Seis artistas latinoamericanos disfrutan de una residencia en Praga

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Cuatro artistas de Chile, uno de Perú y otro de México son los protagonistas de Micro Residencias Parásito, un programa de intercambio cultural que quiere poner en contacto al público checo con el arte venido de Latinoamérica. Y viceversa.

Fueron seis los artistas latinoamericanos que aceptaron el desafío lanzado por la Galería Parásito, en conjunto con la Meet Factory de Praga, de venir a trabajar una temporada a la capital checa.

El primero en llegar fue Javier Hinojosa, mexicano con estudios de arquitectura. Residente en Stuttgart, Alemania, Javier explica que se decidió a venir porque le interesaba eso de dejarse influir por el ambiente de una ciudad desconocida.

“Bueno, la idea del proyecto es también que los artistas estén aquí y que aquí mismo la obra tome forma, a través del espacio y todo eso. Tenía una idea, una idea básica, pero era necesario ver el espacio y después pensar las posibilidades de la pieza que puedes hacer”.

Javier Hinojosa arribó el pasado 24 de agosto, estuvo dos semanas y se fue. Pero dejó lista su instalación, que tituló Elementos básicos.

“Este es un proyecto que se llama Elementos básicos, acerca de los tres elementos más básicos de la arquitectura: la columna, el muro y la viga. Esta pieza específicamente es sobre la viga. Estoy haciendo una serie de piezas, instalaciones, esculturas que hablan sobre la viga, el muro y la columna y de los procesos de construcción para llevarlas a cabo y poner un poco en cuestión estos procesos, en términos arquitectónicos”.

Nicolás Sánchez, chileno que estudió Arte público en Madrid, asegura que vino a Praga sin ningún plan, casi al tuntún.

“La verdad es que vine sin ninguna idea preconcebida acá, un poco la idea de la residencia era esa, estar aquí, vivir aquí un tiempo, rodearse un poco del ambiente, etc. Y nada, finalmente los primeros días me dediqué más que nada a pasear para impregnarme un poco de todo lo que aquí se respira y me topé con este fruto que aquí no sé como se pronuncia o cómo le llaman, que también es muy común en el sur de Chile. La cosa es que en Chile se conoce como rosa mosqueta. Y me trajo recuerdos de inmediato de yo cuando chico con mi madre y mi abuela”.

Nicolás dice que vio el fruto y se le disparó la nostalgia. Y se le ocurrió cocinar mermelada de rosa mosqueta y regalársela al público.

“Nos juntábamos a hacer mermelada, nosotros éramos los que cosechábamos la rosa y ellas hacían la mermelada. Entonces partí primero por recordar, escarbar la mente, llamé a mi madre y a mi abuela para preguntarles si se acordaban cómo era la máquina para cosechar el fruto, porque como el arbusto es espinoso. Y di con una construcción maravillosa, que es una muestra de tecnología precaria, artesanal notable, que funciona a la perfección”.

Y en eso ha estado Nicolás, recolectando rosa mosqueta con su invento, cortándola, limpiándola y cocinándola para poder preparar la mermelada que tantos recuerdos le trae de su infancia.

Pier Stockholm, a pesar de tener un nombre tan extraño, asegura ser peruano.“Lo que pasa es que mi abuelo era danés, por eso me llamo así”, cuenta relajado. También con formación de arquitecto, Pier sostiene que esta residencia en Praga le cayó como anillo al dedo.

“La Galería Parásito estaba interesada en mostrar y traer artistas latinoamericanos, y no tan preocupada de la exposición final sino en el proceso creativo. Me caía justo en el momento perfecto. Vivo en París así que me pareció genial porque allá los lugares son muy reducidos y justamente lo que me proponían aquí era una cosa donde podías explayar un poco más la idea, físicamente también”.

Pier agrega que además le resultaba agradable la idea de trabajar en Praga acompañado por otros artistas latinoamericanos.

“Me parece que uno trae una idea de lo que quiere hacer y acá se contamina siempre de alguna manera, que es como yo lo he vivido cuando he estado en otros lugares. Contaminación en el buen sentido, por lo menos a mí me gusta que mi trabajo se contamine con el lugar, claro que dentro de lo posible, porque tres semanas no es mucho. Generalmente, por lo menos yo, actúo de efecto retardado, vengo, absorbo y seguramente en medio año la experiencia de Praga se note de una manera más evidente”.

Y como arquitecto que es, Pier trabaja con grandes fotografías y planos de monumentos praguenses inspirados en el realismo socialista, aunque todavía no está muy seguro de cuál va a ser el resultado final.

Ignacio Gumucio estudió grabado en su Santiago de Chile natal, pero ahora vive en París. Desde allí vino a Praga.

“Mi proyecto tiene que ver con pensar formas de mural pero en una situación que es poco habitual en el mural. Es decir, un período corto de residencia en un lugar desconocido y con la ambición de no traer un plan demasiado preestablecido ni un diseño ya hecho, sino trabajar ocupando el muro como una especie de superficie, de experimento y de cambio perpetuo durante los quince días”.

Este grabador convertido en muralista explica que el sistema de residencias en otros países ya le es habitual.

“Mi idea es que también las residencias se inscriban dentro de mi trabajo habitual, es decir, trasladarme durante quince días y usar el mismo sistema de trabajo en un lugar que es totalmente ajeno y que funciona con otra dinámica de trabajo. Entonces me parece que también es interesante porque la obra final yo creo que va a hablar sobre todo de eso, nuevas formas de pensar el taller y la actividad creativa, distintas velocidades y distintas maneras de trabajar”.

Los otros dos artistas que conforman estas Micro Residencias Parásito son Joaquín Luzoro y Francisca Sánchez, ambos de Chile. El trabajo de los seis puede ser admirado hasta el 28 de septiembre próximo en la Meet Factory de Praga, en el barrio de Smíchov.

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