San Venceslao - santo patrono de las Tierras checas

San Venceslao
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El 28 de septiembre se celebra en la República Checa la fiesta Nacional - Día de San Venceslao - patrono de la nación checa. Con este motivo hemos preparado para ustedes un programa especial dedicado a la personalidad y al legado histórico del príncipe San Venceslao, que vivió en el siglo X.

Cada nación tiene un santo en el que proyecta la imagen de su destino histórico. La nación checa tiene como patrono a una gran personalidad en la que desde hace siglos deposita sus esperanzas, sueños y anhelos. San Venceslao es venerado en la República Checa por todos, ya sean creyentes o no, e independientemente de la confesión que profesan.

Este santo es un verdadero símbolo para la nación checa, siendo a la vez sinónimo de unión nacional. La estatua ecuestre de San Venceslao en Praga constituye, sin exageración alguna, el centro espiritual de la República Checa. Al pie de ese monumento suelen reunirse los checos en los momentos difíciles, así como en los días festivos.

San Venceslao fue el primogénito del príncipe Vratislao I Premislita y la princesa Drahomíra. Los historiadores aseguran que nació alrededor del año 895. San Venceslao tenía dos hermanos: Boleslao y Spytihnev, y cuatro hermanas.

Santa Ludmila
De niño, Venceslao fue educado por su abuela Ludmila en la fuerte de Budec, donde aprendió a leer y a escribir en latín bajo la influencia del monje Pavel, capellán y confidente de su abuela. Esa educación hizo de él un cristiano ferviente, con gran poder de decisión e independencia.

Pese a que Venceslao era el heredero legítimo del trono del príncipe Vratislao I, tras la muerte de su padre el poder pasó a manos de su madre, la princesa Drahomíra.

A principios del siglo X el centro del poder político centroeuropeo deja de estar en Baviera para pasar a Sajonia, lo que se reflejó en la división de los señores feudales checos en dos grupos - los partidarios de la parte bávara, encabezados por la princesa Ludmila, y los simpatizantes de la parte sajona, apoyados por la princesa Drahomíra.

El drama entre las dos mujeres culminó en septiembre del año 921, cuando Drahomíra hizo asesinar a su suegra Ludmila y mandó a expulsar al clero bávaro de las tierras checas.

 Asesinato de Ludmila
Sin embargo, Drahomíra no disfrutaría por mucho tiempo de su victoria. Tras perder las simpatías de sus aliados, en el año 924, el poder pasó a manos del príncipe Venceslao. El joven príncipe internó a Drahomíra en la fuerte de Budec e hizo trasladar los restos mortales de su abuela Ludmila, que posteriormente fuera santificada - de la fortificación de Tetín al Castillo de Praga, donde fueron sepultados en la basílica de San Jorge.

El príncipe Venceslao comenzó a dar pasos importantes en política exterior. Comprendiendo que el centro del poder en las regiones germanas se había trasladado a Sajonia, se comprometió a pagar al rey de Germania, Enrique I, el Pajarero, tributos en plata y en cabezas de ganado vacuno.

Este sistema de pago de tributos y de paz pactada era el que solía existir entre todos los Estados y monarcas de la época. La política de San Venceslao estaba encaminada a conservar la soberanía de sus tierras, esforzándose para que Bohemia alcanzara respeto y prestigio en la región de Europa Central.

La política prosajona del príncipe Venceslao, unida a su firme deseo de propugnar la introducción de los principios cristianos en el país motivaron, sin embargo, una nueva rivalidad y adversidad de los señores feudales checos.

Estos grupos descontentos, encabezados por Boleslao I, hermano del príncipe, asesinaron a Venceslao a la puerta de la iglesia de Stará Boleslav, Bohemia Central. El crimen fue perpetrado el 28 de septiembre del año 935.

Boleslao I, acosado de remordimientos, hizo trasladar posteriormente los restos mortales del príncipe Venceslao de Stará Boleslav al Castillo de Praga, donde fueron sepultados en el ábside sur de la rotonda de San Vito, tumba sobre la cual fue construido un altar.

En el siglo XI, cuando la rotonda de San Vito fue reconstruida en basílica románica de tres naves, la tumba del príncipe San Venceslao se convirtió en el principal elemento de la nueva capilla consagrada precisamente a ese personaje histórico.

En el siglo XIV, el rey checo y emperador romano-germánico, Carlos IV convirtió la Capilla de San Venceslao en el centro ideológico de la Catedral de San Vito y del Reino Checo, al colocar la corona real sobre el cráneo del santo. El acto de la dedicatoria de la corona a San Venceslao se menciona en la Bula del Papa Clemente VI, del 6 de mayo de 1346.

Desde el punto de vista arquitectónico y artístico, la Capilla de San Venceslao es el recinto más importante de la catedral de San Vito, en el Castillo de Praga. En ella son custodiadas la tumba del patrono de la nación checa San Venceslao y las joyas de coronación de Reino de Bohemia. Entremos, amigos, al lugar.

Todavía antes de entrar en la capilla llama la atención del visitante el portal de su entrada principal, cuya puerta gótica luce la aldaba de la que supuestamente se sujetó San Venceslao al ser traspasado por la espada que le diera muerte.

Las franjas inferiores de las paredes están adornadas con incrustaciones de piedras semipreciosas y con estuco enchapado en oro, que en la Edad Media simbolizaba al Jerusalén celestial, explicó Marcela Vondrácková, de la Galería Nacional de Artes de Praga.

"En las paredes lucen los frescos del ciclo de la Pasión de Cristo, de alrededor de 1372, que se atribuyen al pintor de la corte del rey Carlos IV, Osvaldo. La tumba, que representa un altar, es una reconstrucción de Kamil Hilbert de principios del siglo XX, partiendo de lo que se había conservado del sarcófago original que hizo construir en el siglo XIV el emperador Carlos IV. Detrás de ella podemos ver un magnífico fresco de la crucifixión con las imágenes de los donadores de la capilla: Carlos IV y su esposa Elisa de Pomerania".

El sepulcro de San Venceslao fue saqueado por el hijo de Carlos IV, el emperador Segismundo de Luxemburgo, y sólo se ha conservado su descripción en el archivo del tesoro de la Catedral de San Vito. El sepulcro actual es el resultado del purismo artístico del siglo XIX.

Muy valiosa es la escultura del patrono checo hecha en 1373 por Enrique Parlér, sobrino del famoso constructor de la catedral de San Vito en Praga, Petr Parlér, que se halla ubicada sobre la cornisa de la pared este, dijo Marcela Vondrácková.

"En las franjas superiores de las paredes domina la pintura mural con un ciclo de imágenes de la vida de San Venceslao, de las postrimerías del siglo XV, atribuido al Maestro del altar de Litomerice y las figuras del posteriormente rey de Bohemia, Ladislao de Jagellón y de su esposa Ana".

Dignos de atención son también el candelabro de bronce con la escultura de San Venceslao, y una pintura en tabla del año 1543 que refleja el asesinato del patrono checo.

Joyas de coronación checas  (Foto: CTK)
En la parte suroccidental de la capilla se encuentra una puerta con siete cerrojos que conduce al lugar donde se guardan las joyas de coronación del Reino de Bohemia, el patrimonio más valioso de la nación checa.

Para abrir la puerta con siete cerrojos, detrás de la cual se guardan las joyas de coronación checas, deben reunirse siete altos representantes del Estado checo, puesto que cada uno de ellos posee sólo una de las siete llaves. Entre los que guardan una llave del tesoro figuran, por ejemplo, el presidente de la República, el primer ministro, el arzobispo de Praga, y los presidentes de las dos cámaras del Parlamento checo.

Las joyas de coronación comprenden la corona de San Venceslao, un cetro y una esfera, destacó Marcela Vondrácková, de la Galería Nacional de Artes de Praga.

Corona de San Venceslao  (Foto: CTK)
"Están confeccionadas en oro y ricamente decoradas con perlas y piedras preciosas. La pieza más antigua es la corona que fue confeccionada en el siglo XIV por orden del rey de Bohemia, Carlos IV. Con ella fue coronado el 2 de septiembre de 1347. Según historiadores, el cetro y la esfera son más recientes y datan del siglo XVI".

La corona de San Venceslao pesa 2 kilos y 36 gramos. Está adornada con 20 perlas y casi un centenar de piedras preciosas, entre las que figuran hermosos rubíes, zafiros, esmeraldas, aguamarinas y espinelas. La piedra más grande, colocada en el centro de la corona, es una turmalina.

En la cúspide de la corona se halla una cruz, en cuyo centro está colocado un zafiro con Jesucristo grabado. Anteriormente, la cruz guardaba una valiosa reliquia - una espina de la corona de Jesucristo crucificado - regalada a Carlos IV por el rey de Francia, Carlos V.

Cráneo de San Venceslao  (Foto: CTK)
El tesoro guarda también el cráneo de San Venceslao, sobre el que se encuentra colocada una diadema de oro, adornada con perlas y brillantes. Fue elaborada en 1929 con motivo de la celebración del milenio de la muerte de San Venceslao, debido a que el año 929 era considerado erróneamente por las antiguas fuentes históricas como el año de la muerte del patrono checo.

Otro importante monumento consagrado a San Venceslao es la estatua ecuestre del príncipe checo, que desde comienzos del siglo XX se yergue en la céntrica Plaza de Venceslao, de Praga. Se trata de un lugar realmente simbólico en el cual suele materializarse la historia moderna checa, señaló Marcela Vondrácková, de la Galería Nacional de Artes de Praga.

"La estatua de San Venceslao es la obra más conocida y admirada de Josef Václav Myslbek, fundador de la escultura moderna checa. El artista estuvo trabajando en ella desde 1887 prácticamente hasta su muerte, acaecida en 1922. Al patrono checo lo rodean cuatro esculturas majestuosas de los santos checos Ludmila, Inés, Procopio y Adalberto".

Estatua de San Venceslao
La estatua de San Venceslao con una lanza en ristre, manifiesta el aspecto espiritual, cristiano y pacífico que caracterizara al príncipe Premislita checo.

Sin embargo, otra estatua del patrono de la nación checa había dominado ya antes la hoy Plaza de Venceslao, anteriormente Mercado de Caballos.

"Se trata de la primera estatua ecuestre que tuvo Praga, elaborada en 1680 por Jan Jirí Bendl, escultor de la generación de los fundadores del arte barroco checo. En 1879 dicha estatua fue trasladada al castillo de Vysehrad, y el alcalde de Praga convocó un concurso para una nueva obra plástica monumental dedicada a San Venceslao. En el concurso pudieron participar en aquel entonces sólo artistas nacidos o residentes en Bohemia".

Estatua de San Venceslao y los santos checos Ludmila,  Inés,  Procopio y Adalberto
De los concursantes salió victorioso precisamente Josef Václav Myslbek que trabajó en la estatua durante muchos años, consultando constantemente a historiadores, arqueólogos, y especialistas en la materia. Estudió detalladamente la vestimenta de la época de San Venceslao, así como el aspecto del propio rostro del príncipe. Los esfuerzos de Myslbek por hacer una escultura a la altura que se esperaba de él dieron sus frutos y la obra resultó realmente extraordinaria.

Bajo la influencia de una comisión presidida por el destacado arquitecto checo Josef Hlávka, fue rechazada la idea de colocar la estatua de San Venceslao en la rampa del Museo Nacional de Praga. Se decidió situarla delante del mismo. La monumental escultura ecuestre del patrono checo San Venceslao, fue develada en un acto solemne en 1913.

"Príncipe nuestro, duque del país checo, no permitas que nosotros y nuestros sucesores desaparezcamos de este mundo..." dice el antiguo coral nacional religioso de San Venceslao. El príncipe es denominado heredero de Bohemia y eterno dueño espiritual de este país.

Ya en las postrimerías del siglo diez existía el culto de este patrono del Estado Checo que simbolizaba la paz, la cristianización de los primeros checos bárbaros, la misericordia y la colaboración pacífica con el imperio romano-germánico.

Al legado de San Venceslao se sumaron tanto el reformador religioso checo, Juan Hus, como los intelectuales de la Compañía de Jesús, que en los siglos XVII y XVIII trataron de reanimar el espíritu del cristianismo en el país. A San Venceslao se adhirieron también muchos promotores del movimiento de renacimiento nacional checo del siglo XIX.

También el primer presidente de la República Checoslovaca, Tomás Garrigue Masaryk, quien era más bien de orientación protestante, reconoció en los festejos del milenio de la muerte de San Venceslao que su culto siempre había sido y seguiría siendo una de las tradiciones fundamentales del Estado checo.

"La vida y el trágico fin de San Venceslao nos enseñan que la sana existencia de la nación hay que buscarla en la educación y la ética, santificada por la bondad y la devoción", dijo en aquel entonces Masaryk.

A lo largo de los diez siglos de su existencia la nación checa ha sabido consagrar todo lo más venerado y apreciado precisamente a San Venceslao.

En la época medieval los territorios de Bohemia, Moravia y Silesia solían ser denominados "Tierras de San Venceslao". El rostro del patrono checo figuraba en el medioevo en todas las monedas nacionales, y también en los sellos reales y estatales. Con su espada fueron entronizados en el pasado todos los monarcas checos. San Venceslao figura hasta hoy en el sello de la Universidad Carolina de Praga.

Por miles de años, la tradición de este príncipe Premislita ha marcado la historia checa. San Venceslao seguirá siendo también en el futuro el símbolo de la soberanía del Estado checo. Un símbolo sagrado y digno de ser admirado por las generaciones venideras.