo por no trabajar, por ejemplo, un tiempo en Médicos Sin Fronteras.
Un escenario que ni Orwell habría imaginado
Además de semejante replanteo interno, José Cura está convencido de que la pandemia también agudizó una problemática que ya existía antes y tiene que ver con lo que él llama la pérdida del factor humano en la industria del arte. O, dicho en otros términos, la falta de sentido que empieza a surgir cuando la tecnología, más que preocuparse en facilitar, potenciar o complementar ciertas funciones, parece tender a suplantar las interrelaciones personales. Eso es lo que, en su opinión, puede volverse un problema muy serio y un escenario que ni el mismo George Orwell habría imaginado.
“Y ese es, probablemente, hoy por hoy, uno de los temas más delicados sobre la mesa del mundo del espectáculo: a ver dónde diablos y cómo diablos se reencaminan los destinos de esta industria que se lucra del arte, porque internet ha puesto todo patas para arriba y la pandemia le dio el golpe de gracia. De repente, la gente dice: si yo me veo un streaming en casa, por qué tengo que ir al teatro. Entonces yo digo, genial, veamos un streaming en casa, pero como estímulo para luego ir a ver cómo es el de verdad e ir al teatro”.
En el mismo sentido, José Cura critica lo que él considera la injusta distribución de ingresos de plataformas como Spotify o iTunes, donde están a disposición del público sus propios discos, incluido el de canciones de amor de Antonín Dvořák que grabó en checo. Sin embargo, aclara que lo que más le preocupa es cómo esa problemática puede afectar a los nuevos talentos que no ven sus esfuerzos recompensados. Por otro lado, advierte que no debería concebirse que una profesión milenaria, artesanal y sacrificada como la del músico pueda llegar a ser sustituida solo por un software de ordenador.
Veinte años con Praga
Más allá de que la impresionante trayectoria de José Cura lo ha llevado a recibir aplausos y ovaciones en escenarios de buena parte del mundo, existe entre el artista y el público checo una sintonía especial que confirma la cantidad de veces que vuelve de visita al país, consolidando un vínculo singular que realza, en efecto, ese factor humano que es lo que, en su opinión, últimamente está en riesgo en la industria del arte.
“Hay ciudades con las que uno tiene relaciones distintas, hay orquestas con las que uno tiene relaciones distintas, yo con la orquesta de Praga trabajo desde hace veinte años, debuté con ellos en el 2002. La mitad de los músicos son los mismos, nos vemos cada año y nos reímos porque nos decimos: ‘Estás más viejo, tenés más panza o menos pelo’, porque uno lleva una vida conociéndose y conoces a los hijos desde que eran chiquitos y ya son grandes y se casaron... ‘Ah, ya sos abuelo’, la cosa se mueve a otro nivel, que también es genial, porque hace que el trabajo no se transforme en una cosa fría, sino que hay una relación humana y después de una función alguien dice: ‘¡Maestro, vamos todas las violas a tomar una cerveza!’ Y vas a tomar una cerveza con las violas, aunque la cerveza no te guste, no importa”.
En el año 2002, José Cura tuvo su debut en la Casa Municipal, en un concierto mítico junto a la Orquesta Filarmónica en el que, entre otras piezas, se dio el gusto de estrenar en República Checa la canción Aurora, un himno patrio a la bandera argentina que, tal como puede verse en una imperdible grabación de YouTube, deslumbró al público checo.
“Intento crear una especie de microcosmos, de burbuja temporal, basada en la energía, basada en el amor, en el carisma, en un montón de cosas que hacen de ese momento un momento especial. Si yo veo que el público se engancha y me doy cuenta enseguida, entonces la burbuja se agranda y pasa del escenario al público y todo el teatro queda envuelto en una burbuja durante las dos o tres horas que dura el espectáculo y eso para mí es la magia”.
El público checo tendrá, entonces, la oportunidad de volver a experimentar esa magia durante estos dos imperdibles conciertos que, con la excusa de festejar su cumpleaños, constituyen una excelente ocasión para celebrar la trayectoria de uno de los artistas más queridos en Praga, una ciudad que, por supuesto, conoce mucho del tema gracias a su riquísima tradición musical.