El incierto futuro del deteriorado palacio Svět
En el siglo XX fue el corazón de la vida social del barrio praguense de Libeň, hoy en día es un edificio fantasma. El palacio Svět espera anhelante su reconstrucción, que es una incógnita.
El edificio fue construido entre 1932 y 1934 según el diseño del constructor František Havlena a petición de la familia checoslovaca de los Svět, cuyo nombre lleva el edificio. El extenso edificio constructivista de hormigón armado sustituyó una granja barroca del siglo XVIII, situada en la esquina de la calle Zenklova con la plaza Elsnicovo. De acuerdo con Michal Švarc, concejal de Praga 8, Ladislav Svět sintió una gran necesidad de mostrar al mundo la fuerza de su apellido.
“Construyó un edificio, que más tarde fue todo un quebradero de cabeza porque no podía seguir pagándolo. Entonces, la compañía de seguros adquirió el inmueble y le prestó el dinero. Después, la adquirió la Empresa de Gestión de Viviendas del distrito porque todas las cajas bancarias fueron nacionalizadas, incluida la compañía de seguros”.
Por su particular arquitectura constructivista, el edificio fue declarado monumento cultural con el fin de protegerlo de la demolición, explica Michal Švarc.
“Se construyó de forma realmente generosa, situado en el entonces barrio obrero de Libeň, como edificio residencial, comercial y como lugar de encuentro de los habitantes de Libeň con un espacio representativo”.
El particular espíritu del lugar
Muchas personas comparaban el edificio con el legendario palacio multiuso Lucerna, situado en la calle Vodičkova, en el centro de Praga, prosigue el concejal Švarc, oriundo del barrio de Libeň.
“Toda nuestra vida social se desarrollaba aquí, no sólo las visitas al cine, sino también bodas, reuniones y celebraciones familiares. Visitábamos la biblioteca, íbamos a comprar una jarra de cerveza para nuestros padres... La gente se reunía aquí, había un ambiente particular. Las figuras de los clientes del restaurante Automat Svět con sus interminables cervezas causaban un efecto demoníaco, especialmente con la luz del atardecer. Nuestro lugar favorito era el cine, a los niños les encantaba ver cualquier cosa que les divirtiera", recuerda Michal Švarc.
Un lugar favorito del escritor Bohumil Hrabal
Con sus más de 500 butacas, el cine Bio Svět era en su época el más grande de Praga. Otro lugar frecuentado por todos los praguenses era el local Automat Svět, un servicio de restauración con máquinas expendedoras de comidas y bebidas. Este lugar estuvo fuertemente vinculado con el nombre del famoso escritor checo Bohumil Hrabal, que vivía en el barrio y frecuentaba el establecimiento junto con sus amigos escritores Egon Bondy y Vladimír Boudník. El escritor situó en el local el argumento de varios de sus cuentos, de los que algunos fueron llevados a las pantallas de cine.
El actual aspecto del edificio con las persianas bajadas da una sensación triste. Michal Švarc explica las causas de la paulatina devastación de esta joya arquitectónica.
“A la Empresa de Gestión de Viviendas del distrito no le importaba mucho el edificio. La situación antes de la privatización era trágica. Un experto estimó los costes de reconstrucción en 640.000 euros. La comunidad de vecinos, que intentó privatizar el edificio en su propio beneficio, no pudo encontrar un inversor. Por este motivo, acabó de repente en manos de un banco que, tras su quiebra, vendió el complejo en 1998 a un empresario italiano, Antonio Crispino”.
“La esperanza es lo último que se pierde”
Después de las fuertes inundaciones en 2002, que destruyeron el cine y toda la planta baja, el propietario italiano declaró el edificio inhabitable y solicitó la demolición. Siendo un monumento protegido, su petición no fue atendida y los vecinos del barrio pidieron que el palacio se volviera a convertir en monumento cultural. Posteriormente, Crispino inició la reconstrucción, que incluyó la reparación de la fachada, la sustitución de la mayoría de las ventanas y nuevos escaparates en el lugar de la antigua cafetería. No obstante, según los expertos, la reconstrucción no fue profesional. El concejal Michal Švarc lleva años intentando salvar el edificio y la historia empresarial del propietario Crispino le preocupa.
“Tiene una obra similar en su ciudad natal, Caserta, donde compró un hotel situado junto al Ayuntamiento y dejó que se derrumbara y no ha hecho nada con él en décadas. Nos desespera el estado actual. En 2012, le presentamos la compañía Metrostav, interesada en la compra, que le ofrecía cualquier cantidad de dinero. Ni siquiera quiso intentarlo. Lleva mucho tiempo jubilado, va a cumplir noventa años, así que estamos esperando, con la esperanza de que ocurra algo a favor del edificio”.
Michal Švarc concluye que la esperanza es lo último que se pierde y espera que en cuanto la hija de Antonio Crispino reciba el edificio en herencia, la venda inmediatamente.
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