Jiří Votruba, el artista en contra del consumismo que popularizó en el mundo la imagen de Praga
Desde los inicios del turismo masivo hasta la actualidad mucho parece haber cambiado en la capital checa, aunque hay algo que se mantiene intacto: los emblemáticos diseños sobre Praga que ilustran camisetas, portavasos, tazas y afiches. Kafka caminando en una calle vacía y un hombre que se relaja frente al Puente de Carlos son solo algunos de los diseños creados por Jiří Votruba, un artista pop que, al mismo tiempo que seduce a los turistas, se burla del consumismo y el turismo de masas.
Desde que, en la década del 90, empezaron a llegar millones de visitas hasta este presente en el que, poco a poco, los índices de turismo intentan sacarse de encima los síntomas del Covid, la capital checa ha cambiado mucho.
Sin embargo, desde aquellos años hasta hoy, aún sobreviven en varias tiendas de recuerdos, y cada vez en más productos, una serie de atractivas y coloridas ilustraciones sobre Praga. Una camiseta de Franz Kafka caminando por la ciudad, un posavasos con golondrinas que vuelan sobre el Puente de Carlos o afiches de Mozart, Václav Havel o incluso el Golem, son algunos de los diseños que casi todos los visitantes de Praga conocen quizás sin saber que fueron creados por una única persona: Jiří Votruba, un artista tan inspirado como alegre que ni siquiera parece tomarse demasiado en serio la impresionante vigencia de sus postales praguenses.
“La gente empezaba a venir a Praga y quería darles alguna información a mi manera, entonces preparé muchas postales y las vendí todas en solo dos o tres días por una ventana de la Plaza de la Ciudad Vieja”
“Tengo que admitir que no pienso mucho en eso, incluso ni siquiera me doy cuenta, pero cuando lo escucho me parece muy bien. En todo caso, creo que la imagen más importante de la serie es la de Franz Kafka caminando por la ciudad, que la hice realmente desde el corazón, porque me gusta Kafka incluso desde antes de la revolución, cuando sus obras estaban bastante prohibidas, aunque circulaban algunos libros desde aquella media libertad que tuvimos en 1968”.
En todo caso, Votruba se alegra de haber ayudado a difundir la imagen de Praga en el extranjero, y es consciente de que su trabajo puede verse hoy en buena parte del mundo. Ingeniero civil de formación, recuerda que varias veces se cruzó con personas que, por ejemplo, llevaban puestas las camisetas de Kafka en sitios tan diversos como Londres, Madrid y Atenas, algo imposible de prever en 1986 cuando, luego de empezar a ilustrar algunas revistas para niños, abandonó la ingeniería para dedicarse al arte. Votruba dice que se trató de una decisión casi heroica teniendo en cuenta que, por ese entonces, todo el mundo cuidaba mucho su trabajo y los artistas visuales debían estar agrupados para facilitar el control del régimen. En ese sentido, asegura que la sensación de libertad que experimentó tras la Revolución de Terciopelo fue algo así como un milagro y, de hecho, no tiene dudas de que la década del 90 fue la más hermosa de su vida.
“Yo quería hacer varias tarjetas porque la gente empezaba a venir a Praga y quería darles alguna información a mi manera, entonces preparé muchas tarjetas o, mejor dicho, postales y tuve la idea de publicarlas en una editorial en la que trabajaba por ese entonces. Pero todo era muy complicado y se demoraba mucho así que un amigo me propuso imprimirlas por nuestra cuenta. Él se ocupó de hacerlo y en solo dos o tres días vendí todas las postales por la ventana de un negocio aquí en la Plaza de la Ciudad Vieja”.
Sobre la libertad
Votruba recuerda que la primera imagen de la serie fue la de una paloma sobrevolando la ciudad junto a la bandera checa, un símbolo inequívoco de la libertad recién recobrada. Martin Vohryzek, el amigo que le propuso la idea, terminó creando en 1990 la compañía Fun Explosive cuyos productos se venden en varios puntos de la ciudad y suelen traer sus ilustraciones. Si bien se trata de una empresa muy pequeña, Votruba explica que no deja de tener una mirada comercial, lo cual ha generado algunas diferencias de criterio que siempre lograron resolver con elegancia gracias a la amistad que los une. En todo caso, la carrera de Votruba no se limita a esta serie de dibujos sobre la capital checa, ya que además de realizar también algunas imágenes de otras ciudades como Tokio, Salzburgo y Viena, y de ilustrar junto al Teatro Nacional de Praga una trilogía de libros muy aclamada sobre ballet, opera y teatro, él realiza también sus propias obras que suele dar a conocer en distintas exposiciones.
“En este tipo de arte por encargo la libertad artística es parcial, yo me siento plenamente libre cuando hago mis propias pinturas o dibujos pero el arte por encargo no es completamente libre, y por eso cuando hago posters realizo varias versiones que envío al dueño de la empresa para que él decida y así me evito algunas discusiones y cambios”.
De hecho, cuenta Votruba que una de las primeras diferencias que surgieron fue, precisamente, a causa de su admirado Franz Kafka. Al principio, él no estaba de acuerdo en usar su figura para decorar camisetas pero luego su amigo lo fue convenciendo a tal punto que a él mismo se le ocurrió después la idea de hacer las camisetas que solo muestran los ojos del escritor, aunque en ese caso no se trata de una ilustración sino de una foto. Lo cierto es que el famoso diseño que hizo de Kafka caminando solo por Praga sigue siendo, incluso hoy, su favorito.
“Yo sabía que él había vivido casi toda su vida en el centro de Praga y yo quería expresar la emoción que me producía su necesidad de tener que caminar por Praga, completamente solo, en la oscuridad de la tarde, pensando en su literatura que ya estaba escrita en el cielo. Creo que es una imagen muy honesta y creo que esa es la razón por la que se volvió tan exitosa, porque no hubo ninguna especulación en ella”.
Lo interesante es que, si bien durante muchos años, Kafka generó lecturas muy tortuosas, esa ilustración de Votruba no deja de inspirar cierto humor y optimismo, a tono con algunas lecturas más actuales que el escritor praguense viene despertando. Por su parte, él mismo define su estilo diciendo que intenta abordar temas muy serios e importantes pero desde la sensibilidad y la mirada de un niño, una combinación interesante que hizo que su arte trascendiera las fronteras checas llegando a países tan lejanos como Japón, donde Votruba viajó varias veces gracias a su arte.
“Creo que en mis ilustraciones hay un reflejo de mí mismo porque me considero una persona bastante divertida y graciosa y es algo que me viene de familia porque mi padre era una persona muy alegre que se la pasaba tocando la guitarra en casa y haciendo bromas. Yo miro el mundo desde esa misma óptica y creo que eso me ayudó a conseguir cierto éxito en Japón porque, a veces, ahí son como niños en el buen sentido. En cuanto al pop art, lo uso mucho en mis pinturas como una pequeña crítica a la sociedad de consumo y al turismo de masas, aun cuando le saco beneficio”.
En las obras ‘totalmente libres’ de Votruba abundan, de hecho, las referencias irónicas al consumismo y la cultura pop: desde las calóricas patatas de McDonald´s hasta marcas como Air France y Lacoste pasando por tarjetas de crédito, citas a canciones de íconos musicales como Queen, Bowie y Leonard Cohen y hasta una silueta del Che Guevara vestido con tapado de piel para dar cuenta, según él mismo explica, de la superficialidad contemporánea. En ese sentido, aclara que así como el consumo en República Checa empezó recién en plena década del 90, las críticas contra ese hábito también empezaron a verse mucho más tarde que en otros países.
Un arte para los turistas y en contra del turismo
Votruba considera que el turismo es una moneda de dos caras: reconoce su importancia económica pero, al mismo tiempo, disfruta los momentos en que la ciudad está un poco más vacía. Al mismo tiempo es de esos artistas que suelen inspirarse en sus propios viajes y, de hecho, tiene varias obras que surgieron como consecuencia de una visita a Madagascar que lo marcó profundamente. A propósito, recomienda el libro Grand Hotel Europa de Leonard Pfeijffer que, a su entender, aborda de un modo muy original el turismo de masas y también recuerda que durante la pandemia vivió un momento muy agradable cuando, caminando con unos amigos por la calle Nerudova, se sentaron a tomar algo en una mesa casi abandonada de un restaurante que suele estar repleto de turistas. Lo interesante es que esas mismas contradicciones le generan sus propios diseños sobre Praga y en especial uno que podría compararse a esas canciones tan demandadas por el público que terminan aburriendo un poco a sus compositores.
“El más problemático pero a la vez exitoso es el de las agujas que rematan las construcciones del centro de Praga, un diseño muy popular que la gente compra mucho y mi amigo me lo pide para todos los productos, pero tengo que reconocer que representa la ciudad porque es algo muy típico de aquí la presencia de esas agujas en lo alto de las iglesias, lo cual se ve muy bien desde las torres del Puente de Carlos. Entonces, creo que esa imagen de Praga es muy exitosa, pero para mí se volvió un poquito molesta”.
Votruba calcula que lleva realizados alrededor de cincuenta diseños sobre Praga a lo largo de los años. En su opinión, lo más difícil de semejante vigencia es mantener el equilibrio entre hacer lo que realmente le importa y encontrar, al mismo tiempo, lo que le interesa a la gente. Para explicarlo, pone como ejemplo una ilustración que hizo sobre bicicletas, algo no muy típico de Praga pero que sí le gusta mucho a la gente y por eso resolvió agregar una cerveza para darle al diseño un toque más praguense. En el otro extremo, asegura que una de las imágenes que más disfrutó hacer es la del hombre que toma un café y apoya sobre una reja sus piernas estiradas mientras disfruta la vista del Puente de Carlos.
“La de Kafka caminando por Praga es una imagen muy honesta y creo que esa es la razón por la que se volvió tan exitosa”.
“Este diseño es uno de mis favoritos porque lo viví cuando experimentaba una calma absoluta durante unas vacaciones en Tobago, estaba sentado con las piernas estiradas en el balcón y debajo el mar se veía maravilloso, entonces lo que hice fue mezclar ese momento con el paisaje de Praga”.
Como uno de los máximos difusores de la imagen de Praga en el mundo, Jiří Votruba es la persona indicada a la hora de afrontar esa misión casi imposible que consiste en definir la esencia de la capital checa. Él, sin dudarlo ni un instante, dice que es la cerveza. Luego sonríe, reflexiona un poco y se corrrige: la esencia de Praga es, para él, una combinación de música clásica, historia, cultura y, por supuesto, cerveza.