Peripecias de emigración de Hana Krecl de Anegón
Después de tres años, los checos residentes en el extranjero se dieron cita nuevamente en Praga. En el encuentro, celebrado en la Universidad Carolina la semana pasada, se debatió principalmente sobre cómo los emigrantes o sus descendientes que han perdido la ciudadanía checa podrían recobrarla. Otro tema analizado fue también la devolución de los bienes de los compatriotas checos que emigraron y que les fueron confiscados. Los participantes aprovecharon la reunión para intercambiar experiencias sobre vida en el exilio. Y hay que decir que las peripecias de la emigración de muchos han sido bastante conmovedoras y complicadas. A Praga viajó también la señora Hana Krecl de Anegón, de Uruguay, que ha compartido con Radio Praga la historia de su vida en la emigración.
"Mi padre era un prominente empresario en la industria textil. Después de que nos confiscaran todos los bienes, en unos pocos días llegó a nuestra casa una delegación del Partido Comunista. A mi padre le dijeron que lo han elegido porque es técnico y es capaz de ser director de un macroroganismo donde iban a reunir todas las fábricas textiles de Bohemia del Norte, pero con una sola condición: tenía que entrar mi padre públicamente en el Partido Comunista. Mi padre respondió que se sentía honrado y capaz de desempeñar esta función pero que lamentaba no poder acceder a entrar en el Partido porque iba contra sus convicciones. Los comunistas se levantaron muy enojados, muy furiosos, y le dijeron a mi padre: Así que Vd. y su familia ya sabrán a qué atenerse".
Esta fue una clara amenaza para toda la familia. El padre de Hana Krecl de Anegón lo entendió y empezó a buscar la forma de salir de la Checoslovaquia comunista.
"No fue fácil. Finalmente consiguió reunir dinero que se podía y lo entregó a una organización clandestina católica la cual preparó todo para que pudiéramos escapar".
Vds. primero emigraron a Argentina y luego se trasladaron a Uruguay. ¿Por qué han optado precisamente por Uruguay?
"Llegamos de Checoslovaquia corriendo por la frontera, podíamos llegar hasta Austria con muchas peripecias y dificultades primero a Viena y luego a Veltkirch en la misma frontera con Liechtenstein donde mi padre se sentía un poco más seguro con sus cuatro niños chicos. Yo en ese momento tenía catorce años, pero mi hermana menor tenía solamente cinco años. No teníamos documentos pero por aquél entonces existía una organización internacional que se llamaba IRO, era una organización que precisamente ayudaba a los exiliados políticos como nosotros. Y a través de dicha organización, y después de un año, nos arreglaron la posibilidad de llegar hasta Argentina. En Argentina mi padre se reunió con otros dos industriales checos, textiles también, con la idea de empezar una industria allá. Pero era la era del presidente Perón y no se permitía importar máquinas. Ese fue el motivo por el cual, y gracias a la gran generosidad de la República Argentina que en pocos días nos proporcionó documentos de identidad, podíamos las tres familias trasladarnos a Uruguay donde permanecemos hasta hoy en día".
¿Cómo empezaron en Uruguay? ¿Cómo les acogió la gente local?
"Realmente no tengo palabras para agradecer al país, Uruguay, la generosidad enorme de las personas. En todos los lados fuimos siempre excelentemente bien acogidos. Al principio no sabíamos español pero en dos meses lo pudimos aprender. Nosotros, los chicos, podíamos entrar en el liceo gratuitamente, podíamos rendir exámenes pertenecientes a nuestra edad. Mi padre podía, finalmente sólo, comenzar una pequeña industria textil que fue creciendo con el tiempo. Y bueno, esto fue nuestro comienzo en Uruguay, país tan lejano de Checoslovaquia".
Con el crecimiento de la riqueza y la importancia de la familia de Hana Krecl de Anegón en los círculos económicos de Uruguay, iba aumentando también su influencia social. Fue una cuestión del tiempo cuando la señora Hana empezara a participar en la vida política del país. Se involucró tras la elección de Jorge Batlle como presidente de Uruguay en 1999.
"A partir del marzo de 2000 hemos fundado, la señora del presidente, cuyo nombre es Mercedes Menafra de Batlle, y yo soy su colaboradora directa y socia fundadora, un movimiento que se llama "Todos por Uruguay". Significa que estamos luchando honorariamente, filantrópicamente por la mejora de las condiciones tanto de la infancia como de las personas mayores, contra la pobreza, por la educación, también ayudando a los pequeños y medianos empresarios para poder dar trabajo a la gente".
Hana Krecl de Anegón tiene a su cargo la agenda cultural. Lo primero en organizar fue un concierto efectuado en el Palacio Legislativo de Montevideo.
"Hemos invitado a jóvenes músicos para asistir a un concierto que fue dado por la Orquesta de Cámara de Praga dirigida por un joven uruguayo que se llama Roberto Montenegro. Con esto empezó nuestra labor musical, pero también hacemos danzas, ballets, conferencias y otras manifestaciones. En este momento estamos en búsqueda de un director checo que pudiera venir a dirigir la Orquesta Filarmónica de Montevideo en momento de apertura de nuestro máximo teatro que se llama Teatro Soliz, que se renovaba durante los pasados diez años. Comenzaremos con música de Dvorák para su aniversario que se conmemora el año próximo. Esto será en octubre de 2004. Y mi cometido aquí, en la República Checa, es precisamente poder obtener un director y uno o dos celistas para este concierto".Las actividades de Hana Krecl de Anegón son muy variadas y diversas. Entre otras cosas, ha contribuido también al intercambio comercial entre la República Checa y Uruguay.
"Después de 31 años de exilio muy duro, durante el cual en una oportunidad nos negaron a mi madre y a mí la posibilidad de volver a visitar personas mayores de nuestra familia en Checoslovaquia, finalmente en 1979 logré, como uruguaya y acompañada por mi esposo uruguayo, entrar en el país. He visto aquí muchas cosas hermosas, especialmente me llamó la atención la cristalería, la porcelana, la bisutería, la música clásica y también artículos de tenis. Esto fue el motivo por el cual abrí una firma comercial y durante tres años hemos importado grandes cantidades de la mercadería checoslovaca a Uruguay. Luego me fue tan penoso volver acá y ver en qué condiciones se encontraba mi querida patria de origen. No puede soportar más este espectáculo, también he tenido problemas una vez cuando no querían permitirme salir de Checoslovaquia, por lo tanto interrumpí esta labor. Apenas terminado el comunismo en 1989, a comienzos del año siguiente fundé y fui presidenta de la Cámara de Comercio Checa en Uruguay que funcionaba durante cinco años. Actualmente tenemos otra vez la posibilidad de abrir nuevamente esta Cámara de Comercio".
Hana Krecl de Anegón está orgullosa de sus hijos. Su hijo mayor, padre de dos hijas, es científico y trabaja en Francia donde se dedica a la biología molecular y a la genética. El hijo menor, padre de cuatro hijos, es economista y se especializa sobre todo en cómo aprovechar mejor las riquezas del campo uruguayo.
Sus hijos y nietos, ¿hablan checo? ¿Cómo mantienen viva la tradición checas y las costumbres checas en su familia?
"No tenía sentido según mi entender enseñarles checo cuando nacieron. Eran precisamente los años tan duros cuando parecía que el comunismo iba a absorber al mundo entero. Además, mi esposo es un español, nacido ya en Uruguay pero de padres españoles. Por ello no podíamos hablar delante de nuestros hijos en checo. El checo es un idioma sumamente difícil y en aquél momento parecía que no tenía mucho futuro. Sin embargo, nuestras tradiciones son bien checas. Es la forma en la cual festejamos la Navidad y en la cual tratamos de educar a nuestros hijos donde siempre será primero la obligación y después la diversión, donde siempre lo más importante es la dignidad y la honorabilidad y es tener el buen corazón y poder servir también a los demás".