El árbol de Navidad en las tradiciones checas
El árbol de Navidad es un buen ejemplo de la importación de tradiciones extranjeras hacia el folclore checo, que ha terminado por adoptarlas por completo. Allá por el s. XIX muchos vieron esto como una suerte de debate sobre la identidad nacional.
Pocas celebraciones o festividades generan un clima siquiera comparable con el de la Navidad, una época del año en que todo semeja tener un brillo especial y donde ese aura de armonía y felicidad se apodera del ambiente. Esa dimensión espiritual de la Navidad, cada vez más cuestionada, todo sea dicho, se complementa con prácticas y costumbres de todo tipo, desde hacer regalos hasta reunirse con nuestros seres queridos.
La importancia de la tradición en la Navidad es incuestionable pero, paradójicamente, en la mayoría de los casos también reina un cierto desconocimiento acerca del significado o el origen de las mismas. Así, millones de checos colocan en sus casas el árbol de Navidad, que luego decoran con luces y todo tipo de adornos. Sin embargo, muy probablemente pocos de ellos conozcan el origen y la historia detrás de esta práctica.
No, el árbol de Navidad no es checo, ni nada tiene que ver con el folclore nacional. Por otro lado, se trata de una tradición relativamente reciente, de apenas 200 años de antigüedad.
Jana Poláková, comisaria del Museo de Moravia y gran experta en tradiciones navideñas checas, arrojó algo de luz acerca de esto.
“En 1812, Jan Karel Liebich, actor bávaro que también fue director del Teatro de los Estados de Praga, celebró una reunión navideña para sus amigos y colegas. En su invitación, prometió que serían testigos de algo único. A su llegada, se abrió la puerta a una habitación donde había un árbol de Navidad muy iluminado y decorado. Según las fuentes que tenemos, parece que fue el primer árbol de Navidad en Praga. Las fuentes muestran que el uso de árboles de Navidad comenzó a aumentar considerablemente en la década inmediatamente posterior a la presentación de Liebich. Veinte o treinta años después también comenzamos a ver menciones en los medios, que informaron que se están encendiendo árboles de Navidad”.
Tal y como afirma Poláková, la propagación del árbol de Navidad a lo largo y ancho del país no resultó un proceso inmediato. Fue en la segunda mitad del siglo XIX cuando el fenómeno comenzó a popularizarse y para el XX ya se había extendido y establecido del todo. Curiosamente, una de las razones que frenó su expansión fue el debate identitario y el recelo que despertó en una parte de la sociedad checa el hecho de importar costumbres alemanas en detrimento de las propias.
“Grupos que se identificaron como patriotas y tradicionalistas lucharon arduamente para evitar que el árbol de Navidad se extendiera entre la población nativa, porque señalaron correctamente el hecho de que era una costumbre alemana y que no tiene conexión con las tradiciones checas. Lo interesante es que ya en este momento se podían escuchar voces que criticaban su introducción por dañar los bosques locales”.
Su particular cruzada contra el árbol alemán no tuvo éxito, ya que desde entonces su presencia se ha convertido en toda una tradición de por sí, aunque no tenga relación alguna con Chequia. Sí la tiene la que podríamos considerar como su alternativa nacional: el “Vrkoč“. Se trata de una maceta llena de tierra y de la que se colgaban varias ramitas y palos con frutos secos y pasteles a modo de decoración. Con todo, el árbol de navidad acabó ganando esta particular batalla, ya que para mediados del siglo XX ya se había popularizado y establecido en todos los rincones del país.
También merece mención la muy preciada tradición checa de Ježíšek, el niño Jesús. Si bien esta y el árbol de Navidad no guardan relación alguna en cuanto a su origen, sí se las puede considerar coetáneas respecto a su introducción, que se produjo de forma casi paralela. Poláková se refirió también a esta realidad.
“El Niño Jesús, si puedo decirlo así, también es importado. Como el árbol de Navidad de Alemania. Sin embargo, su introducción no estuvo relacionada. Fue consecuencia de la creciente costumbre de relacionar la Navidad con los regalos y la necesidad de obsequiarlos a escondidas. Entonces, esta tradición estaba dirigida principalmente a los niños y se podría decir que surgió a fines del siglo XIX”.
En definitiva, tal y como demuestran estos ejemplos, la tradición responde a un fenómeno social y, sobretodo, vivo y cambiante. Poláková conoce infinidad de ejemplos que evidencian esta realidad, prácticas que, por un motivo u otro, quedaron en desuso.
“Las niñas solían recoger las migajas que quedaban después de la cena de Navidad y tirarlas por la ventana. Por la mañana mirarían hacia afuera y verían qué pájaros se los comían. Si fueran meros gorriones, eso significaría que ella se casaría con un hombre pobre, pero si fuera un cuervo, presagiaría un hombre rico, por ejemplo, un comerciante".
Checas o no, lo único cierto es que la Navidad es, por excelencia, la época de las tradiciones, ya que estas cobran en dichas fechas más importancia y significado que nunca. El siglo XX fue la época en que estas comenzaron definitivamente a hacerse un fenómeno global y así sigue siendo a día de hoy.
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