Un viaje arqueológico desde Bohemia a Hispania

Foto: Michal Jánský, Prácheňské muzeum Písek

Investigar una conexión entre las culturas centroeuropeas y la hispana a través de artefactos arqueológicos es el objetivo del estudio de los arqueólogos Jaroslav Jiřík y Joan Pinar Gil.

Jaroslav Jiřík | Foto: Dominika Bernáthová,  Radio Prague International

Corría el siglo V d. C., cuando el pueblo nómada de los hunos puso su mirada en Europa. Este nuevo poder político-militar, procedente de Asia Central, obligó a las tribus bárbaras asentadas en Centroeuropa a migrar hacia Occidente.

En el 409, los suevos, que residían en el territorio de la actual República Checa, cruzaron junto a los vándalos los Pirineos donde iniciaron una nueva época histórica, seňala el autor del estudio 'Cultura Przeworsk, procesos de transformación y contactos externos', Jaroslav Jiřík.

“Llegaron a Hispania, donde tomaron relativamente rápido el control del territorio que mantuvieron hasta la llegada de los visigodos. Todo culminó en el año 429 con la retirada de los vándalos al norte de África. Allí encontramos una conexión gracias a los hallazgos arqueológicos; muchas hebillas encontradas tienen sus contrastes en los territorios de la actual República Checa y Eslovaquia”.

La mediterranización de los pueblos bárbaros

Los pueblos bárbaros se adaptaron rápidamente al ámbito del territorio invadido, dando lugar al fenómeno conocido como la mediterranización, explica el arqueólogo.

 Joan Pinar Gil,  foto: archivo Universidad de Hradec Králové

“Los pueblos adoptaron pronto la moda local, así como la forma de fabricación de cerámica y de vidrio. Fue una adaptación total a ese nuevo ambiente, mientras se convertían en nuevos dueňos de las tierras. Los elementos centroeuropeos permanecieron en esa cultura durante aproximadamente dos décadas y luego desaparecieron, cediendo paso a la moda mediterránea y a la bizantina”.

Rastrear las huellas migratorias de los pueblos bárbaros resultó posible gracias a objetos como hebillas, pulseras y aretes, cuya forma de elaboración y material indican que su lugar de procedencia es el territorio de los actuales países de Visegrado: Chequia, Eslovaquia, Polonia y Hungría. Piezas con estos rasgos se hallaron posteriormente también en el norte de África.

La investigación de ambos arqueólogos surgió a causa de numerosos artefactos omitidos de los que hasta entonces no se había ocupado ningún estudio, explica Jiřík.

“Gracias a la colaboración con el doctor Gil conseguimos conectar los hallazgos. Él había escrito estudios de muchos descubrimientos no publicados hasta entonces, ya que se enfoca en la búsqueda de elementos relativos a Centroeuropa y Europa Oriental, algo que no se había explorado a fondo hasta entonces y es un gran mérito suyo”.

“La arqueología checa está en la primera línea”

La arqueología checa presume de importantes logros tanto en el territorio nacional como en el extranjero. De acuerdo con Jaroslav Jiřík, los éxitos locales se basan en gran parte en la obligación de las empresas constructoras de anunciar la construcción de todos los edificios sin excepción, con el fin de que se pueda realizar una investigación arqueológica.

“No en todo el mundo existe este sistema. También aquí hubo cambios, hasta los aňos cincuenta o sesenta del siglo XX no se hacía la investigación de la época de la Edad Media. Para los arqueólogos eran suficientes las fuentes escritas. Hace dos generaciones, se mostró que la conexión entre los hallazgos de diferentes sectores es muy interesante. En cuanto al resto de Europa, creo que no estamos a la cola, al contrario, estamos en la primera línea en cuanto a la investigación de territorios”.

Según Jiřík, la arqueología es un lujo y no cualquier país puede permitirse unas investigaciones arqueológicas extensas. El respaldo por parte del Estado checo lo valora de forma positiva.

“Sin duda, contamos con un gran apoyo del Estado y existe interés por su parte. Históricamente, la arqueología tiene un trasfondo político, como otros campos históricos. Muchos países, incluidos los regímenes totalitarios, intentaron respaldar, por ejemplo, sus exigencias territoriales con argumentos reflejados en la arqueología. Simplemente, una distorsión de la historia”.

A pesar de que muchas personas soňaban con ser arqueólogo en la infancia, actualmente el interés de los jóvenes en estudiar este campo está en descenso en la República Checa.

“Las causas pueden ser demográficas, pero otra razón puede ser que la demanda por los arqueólogos recién graduados es más baja comparado con los tiempos cuando yo acabé mis estudios”, sostiene Jiřík.

La fructífera colaboración entre Jaroslav Jiřík y Joan Pinar Gil proseguirá con una investigación sobre la difusión de los elementos culturales centroeuropeos que llegaron con las olas migratorias a la Península Itálica y el Mediterráneo Occidental tras importantes cambios históricos, como la desaparición del Imperio Romano Occidental y el surgimiento de los imperios bárbaros en Italia.