El palacio del rey de los ferrocarriles

Palacio de Zruc nad Sázavou

En un valle modelado por un meandro del río Sázava, a unos 60 kilómetros al sudeste de Praga, está situada la ciudad de Zruc nad Sázavou. Sobre el río, rodeado de un parque, se alza un palacio pseudogótico del año 1891, al que les invitamos en este Radioviaje.

Palacio de Zruc nad Sázavou
Quizá por situarse fuera de caminos importantes en medio de densos bosques, según se dice en checo: "z ruky", denominaron a esta localidad "Zruce". O fue porque el original castillo que se encontraba en este lugar iba bañado de un lado por un arroyo - en el checo medieval "rucej", y el río por debajo del castillo corría rápido - "ruce". En las postrimerías del siglo XVIII el nombre fue abreviado convirtiéndose en el actual "Zruc".

La primera mención escrita sobre el castillo de Zruc procede del año 1328. Sin embargo, los historiadores suponen que Zruc fue poblada mucho antes. En 1032 fue fundado el Monasterio de Sázava, que dio inicio a la población de la zona a lo largo del río Sázava. Y en un muro de la iglesia local descubrieron inscritas las cifras romanas MCL, que indicarían el año 1150. Es muy probable, entonces, que Zruc surgiera entre esas dos fechas.

Los primeros propietarios del castillo de Zruc fueron los Kolovrat, que se instalaron aquí en el siglo XIV y permanecieron casi 200 años. De esta época se ha conservado la torre de Kolovrat, que se encuentra en el parque del palacio y tenía mucha importancia para la defensa durante las guerras husitas en el siglo XV.

Los Kolovrat fueron sustituidos por la casa noble de los Kalenic. En sus manos Zruc floreció tanto que fue elevada en 1561 al rango de ciudad. Los Kalenic dedicaron a Zruc su blasón, que representa unos cuernos de búfalo de plata en un escudo rojo. Este blasón sirve como escudo municipal hasta hoy día.

En los decenios posteriores Zruc cambió de propietario con frecuencia, hasta que a principios del siglo XVIII llegó la estirpe de los Löwenthal. Estos empezaron a construir el palacio en el lugar donde se sitúa actualmente.

Sin embargo, el aspecto actual lo adquirió Zruc bajo la influencia de sus últimos propietarios. En el año 1885 el Banco Industrial vendió el señorío de Zruc a Jan Sebek, según nos explicó nuestra guía Jirina Janatová.

"Jan Sebek no era noble de origen, pero lo llamaban rey de los ferrocarriles. Construía vías para trenes no sólo en Bohemia, sino en todo el Imperio Austro-Húngaro. Al ferrocarril también se dedicaba su hijo Adolf Sebek. Por sus actividades fue ennoblecido por el emperador en Viena en el año 1898".

Adolf Sebek obtuvo el título de barón y pudo usar un blasón - un escudo rojo con un lirio en el centro y dividido por dos rayas diagonales que representan las vías férreas. En una realización solemne se agregó al escudo un yelmo de torneo con tres plumas, símbolos que los Sebek asumieron de los primeros propietarios de Zruc, los Kolovrat.

Adolf Sebek se casó con la adinerada condesa de Baviera, Ema, de la estirpe Korpf. A principios de los años noventa del siglo XIX iniciaron la reconstrucción del palacio.

"La reconstrucción se prolongó porque la condesa era una mujer muy exigente y no quería admitir que surgiera una nueva residencia al lado del palacio original. Así que se metía en el trabajo del proyectista y cambiaba los planos de reconstrucción constantemente. El palacio de Zruc debió haberse reconstruido en estilo neorenacentista, sin embargo, al final prevaleció el neogótico, que predomina también en las salas interiores".

Pues, no tardemos más y entremos en el palacio. Las paredes del pasillo de entrada están cubiertas de madera negra barnizada, que aparece también en otros espacios del palacio. Más arriba permanecen pintadas con imitaciones de frescos pompeyanos. Estos deben expresar los símbolos del bien, representado por una bailarina blanca, y del mal, apareciendo como un diablo negro, indicó Jirina Janatová.

"Desgraciadamente, cuando en 1950 se instaló en el palacio el ayuntamiento, los dibujos les parecían inapropiados, las bailarinas demasiado desnudas, entonces, los hicieron cubrir con pintura, la cual no logramos quitar en varios lugares durante su restauración".

 Jirina Janatová
Por encima de la puerta se hallan pequeñas bóvedas de laurel y entre ellas imitaciones de máscaras de teatro de la Antigüedad. Las dos columnas a la entrada imitan las columnas jónicas. Cada una fue tallada de un solo trozo de madera y dentro están huecas. El techo también está decorado con motivos de la Antigüedad: el caballo alado Pegaso, angelitos y cisnes.

"El estilo de las pinturas en el techo es un poco diferente del de las paredes, aunque los motivos son los mismos. Los últimos Sebek hicieron establecer en el palacio conductos de agua. El agua se conducía desde una cercana colina mediante un conducto de roble hacia el palacio, y luego hacia el desván, donde se acumulaba en grandes recipientes, algunos de ellos se han conservado. Una vez el conducto se reventó y el agua mojó la pintura en la sala de entrada. Los Sebek tuvieron que pintarla de nuevo. El conducto de roble funciona hasta hoy y conduce el agua a la fuente que hay delante del palacio", indicó Jirina Janatová.

Imitaciones de columnas jónicas y otros motivos antiguos decoran asimismo la Sala de los Espejos del palacio, en el que se organizaban grandes bailes. Aquí cabe destacar la estufa en estilo neorococó, con un esmalte blanco, que sufrió graves daños a finales de la Segunda Guerra Mundial. Entonces, los Sebek tuvieron que irse y en el palacio se instaló la guarnición alemana, y luego la soviética. Para calentarse, los soldados quemaban en el fogón no sólo madera de calidad, sino todo lo que les caía a las manos, incluyendo valiosos manuscritos y crónicas de la historia de Zruc.

Recorremos el salón de la condesa, el salón de los fumadores, el recoveco de caza y la Sala de los Caballeros terminando en la capilla donde está expuesta una pintura de San Juan Nepomuceno.

"Según los expertos, se trata de una pintura de altar. Debido a que no existe en los alrededores ninguna iglesia consagrada a San Juan Nepomuceno, suponemos que el cuadro procede de la primera capilla del palacio de Zruc, que hizo construir en 1770 el noble de origen irlandés William McNeven. Lo confirma la fecha de 1798 que aparece en la pintura. Este cuadro iba a acabar en un vertedero, pero logramos salvarlo, y después del año 1989 conseguimos dinero en una recolecta pública para su restauración".

Subimos cien escalones a la torre del palacio de Zruc pasando por un desván lleno de fantasmas que se asoman por detrás de las vigas de madera - ¡no se asusten!, no son fantasmas reales, sino marionetas.

Dentro de la torre hay instalado un reloj de péndola del año 1886. Las manecillas del reloj no se pueden ajustar con ninguna máquina, lo que causa problemas cuando cambia el tiempo en primavera y en otoño, explicó Jirina Janatová.

"Al cambiar el tiempo, se deja parar el reloj y al día siguiente se viene una hora antes o más tarde para darle cuerda. Se hace con un gran manubrio, el reloj tiene tres péndulos que hay que subir cada día. De ello se encarga un señor que vive en una casa bajo el palacio. Tiene más de 70 años y no sé si lograremos encontrar a la persona que algún día lo sustituya y tenga ganas de subir y bajar diariamente cien escalones".

Arriba en la torre se nos ofrece una preciosa vista de la ciudad, el río Sázava y el parque del palacio de Zruc, al que nos dirigiremos ahora.

Cruzando el patio del palacio y un pequeño puente nos detenemos frente a la estatua del viticultor.

"La estatua fue erigida en una localidad llamada ´viñedo´, pero no hemos encontrado en la Historia ningún testimonio de que hubiera aquí realmente una viña. La estatua la encargaron los Sebek, que eran aficionados al consumo de vinos de calidad", explicó Jirina Janatová.

El parque del palacio de Zruc lo habitan muchas plantas leñosas extraordinarias como, por ejemplo, la Liriodendron tulipifera, cuyas hojas tienen la forma de una tulipa y cuyas flores amarillas se parecen a un nenúfar, o la Catalpa bignonioides, cuyas flores de color blancovioláceo son similares a las orquídeas.

Encontramos aquí también dos pinos altos llamados Cosmonautas. Uno fue plantado en 1961 con motivo del vuelo al espacio de Yuri Gagarin, y el otro en el año 1978 cuando voló al cosmos el primer astronauta checoslovaco, Vladimír Remek.

En el parque descubriremos también una estatua al rey de los ferrocarriles Jan Sebek, que hizo realizar su hijo Adolf, y un cementerio de perros, señaló Jirina Janatová.

"Se han conservado dos piedras sepulcrales y la estatuilla de un conejo con una alforja. Los Sebek tuvieron varios perros que formaban parte de su hogar como miembros de la familia. En cualquier foto aparecen los Sebek con un perro como mínimo. Los utilizaban para cazar conejos".

Finalizamos nuestra visita al palacio de Zruc a la puerta de entrada del parque. Cerca de ella se encuentra la estatua más antigua de esta localidad, procedente probablemente del barroco. Representa a un león estrangulando a su presa.

Foto: autora

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