Cristina Rivera Garza y Abilio Estévez, invitados de honor al coloquio CIELO
Además de arrojar luz sobre sus respectivas obras, Cristina Rivera Garza y Abilio Estévez contaron a RPI qué significó para ellos participar del coloquio sobre literatura latinoamericana que, recientemente, se celebró en la Universidad Palacký de Olomouc y ambos coincidieron en calificarlo como un éxito.
Además de arrojar luz sobre sus respectivas obras, Cristina Rivera Garza y Abilio Estévez contaron a RPI qué significó para ellos participar del coloquio sobre literatura latinoamericana que, recientemente, se celebró en la Universidad Palacký de Olomouc y ambos coincidieron en calificarlo como un éxito.
La escritora mexicana Cristina Rivera Garza, una de las invitadas de honor al Coloquio Internacional de Estudios Latinoamericanos de Olomouc, se mostró muy contenta con lo que fue la novena edición de este clásico encuentro que, luego de varias cancelaciones a causa de la pandemia, finalmente se pudo llevar a cabo en la Universidad Palacký, y en el que participó activamente, no solo mediante conferencias, sino también compartiendo distintas instancias con colegas y público.
“Este es el primer congreso en condiciones al que vengo de la etapa en la que estamos ahora en la pandemia, no quiero decir después de la pandemia porque aún estamos ahí. Ha sido muy cálido y muy interesante estar otra vez en persona con discusiones que me parecieron importantes sobre las cuestiones que tienen que ver con el cuerpo, pensar el cuerpo, atravesar las políticas del cuerpo que yo creo que estuvieron representadas de una u otra manera, pues me voy muy contenta, creo que ha sido todo un éxito”.
Ya en la conferencia inaugural, Cristina Rivera Garza ofreció uno de los momentos más impactantes y potentes del coloquio. El archivo Liliana Rivera Garza, su conferencia, trató sobre el proceso de elaboración del libro El invencible verano de Liliana en el que la autora abordó el femicidio mediante el cual el 16 de julio de 1990, la expareja de su hermana, Ángel González Ramos, la asesinó cuando tenía veinte años. Ese libro que viene de publicarse el año pasado y cuyo origen fue la inmersión de la autora en siete cajas con cartas, textos y notas de su hermana, tiene además la particularidad de que lo trabajó durante la pandemia, un período que para Rivera Garza resultó tan movilizante como productivo.
“Por la naturaleza de este oficio paso mucho tiempo trabajando en mi estudio y yo entiendo que mucha gente la pasó muy mal y tiene mucha necesidad de contacto y es bien desigual, y que el acceso a la salud está signado por muchas cosas, entiendo todo eso, pero tengo que confesar el hecho de que estuve pasando tanto tiempo en casa con gente con la que me llevo muy bien y quiero, y pude trabajar un montón, pude concentrarme un montón”.
Socióloga, doctora en historia latinoamericana y autora también de la novela Nadie me verá llorar que, además de ganar el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, fue celebrada por Carlos Fuentes como “una de las obras de ficción en castellano más notables de la vuelta de siglo”, Cristina Rivera Garza cuenta que ya había estado en Chequia, un país que le interesa a varios niveles, incluyendo su literatura y su cuestión geopolítica. Recuerda que, en una ocasión, por ejemplo, visitó la biblioteca Carlos Fuentes del Instituto Cervantes de Praga cuando recién se inauguraba y también la ciudad de Ostrava. Sin embargo, se trata de la primera vez que visita la ciudad de Olomouc y lo hace, además, como flamante ganadora del Premio Iberoamericano de Letras José Donoso.
“Es un premio que ha ido ganando prestigio año tras año e incluye una lista de autores que yo admiro mucho, autores que he leído, desde la más reciente Cristina Peri Rossi, hasta gente que lo ha ganado antes como Mario Bellatin. Yo creo que es un premio muy respetado y lo que hacen los premios es un poco abrir puertas para públicos distintos, en este caso geografías distintas, y mi deuda con la literatura chilena es enorme como nos sucede a todos los que venimos del español, y ha sido con gran gusto y con un gran sentido de gratitud”.
Al igual que Cristina Rivera Garza, el escritor cubano Abilio Estévez, autor de libros como Tuyo es el reino, Los palacios distantes y Archipiélagos, interactuó mucho con los colegas y el público del coloquio, y hasta se hizo tiempo para probar los famosos quesos de Olomouc. Durante una de sus conferencias, leyó una evocación sobre su infancia que, al mismo tiempo, daba cuenta de la experiencia que significa para él vivir lejos de su patria, Cuba, de donde se fue en 2004, a la edad de 46 años, para convertirse en ciudadano español.
“Hay una cosa que parece un lugar común pero es evidente que sucede y es que cuando te alejas de tu país de algún modo lo ves mejor. Esa distancia hace que lo entiendas mejor y eso todo el mundo lo dice y no es lo mismo escribir desde dentro que escribir desde fuera como ves el desde dentro, es mucho más objetivo, más interesante, más de reconstrucción de tus recuerdos. Es una experiencia más intensa, más fuerte y no se escribe igual”.
Estévez considera que esa distancia es, precisamente, lo que ofrece, en muchos aspectos, un grado altísimo de libertad. Sin embargo, asegura que resulta imprescindible saber canalizar esas múltiples alternativas y posibilidades a la hora de hacer literatura.
“Cuando estás en un país donde hay censura tienes que buscar el modo de burlarla y para eso, como decía Borges, la censura hace a los escritores sutiles porque tienes que buscar la sutileza para huir de la censura y cuando ya no tienes censura tienes que seguir buscando la sutileza para no ser grosero, para no ser vulgar, para no ser directo, para conservar la ambigüedad que la literatura requiere siempre”.
Estévez había estado en Chequia, en el año 2012, y recuerda haber sentido algo realmente estimulante que, en su momento, le costó incluso elaborar pero se le ocurrió atribuírselo a la literatura y a la impronta que, por ejemplo en la capital checa, parece tener un escritor tan relevante como Franz Kafka.
“Para mí es una maravilla estar acá, de verdad. Ten en cuenta que, en una época, para nosotros, Checoslovaquia era un país, como se decía, hermano y de algún modo para mí lo sigue siendo aun cuando ya ni sea aquella República Checa ni sea yo el cubano que era entonces, y venir a Olomouc o estar en Praga es muy raro, pero he estado en París, he estado en Viena, en Bruselas y en Ámsterdam y, sin embargo, en Praga siento que estoy verdaderamente en Europa”.
Respecto a las últimas protestas en Cuba explica que, además de lo que fue una represión extremadamente brutal, ahora mismo se están llevando a cabo juicios en los que los acusados reciben catorce años de prisión solo por manifestarse en la calle. A sus 68 años, Estévez reconoce que él ya no tiene esperanzas de ver ningún cambio trascendente en su país porque considera que la reconstrucción requerirá mucho tiempo y energía. Sin embargo, asegura, citando la frase de Nabókov sobre Rusia, que la Cuba que él necesita ya la lleva consigo.