“En Venezuela hay previstos 13.500 km de vías férreas, y los checos tienen qué ofrecer en ferrocarriles”
El embajador de Venezuela en la República Checa ha asumido el decanato del grupo diplomático de los países latinoamericanos y del Caribe en la República Checa. Con él hemos hablado de las posibilidades comerciales de Chequia en América Latina en general y en Venezuela en particular.
De hecho Hernández León es uno de los dos embajadores en Chequia que hablan fluidamente checo, y su conocimiento de las repúblicas checa y eslovaca, y de Europa Central en general, le valieron más tarde, en 2009, su nombramiento como representante de Venezuela en Praga.
En su opinión, uno de los grandes retos en las relaciones checo-venezolanas, y en un sentido más amplio, checo-latinoamericanas, es la recuperación de las relaciones económicas existentes antes de la caída del comunismo.
“La industria metalmecánica, agrícola, automotriz, tenía un nombre interesante y un valor específico, de reputación, en toda Latinoamérica. Desafortunadamente luego, en 1989, no sé si el interés bajó. La República Checa se dedicó primariamente después del 89 al mercado europeo, que estaba bien establecido, mucho antes de la crisis, no había habido ninguna crisis en los últimos 30 años”.De esta forma, la industria checa encontró nuevos mercados, más fáciles, en la recién abierta y pujante Europa Occidental y se descuidó el mercado mundial, incluyendo el latinoamericano. Así pues, la presencia de grandes compañías checas en el Nuevo Continente es más bien testimonial, prosigue Hernández.
“Una empresa checa, siderúrgica, tiene una fábrica en Argentina y actividades en Brasil. Hay relaciones a nivel de universidades entre la República Checa y México o Venezuela, pero son cosas puntuales que no connotan ni el uno por ciento de las posibilidades de intercambio que hay entre nuestra región latinoamericana y caribeña y la República Checa, con el potencial tecnológico que tiene”.
Y es que precisamente la República Checa sigue teniendo mucho que ofrecer en toda una serie de sectores, y la prueba está, afirma Hernández, en la llegada de productos checos a Latinoamérica a través de exportadores de terceros países.
“A pesar de ser parte del Imperio Austro-Húngaro era una de las áreas más desarrolladas tecnológicamente. Y sigue siéndolo. A pesar de que la relación de propiedad haya cambiado, de que no sean las empresas ya propiedad de los checos, las que siguen existiendo. Un ejemplo muy claro es el metro de la ciudad de Maracaibo en Venezuela. Para los venezolanos se lo compramos y los construyó, e hizo la realización de la obra, la empresa Siemens. Pero no es verdad, son hechos aquí, en las afueras de Praga. Las locomotoras y toda esa tecnología es checa en realidad. Por supuesto no aparece en nuestra balanza comercial, porque tiene marca Siemens”.
El cambio de orientación comercial sucedido en los años 90 deviene así, según Hernández, en un grave desliz que dejó los mercados latinoamericanos en manos de la competencia y que ahora se ven difíciles de reconquistar. Los proveedores checos simplemente han dejado de ser, en muchos casos, una opción a tomar en cuenta.“Reabrir un mercado, el cual has olvidado durante los últimos 20 años, no es fácil. Ya todo el mundo se olvidó de que la Škoda es un buen vehículo, muy barato en comparación con los otros vehículos de otras marcas occidentales, y todo el mundo se olvidó de que las máquinas textiles de aire comprimido de fabricación en la ciudad de Zlín, eran lo máximo para los telares en Latinoamérica, y baratísimas en comparación con otros telares. Y ya todo el mundo se ha olvidado de eso, ya nadie se acuerda, las máquinas están en la chatarra”.
No obstante desde el estallido de la crisis financiera internacional de 2008 se dan las circunstancias necesarias para que los productos checos vuelvan a cruzar el charco. Por un lado la grave situación económica de los últimos años ha hecho menos atractivo el mercado europeo. Por otra parte, la crisis apenas ha afectado a Sudamérica, cuyas economías siguen creciendo en cifras que hace tiempo no se ven en el Viejo Continente.
Hernández pone de ejemplo a Venezuela, que ha cuadruplicado su Producto Interior Bruto en los últimos años, pasando de 83 miles de millones de dólares en 2003 a 382 en 2012. Crecimientos parecidos han experimentado otros países de la región como Chile, Colombia, Perú o Argentina.
Víctor Hernández lo compara con la Norteamérica del siglo XIX, por sus posibilidades de inversión. Solo los países del Mercosur forman juntos la quinta economía mundial, y la región en conjunto puede bien ser la cuarta. No es de extrañar que la Unión Europea esté buscando nuevas posibilidades comerciales, como comenta.
“La comunidad europea como tal se acaba de reunir este año con la CELAC, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, y de ahí se desprenderán las posibilidades individuales de cada estado comunitario en la relación si bien bilateral o birregional con Latinoamérica. Posibilidades hay millones”.
Hablando en concreto de Venezuela, Hernández afirma que la sensibilidad social de los gobiernos de Hugo Chávez y ahora de Nicolás Maduro, junto con su visión del Estado como motor económico, ha llevado a grandes inversiones en infraestructuras. Y allí están las puertas por las que los checos pueden pasar.“Cuando hablamos de infraestructuras es donde existe precisamente la posibilidad de reactivar la relación económica con toda la región latinoamericana, incluyendo Venezuela, por supuesto. En el caso nuestro tenemos previstos 13.500 kilómetros de vías férreas, y mire usted que los checos saben algo de vías férreas. Es un punto óptimo para que pueda ingresar una empresa como OHL, que es española, a través de su filial en la República Checa, Construcciones Ferroviarias de Brno”.
La embajada venezolana está de hecho mediando para que haya rieles y trenes checos atravesando Venezuela. De trenes entiende bastante: el ahora embajador fue entre 1992 y 2002 empleado de Ferrocarriles Eslovacos, donde llegó a ocupar el cargo de jefe de estación.