La República Checa empieza a sufrir las consecuencias de la fuga de cerebros

Muchos especialistas checos aseguran que no son tan cotizados como lo merecen. Muchos de ellos optan por trabajar en el extranjero donde se requiere mano de obra cualificada y especializada. Ya no se trata solamente de expertos en informática, sino de una amplia gama de profesionales entre los que no faltan los médicos.

Los países desarrollados comprendieron que el futuro pertenece a la tecnología y no quieren quedarse atrás. Para desarrollar sus tecnologías necesitan de especialistas, más de los que pueden hallar en su propio país y es por eso que atraen a especialistas de otras regiones " que no saben apreciar a los investigadores y científicos que disponen. La fuga de los cerebros no es sólo un problema de Europa Central, sino que afecta también a los países de Europa Occidental cuyos expertos prefieren trabajar en Estados Unidos.

Josef Kolar del Instituto Técnico de Praga no ve la situación tan dramática. Según él en cada rama de la actividad humana hay un porcentaje de personas capaz de salir al extranjero pero la mayoría no tiene suficiente coraje para abandonar su patria.

"En la República Checa, la gente todavía no está acostumbrada a trasladarse por razones de trabajo. Sin embargo, aparece otro fenómeno - los estudiantes no salen tanto al extranjero pero trabajan en las sucursales de las empresas extranjeras en la República Checa que pueden pagar a sus empleados mejor que las universidades o centros de investigación estatales".

La palabras del profesor Kolár confirma un estudiante de programación de Praga: "Lo ideal es vivir en Praga, pero trabajar para una empresa alemana y cobrar en euros. Es atractivo tener un sueldo occidental en nuestras condiciones ".

Para documentar la situación de la ciencia checa basta mencionar el número de patentes registrados en la República Checa en el año 2000: dos por un millón de habitantes. Comparándolo con los países desarrollados como EE.UU. con unos 309 patentes, Suiza con 177 o Francia con 64 " resulta que en la República Checa queda todavía mucho por hacer.

Autor: Helena Karlasová
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