Señor Černý, hay un embrión en mi teatro

Фото: Кристина Макова

Si hay algún artista checo capaz de crear polémica en torno a su trabajo, ése es David Černý. Su trabajo engloba no solamente a la obra en sí, sino que se extiende hasta las mismas circunstancias de su instalación, como demostró con su conocida Entropa. Ahora Černý vuelve al ataque con el Embrión, el inquietante añadido que decora el teatro Na Zábradlí.

Posiblemente nadie haya puesto a prueba tan duramente el humor de los checos como David Černý. Con su penúltima obra, Entropa, el artista no solo se rió de los prejuicios nacionales de la Unión Europea, sino que creó un montaje sobre su autoría con el que engañó hasta al mismo Gobierno checo.

Los que no pudieron viajar a Bruselas para ver Entropa en directo tienen ahora la oportunidad de contemplar su última obra en la República Checa. Como regalo por su 50 aniversario, Černý instaló en el prestigioso teatro Na Zábradlí, en una esquina del edificio, pegada al canalón de desagüe, una pieza informe y luminosa que los medios han bautizado como el Embrión.

Este extraño pegote de plástico, de apenas un metro de largo, por sí mismo, no habría llamado demasiado la atención. Pero otra vez la escenificación creada a su alrededor la ha proyectado a las portadas de los diarios de todo el país.

Tras la presentación de la obra, el 9 de enero de 2008, una parte de los actores y directivos del teatro se puso en contra del Embrión al considerarlo feo, grosero o poco apropiado para decorar la fachada del edificio.

Doubravka Svobodová  (Foto: CTK)
Así se expresaba uno de los actores de Na Zábradlí, Miloš Mejzlík.

“Iba hacia el teatro para acudir a un ensayo y al verlo he pensado que estaban arreglando la fachada. Y luego ha aparecido esto. Parece un quiste, una úlcera, y me molesta. Porque da la impresión de que hay un furúnculo en nuestro teatro. Creo que tienen que quitarlo inmediatamente”.

Mientras sus detractores recogían firmas y organizaban la oposición al Embrión, otra parte de los trabajadores y espectadores habituales del teatro comenzó a defenderlo. Pronto se reprodujo a pequeña escala la misma división de pareceres creada por Entropa.

La directora del teatro, Doubravka Svobodová, declaró haber aceptado la instalación de la obra sin saber de qué se trataba y por supuesto sin esperar semejante polémica.

“La gente llama por teléfono, escribe e-mails y viene a ver en persona la obra. La escultura nos ha dividido en dos bandos irreconciliables que se niegan a comunicarse. Ensayar se está haciendo muy difícil. No sé si podré llevar la situación. Tengo que convocar una reunión extraordinaria y solucionarlo de alguna manera”.

La tensión llegó a su máxima expresión el sábado pasado. El teatro acogió un debate público de partidarios y detractores del Embrión, e incluso se leyó un comunicado especial de Černý, que desde Florida aceptaba que se cubriera su obra, reconociendo su carácter miserable, subversivo y decadente. La directora Svobodová anunció a continuación que cubrir el Embrión costaría demasiado dinero y que el teatro no se lo podría permitir debido a la crisis.

Obra de David Černý  (por la noche)
Y entonces terminó la función.

Todo era una broma. Un montaje. La polémica había sido escenificada por los actores de Na Zábradlí para llamar la atención sobre la obra de Černý, cuya instalación había pasado sin pena ni gloria, y de paso, por supuesto, para hacer publicidad al propio teatro.

Y funcionó. El teatro recibió una gran cantidad de e-mails que apoyaban a uno u otro bando. La gente reaccionó. Y toda la historia, que en principio era solo una parodia del conflicto surgido con Entropa, demostró de nuevo esa peculiar división de la sociedad checa en cuanto al arte, algo que ya vimos en su momento con el polémico Pulpo del fallecido Kaplický.

Autor: Carlos Ferrer
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