Croacia, ese gran amor de verano de los checos
Casi un millón de personas en Chequia viajan cada año a la costa adriática en una tradición que se remonta a la época de la Primera República y aparece, incluso, en algunos libros y películas. En esta entrevista, el programador y gran viajero checo Tomáš Klus nos explica algunos motivos y revela por qué, en su momento, los croatas no veían con buenos ojos esta costumbre casi tan checa como la cerveza.
Aunque la expresión “amor de verano” suele usarse para algunas relaciones pasajeras, de poca importancia y sin compromiso, lo cierto es que el amor veraniego de los checos por Croacia se mantiene vigente desde hace más de un siglo: es estable, sólido y parece sobreponerse incluso a la actual pandemia, ya que, a pesar de las dificultades que implica viajar en estos tiempos, desde hace unas semanas Croacia forma parte de los países de bajo riesgo de contagio. Según los datos de la Oficina de Estadísticas Checa, casi un millón de personas eligen pasar sus vacaciones de verano en la costa adriática, en playas, por lo general, rocosas que muchas veces requieren de algún calzado para no lastimarse los pies. El programador y gran viajero checo Tomáš Klus, asiduo visitante de Croacia, repasa algunos de los motivos de esta gran pasión estival.
“Les gusta porque está relativamente cerca y se puede llegar en auto en el mismo día y, por supuesto, el mar siempre resulta algo muy hermoso. Además, el agua es muy limpia y la costa es agradable y también agregaría que es bastante barato, la gente es muy amable y es posible para los checos comunicarse con los locales”.
Klus reconoce, de todos modos, que lo de los bajos costos es algo que, en los últimos años, fue cambiando y, de hecho, algunos sitios de Croacia tienen en la actualidad precios muy similares a los de países como Italia. En todo caso, el idioma local sigue siendo una ventaja, ya que muchas palabras son parecidas, en especial las que tienen que ver con comidas o productos que se pueden adquirir en supermercados, lo cual resulta muy útil. Por otro lado, agrega Klus que a los checos les suele atraer la forma de ser de los croatas: que cuentan con un estilo más mediterráneo y, en términos generales, pueden ser más demostrativos que algunos checos, aunque también asegura que ambas sociedades tienen en común el hecho de haber atravesado el socialismo. En todo caso, afirma que la arraigada tradición checa de veranear en Croacia no es para nada nueva.
“Los checos ya iban a Yugoslavia antes de la Segunda Guerra Mundial durante los tiempos de la Primera República, sobre todo la gente con mayor poder adquisitivo. De hecho, en la isla de Krk hay algunos hoteles construidos por checos. Luego, durante la época del comunismo fue más difícil: en los cincuenta casi imposible y, luego, de alguna forma se podía ir, dependiendo de la burocracia, claro, pero era posible”.
Es decir, que si bien hubo etapas muy distintas en cuanto a las posibilidades de viajar a un destino como Croacia, es cierto que durante el comunismo parece haberse consolidado esta tradición aun cuando incluso hacia finales del régimen se podía ir, pero siempre dependiendo de algún tipo de permiso. En otros momentos de ese período histórico, por el contrario, resultaba poco menos que imposible salir, con la obvia excepción de políticos de alto rango jerárquico. Pero aun con ciertas dificultades, explica Klus que al menos esos países estaban en el radar, en una época en que prácticamente no existía una dimensión del mundo fuera del bloque del Este.
“Por eso la gente solía ir al mar Báltico, también a Polonia, Alemania Oriental, Hungría o Bulgaria, pero la verdad es que no había demasiadas opciones y diría que dentro de los destinos posibles, Croacia era, por lejos, el más atractivo”.
Pero incluso sacando el tema del comunismo, Klus afirma que tampoco hay que olvidar que, durante mucho tiempo, los vuelos no resultaban tan accesibles como hoy o, al menos, como antes de la pandemia. Y eso da la pauta de lo importante que era poder llegar en auto a cualquier destino. Por otro lado, explica Klus en relación a esto, que otro aspecto típico del viaje checo a Croacia solía ser el ahorro, cuando en plan campamento esos autos se llenaban de accesorios y comidas para gastar el menor dinero posible.
“También recuerdo que, durante mi infancia, en la década del noventa, fuimos a un camping y dormimos en carpa, teníamos nuestra propia hornalla así que preparábamos nuestra propia comida y la verdad que estaba muy bien”.
Y aunque ellos la pasaban genial, Klus revela que, al menos en esa época, algunos croatas se quejaban y burlaban un poco de los checos que llegaban con sus propias viandas de comida y no consumían casi nunca en los restaurantes. En todo caso, el viaje económico a Croacia constituye una costumbre tan arraigada en la sociedad checa que, tal como indica Klus, se menciona en algunas novelas y también en el cine.
“Hay un libro de Michal Viewegh, ‘Účastníci zájezdu’ (‘Holiday makers’) sobre el típico viaje checo en bus hacia Croacia que también fue filmado. La película es muy popular y muchos checos la han visto, incluso es una película que se ve mucho durante esos viajes en bus, lo que la vuelve aún más realista”.
Y si bien asegura que, en la actualidad, la situación es diferente porque muchos checos alquilan departamentos y hoteles, agrega que todavía hay gente que sigue yendo a Croacia de campamento, aunque, en su opinión, ya no se trata de la misma experiencia porque la conectividad permanente del celular marcó un antes y un después en ese tipo de viajes. Klus aclara que el verano no es el único momento del año en que los checos visitan Croacia porque durante la primavera, en abril o mayo, los precios suelen ser mejores que en temporada alta, aunque sí confirma que julio y agosto son los meses más populares para ir. En todo caso, la accesibilidad y cercanía siguen definiendo incluso hoy la preferencia de los checos por ciertas ciudades croatas.
“Sí creo que uno de los sitios más populares es, por ejemplo, Makarska, una ciudad famosa por su helado, aunque también mucha gente va a Zadar y a varias islas, de hecho, toda la península de Istria es muy popular porque se llega muy rápido, por ejemplo, desde Brno. Requiere alrededor de seis horas manejando”.
Klus revela que Zadar es una de sus ciudades favoritas porque combina hermosos paisajes naturales con historia. Pero también cuenta que los checos suelen ir a Split porque, desde ahí, hay una gran cantidad de ferris que los llevan a distintas islas. Krk es, en su opinión, una de las más populares y los checos suelen visitar tanto la localidad del mismo nombre como también Vrbnik, una pequeña ciudad histórica en el otro extremo de la isla que él considera espectacular. Justamente, en su opinión, la gran ventaja de Croacia es que, en condiciones normales, ofrece una enorme variedad de centros urbanos, entornos más naturales, estar completamente solo en algún rincón de la costa o participar del clima festivo de sus ciudades. Tomáš Klus dice haber perdido la cuenta de las veces que fue a Croacia, pero calcula que deben ser casi diez, entre viajes familiares, en pareja y excursiones con su club de natación, ya que muchos institutos organizan, de hecho, viajes para despuntar el vicio del deporte en otro entorno no tan distinto del de casa.