El número de patentes checas va en aumento

Segadora Spider ILD02, foto: Dvořák Machine Division

El número de patentes concedidas por las autoridades checas va en aumento. No obstante, la Oficina de la Propiedad Industrial advierte que los inventores muchas veces no piden una patente internacional, por lo que la competencia extranjera aprovecha gratis las ideas checas.

Segadora Spider ILD02,  foto: Dvořák Machine Division
Crear un producto basado en un invento nuevo a nivel mundial y de explotación industrial. Esa es la condición imprescindible para obtener una patente. En Chequia la cumplen cada vez más inventores.

La Oficina de Propiedad Industrial recibió el año pasado unas 2.600 peticiones de patente. Esa cifra va en aumento, aunque una parte de las mismas al final no recibe el derecho exclusivo para la puesta en práctica, según señaló el director de dicho ente, Josef Dvornák.

“Recibimos un número relativamente alto de peticiones, pero tenemos que darnos cuenta de que aproximadamente la mitad de las mismas al final no cumple con todas las condiciones necesarias y no obtiene la patente”, dijo.

Entre los inventores que cumplieron con todas las condiciones necesarias figura Lubomír Dvořák, jefe de la única empresa del mundo que fabrica segadoras para cortar césped en pendientes empinadas.

“Nuestra máquina es capaz de cortar césped en cuestas con una inclinación mayor de 35 grados, donde resulta imposible para tractores y otros vehículo similares”, dijo.

Segadora Spider ILD02,  foto: Dvořák Machine Division
El señor Dvořák pidió tanto una patente checa, como europea, estadounidense y japonesa, entre otras, y hoy exporta su producto a unos 50 países.

Sin embargo, para mantener la patente en vigor en cada país hay que pagar una tarifa, agrega el inventor.

“Al principio, los gastos por el derecho exclusivo fueron relativamente bajos, pero hoy pagamos anualmente casi 20.000 euros por la protección de nuestros productos”, indicó.

Los elevados costes de las patentes internacionales hacen que muchos inventores checos se conformen con pedir el derecho exclusivo para el mercado nacional y renuncian a la protección de su producto en el exterior, donde lo puede aprovechar de manera impune la competencia.