Tras las huellas de los contrabandistas en la frontera checo-eslovaca

Cruz Blanca, foto: Ladin, CC BY 3.0 Unported

En esta edición les invitamos a seguir las huellas de los contrabandistas en la frontera checo-eslovaca.

Cruz Blanca,  foto: Ladin,  CC BY 3.0 Unported
"Beskyde, Beskyde, ¿quién camina por tu tierra? Un pastor de ojos negros te está cruzando con su rebaño de ovejas ...", suenan las palabras de una canción popular morava. ¿Quién caminaba por las pendientes de la sierra de Beskydy, el último extremo de la franja montañosa de los Cárpatos Occidentales, situada en la frontera entre Moravia, la parte oriental de la República Checa, Eslovaquia y Polonia? No fueron siempre sólo pastores, campesinos, cazadores, recogedores de miel de abejas silvestres, tizoneros o posteriormente turistas.

La posición en el límite de tres países predeterminaba el destino de la región. Épocas de paz relativa alternaron con tormentas y conflictos sin fin.

En el siglo 16 se enfrentaron en lucha por la hegemonía sobre ese territorio fronterizo los obispos de la ciudad morava de Olomouc y los señores de la ciudad silesiana de Frýdek. En el siglo 19 se opusieron en choques armados defensores de la frontera y contrabandistas.

Allá, en la cresta montañosa denominada "Cruz Blanca", se alza hacia el cielo, situada dentro una pequeña palizada, una simple cruz de madera pintada de blanco. Su origen permanece desconocido, pero se han conservado varias leyendas que tratan de explicar su historia.

Se dice que bajo la cruz blanca está sepultado un aduanero que murió en ese lugar de frío o que mataron los contrabandistas cuando vigilaba la frontera. E incluso otras leyendas cuentan que están enterrados allí siete aduaneros.

Según otras fuentes varios aduaneros fueron víctimas de la peste y tuvieron que ser sepultados sin demora en el lugar. Y su último refugio fue marcado con una señal de peligro.

A los vigilantes de la sierra de Beskydy se les llamaba en checo "portási" - denominación derivada de la palabra latina "porta" - "puerta" en español, ya que custodiaban los desfiladeros del país o sea sus puertas.

El cuerpo de los llamados "porteros de la sierra" fue fundado después de la Guerra de los Treinta Años en el siglo 17. Los guardianes vestían el traje típico de los valaquios, pueblo que llegó a Moravia del Norte procedente de la región rumana de Transilvania. Llevaban un sombrero alto y como arma un fusil corto con piedra, un sable, un bastón grueso, y una cuerda en su bolsa. Así lo indican las crónicas de la época.

En 1828 las unidades de estos vigilantes fronterizos fueron disueltas y posteriormente los sustituyeron los aduaneros.

Los informes sobre el contrabando con la sal de Eslovaquia, que pertenecía en aquel entonces al imperio húngaro, a través de los pasos de la sierra de Beskydy hacia Silesia y Moravia son bastantes vagos. Más detalladas son las informaciones sobre el contrabando del barato tabaco húngaro.

Cruz Blanca de los Treinta Años en el siglo XX
El tabaco se pasaba camuflado en carros que cruzaban la montaña. Sin embargo, la manera más frecuente y más segura de transportarlo eran las mochilas a espaldas de los contrabandistas que se abrían paso por los tupidos bosques.

Los contrabandistas que cruzaban la frontera a pie adquirían el tabaco sobre todo de comerciantes judíos en el pueblo eslovaco de Turzovka. Y por la noche caminaban por la montaña, sabiendo que todo paso en falso les podía costar la vida.

Según los testimonios de la época los aduaneros al sospechar la presencia de contrabandistas disparaban sin demora tras el primer "¿quién vive?" sin respuesta.

De lucha leal no se podía ni hablar. Muchos de los contrabandistas y guardias fronterizos fallecieron en ataques por sorpresa.

Ni aun hoy en día reina en la zona de la Cruz Blanca tranquilidad. Después de la división de Checoslovaquia el primero de enero de 1993 la región se convirtió en objeto de interés para los pasafronteras de emigrantes ilegales de terceros países. La frontera entre la República Checa y Eslovaquia en la localidad de la Cruz Blanca no está vigilada. Durante las temporadas de verano e invierno la cruzan sin limitación alguna cientos de turistas checos y eslovacos.

Cruz Blanca de los Treinta Años en el siglo XX
Y al sudeste de la Cruz Blanca a través del puerto de Baraní prosigue el contrabando de tabaco. Hace poco fue detenido un ciudadano eslovaco de 21 años que intentó cruzar la frontera con 1405 cajas de cigarrillos de diferentes marcas.

Pero la cima de la Cruz Blanca no era solamente un lugar de destino y paso de los contrabandistas. Era asimismo una zona popular turística. Desgraciadamente la fama de los grandes hoteles, refugios y chalets montañosos que fueron construidos allí en los años veinte y treinta del siglo pasado se ha disipado en los años noventa al pasar a manos de pseudoempresarios modernos que los dejaron en ruinas y sin equipamiento interior.

En los abismos de la historia se hundió la famosa época del hotel Baron, hoy en día Kysuca, en la parte eslovaca de la Cruz Blanca, al que acudían desde el hotel Charbulák, situado a cinco kilómetros de distancia en Moravia, para tomar unas copas renombrados actores praguenses del período anterior a la Segunda Guerra Mundial, y entre ellos por ejemplo, Hugo Haas.

Durante la guerra la Cruz Blanca se convirtió en una zona de recreo barata. Los nazis, que ocuparon las tierras checas, fomentaban las vacaciones organizadas por ellos para obreros, al igual que posteriormente los comunistas.

Con dichas vacaciones se premiaba sobre todo a los obreros checos leales al Tercer Reich de Adolfo Hitler. A iniciativa del Protector del Reich, Reinhard Heydrich, uno de los más temidos representantes del poder nazi en el Protectorado de Bohemia y Moravia, se efectuó en aquel entonces el primer recreo vacacional organizado para obreros en las tierras checas.

Era en la Cruz Blanca donde a finales del año 1940 y en 1941 descansaban aquellos obreros checos que sobre todo en las fábricas de armamento cumplían con esmero con la norma establecida.

Los cerros de la sierra de Beskydy se cubren de niebla y se pierden en las nubes tapando con misericordia los pasados fallos humanos. La Cruz Blanca de madera sigue en su lugar. Y desde ella se abre un panorama mágico hacia las cimas montañosas, como quedó escrito en una postal del año 1897.