Mujeres de Praga, un grupo hispano en pleno corazón de Europa
Llegó a Praga en el año 2000. Jeannette Palma nació en Chile. Antes de venirse a la República Checa estaba estudiando en California y decidió pasar el fin de año en México, sin saber que allí conocería al que hoy es su marido, Karel, un checo del que se enamoró y con el que actualmente tiene dos niñas.
“Un mall en el año 2000. La gente era bastante apática para ser honesta. Me acuerdo que yo iba a comprar algo y era se lo lleva o no se lo lleva. No existía el tómelo, mírelo, pruébelo, y si le gusta se lo lleva. Era se lo lleva, o si no se lo va a llevar, váyase”.
El idioma tampoco ayudaba mucho. Al principio se comunicaba en inglés, sin embargo, al nacer su primera hija, entendió que tenía que aprender checo.
“Lo necesitas. Ok, con tu esposo hablas español o inglés, pero ¿con el resto? Necesitas hablar con el resto para ser feliz. Y para eso necesitas el checo, te guste o no te guste. Y si no hablas checo no te puedes incorporar al mundo de tu hijo, y tu hijo es mitad hispano hablante, mitad checo”.
Durante un mes, una prima de su marido le dio clases para conocer todas las posibles palabras relacionadas con bebés, pero no fue suficiente. Así que empezó a leer periódicos, revistas y todo lo que pasaba por sus manos en checo. Se olvidó de la televisión por cable y empezó a ver la tele, también en checo.De esta forma aprendió y hoy puede resolver todos los problemas que se le presenten por ella misma. La sensación de independencia asegura que no la cambia por nada. Gracias también al conocimiento del idioma, pudo entender otros muchos aspectos del mundo checo.
“Creo que la gente hispanohablante, los italianos también...somos personas más cálidas, más amigables. Pero una vez un checo me dijo que eso no es ser amigable, que eso es ser entrometido. Entonces yo me quedé pensando, y si yo me pongo en el papel del checo, lo entiendo, porque él tiene otra cultura, él no lo ve como una amistad, él lo ve como que es un entrometido”.
A pesar de todo, hay cosas que, aunque respeta, asegura que nunca entenderá, como el que sean ateos y el concepto de familia que aquí tienen, donde sólo cuentan los padres, los hijos y los abuelos. Por ello, al ser una mujer tan patriota, cuando conoció la asociación Mujeres de Praga, no se lo pensó dos veces y empezó a colaborar.
“Entonces mi idea era hacer de nuestro grupo un grupo en el que se mostrara que somos hispanohablantes. Se me ocurrió la idea de que cada mes íbamos a hacer distintos artículos de nuestros países, lo cual fue muy exitoso por un año. Hablábamos de nuestros países, de nuestra cultura y todo eso. Y luego me empecé a dar cuenta de que para las que vivimos acá y acá nos vamos a quedar porque nuestros esposos son checos, este grupo era un grupo muy especial y muy necesario, porque era la única manera de seguir en contacto con nuestra cultura”.Unas 70 mujeres forman parte del grupo que hoy coordina Jeannette. La mayoría hispanohablantes, aunque también hay mujeres checas o de otro país que hablan español. Todas son bienvenidas. Dan una pequeña cuota voluntaria para hacer un regalo cuando una de las componentes se va o cuando alguien da a luz, por ejemplo. Pero todo es voluntario, asegura Jeannette, puesto que se intenta que sea un grupo abierto. Eso sí, advertencia a los esposos: nunca acudan a sus cenas, las cuales organizan muy a menudo.
“Las primeras las tratamos con esposos, pero fueron un caos, porque estos hombres se aburrieron. Me acuerdo de una amiga argentina que su esposo francés hablaba español, había vivido en Argentina muchos años y le dijo nunca más voy a tus cenas. Luego había un inglés que se quedó hasta dormido en la cena. Entonces dijimos, bueno, pueden ir, pero les aconsejamos que no vayan hombres”.
Y es que ese es el día en que todas aprovechan para hablar, sabiendo que son entendidas por el resto. El día en que todas recuperan fuerzas para volver al mundo checo.Desde Mujeres de Praga también realizan labores solidarias. Jeannette recuerda con especial cariño la ayuda prestada a una asociación del centro de Praga para mujeres embarazadas, la mayoría menores de edad, que no pueden mantener a sus bebés.
“Entonces con el grupo hispano empezamos a recaudar cosas, ropas, cunas, coches...todo lo que necesita una mujer embarazada y un bebé. Y, en cooperación con la Asociación Internacional de Mujeres, pudimos hacer una campaña gigantesca donde se unieron las dos asociaciones y entregar ropa y todo lo que estas señoras necesitaban”.
Con el grupo también realizan visitas culturales en español en las que Jeannette hace de guía. Pero además, esta inquieta mujer tiene varias tiendas de souvenirs en el centro de Praga, e imparte clases de inglés dos veces por semana en el colegio de sus hijas.
Y es que Jeannette Pudilová, llamada así tras casarse con su marido y tomar su apellido, es sin duda una chilena adaptada al mundo checo. Aunque eso sí, nunca olvida su tierra ni sus raíces, por eso el español es la única vía de comunicación con sus hijas checo-chilenas, a las que les inculca las costumbres y tradiciones de su país, al que algún día espera volver.
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