La arquitectura popular resurge en Chequia
Dos profesionales consagrados a las singulares labores de crear construcciones de madera y la elaboración manual de tejuelas típicas de la Edad Media, nos acercarán sus trabajos.
La cuarentena ocasionó que las casas de campo y las cabañas se volvieran artículos escasos en el mercado inmobiliario checo. Por este motivo, hay quienes optan por construirse su propia casa rural en estilo tradicional, lo que se conoce en checo como roubenka, para lo que se emplea una de las tecnologías más antiguas. Su popularidad centenaria se debe especialmente a la eficiencia energética de la madera, además de que su construcción resulta relativamente rápida. Vojtěch Reckziegel y Lukáš Podzimek, de la localidad de Pěnčín, en el norte de Bohemia, han construido más de cincuenta cabañas de estilo popular. Podzimek nos acerca el proceso de edificación.
“Primero se colocan las vigas de madera una tras otra hasta que lleguen a dos metros y medio de altura. Las vigas se ensamblan con placas y clavijas con tornillos y clavos. Después instalamos las vigas del techo, construimos la armadura, la cubrimos con material aislante y forramos los frontones con tablas con listones”.
Otro paso consiste en perforar ranuras para instalar la electricidad, explica Vojtěch Reckziegel, que aprendió este procedimiento en su propia casa, una de las primeras que construyó con su equipo.
“No queríamos aprenderlo con casas ajenas. No hace mucho tiempo, menos de veinte años, aparecieron los cables de electricidad que se pueden colocar dentro de la madera. Antes no era posible”.
La madera más utilizada para la construcción procede de coníferas, debido a su crecimiento más rápido en comparación con los árboles de hoja. En el pasado, las grietas entre las vigas de madera se rellenaban con paja, musgo y barro mezclado con pelos de animales. Este revestimiento se cubría con lechada. Ambos artesanos se dedican asimismo a la remodelación de casas de madera antiguas, pero no siempre logran salvarlas, explica Vojtěch Reckziegl.
“Las casas habitadas donde se caldea regularmente no requieren muchas intervenciones y se pueden remodelar. No obstante, las que están abandonadas o llevaban mucho tiempo sin propietario, como diez o quince años, resultan difíciles de salvar. En muchas ocasiones no queda otra que derrumbarla y volver a construir una nueva”.
La casa de madera de estilo popular más antigua de la República Checa fue construida alrededor del año 1548 y se encuentra en la localidad de Rtyně v Podkrkonoší. La arquitectura popular aparece abundantemente en las zonas fronterizas de la República Checa.
Las tejuelas vuelven a estar de moda
Las tejuelas de madera, conocidas en checo como šindel, se colocaban en los techos de viviendas e iglesias desde la Edad Media. Al principio aparecían en las localidades montañosas, donde se encuentran abundantes reservas de madera. Por sus propiedades aislantes, empezaron poco a poco a reemplazar las cubiertas de paja en los edificios de todo el país. Por la normativa contra incendios, establecida en el siglo XVIII durante el gobierno de la emperatriz María Teresa de Habsburgo, su uso fue reemplazado por tejas de cerámica. Las tejuelas originales han permanecido en varios edificios, pero están cubiertos con pizarra o uralita.
En la actualidad, esta cubierta ecológica ha vuelto a ser una tendencia. Aleš Balák, del municipio de Svijanský újezd en el norte de Bohemia, usa para su fabricación madera de píceo y, ocasionalmente, de pino. El artesano nos describe el procedimiento tradicional que siempre inicia con una cuchilla de desbastar, según nos explica.
“Es un hacha con dos manijas, pero es más estrecha, y sirve para recortar lo que será la tejuela. No lo hacemos con cepilladora, sino con la cuchilla para no dañar las fibras y garantizar así la calidad y la durabilidad del material”.
Los troncos se cortan en tablas de aproximadamente dos centímetros de espesor que se colocan en un caballo donde se labran hasta obtener una punta, prosigue Aleš Balák.
“Después se colocan en una fresa para crear ranuras por donde se va el agua. Nuestros antepasados lo hacían de forma manual, pero nosotros no, así no lograríamos fabricar muchas piezas”.
Las tejuelas labradas se dejan secar naturalmente y prosigue la impregnación contra los hongos y carcomas. El barniz se pone hasta que las tejuelas se encuentren colocadas en el techo. Las tejuelas requieren un cuidado regular con revisiones frecuentes, especialmente después de tormentas fuertes. La limpieza y una nueva pintura son necesarias aproximadamente cada cinco años, explica Balák.
“Siempre y cuando el techo se pinte regularmente, las tejuelas deberían durar entre 60 y 80 años. Obviamente, depende del entorno en el que se encuentra y del cuidado general”.
Muchas personas relacionan las tejuelas con las casas de madera antiguas, las iglesias y otros edificios históricos. No obstante, esta cubierta se vuelve popular también en la arquitectura moderna y no cubre solamente los techos, sino también las fachadas de los edificios. Entre sus mayores ventajas se encuentra su fabricación ecológica, el aspecto estético, la resistencia a las heladas y granizos y su reemplazo sencillo.