Perdieron el tiempo, pero no a sí mismas
"Primero empezaron a aullar los perros. Luego se apagaron las luces. Posteriormente llegamos a saber a quien habían ejecutado". Así describió Ludmila Balousová-Kotálová los momentos más terroríficos que vivió como presa política en los años 50 del siglo pasado en la cárcel de Pankrác, en Praga. También a ella está dedicado el libro del joven historiador Tomás Bursík titulado "Perdimos mucho tiempo ... ¡Pero no a nosotras mismas!".
El régimen comunista les privó del derecho de criar a sus hijos, pero no logró quitarles la dignidad humana. Sus delitos consistieron en el hecho de que pertenecían a otra clase social, tenían una opinión distinta o eran de convicción religiosa diferente.
La vida de las presas políticas en las cárceles checoslovacas de los años 50 y 60 del siglo XX es el tema de la última publicación editada por la Oficina para la Documentación y la Investigación de los Crímenes del Comunismo. Su autor, Tomás Bursík, sostiene que el período entre los años 1948 y 1989, y especialmente la represión comunista, le interesa desde la escuela secundaria.
"Me he dado cuenta de que no existe ninguna publicación que resuma los destinos de las presas políticas. Existen muchas memorias de los presos políticos, pero de las presas muy pocas. El último impulso me lo dio el libro de Dagmar Simková ´Estuvimos allí también´. Creo que no existe un mejor libro de memorias. De inmediato me arrastró y yo tuve la sensación de tener que escribir algo".
Dagmar Simková escribió que las mujeres aguantan más que un caballo, más que un hombre, destaca Tomás Bursík.
"Al desenredar sus historias supe que esas mujeres eran muy valientes, y que las sentencias, que comprendían 10, 15, 20, 25 años de prisión o cadena perpetua, no las aplastaron. De una manera fantástica mostraron que tenían la fuerza de resistir al régimen incluso en la prisión".
Tomás Bursík escribe, entre otros actos de resistencia, sobre las huelgas de hambre de 1954 y 1955 e incluye en su publicación las cartas que escribieron en 1956 doce presas políticas del centro penitenciario de Pardubice al secretario general de la ONU Dag Hammarskjöld.
"Yo creo que cada uno de esos destinos daría para un libro. Tengo colegas excelentes que preparan, por ejemplo, un libro sobre Dagmar Simková. A mí me interesa sobre todo la resistencia y las prisiones comunistas. Hace unos cuatro años empecé a trabajar en el Oficina para la Documentación y la Investigación de los Crímenes del Comunismo, decidiendo enfocar mi investigación en el sistema penitenciario: describir las condiciones en la prisión, el comportamiento de la gente, motivos que les pueden romper o no".
La mayoría de los crímenes perpetrados por los carceleros comunistas en las mujeres quedan sin que alguien haya sido procesado. Nadie se ha disculpado.