Galletas saladas de masa de mil hojas
En la República Checa y especialmente en su parte oriental, Moravia, culmina actualmente la vendimia. Y todas las casas vinícolas vacían sus bodegas, haciendo lugar a la nueva cosecha. O sea, el mejor tiempo para adquirir unas botellas y compartirlas con amigos.
En la mesa, claro está, no deberían faltar unas tapitas para subrayar el sabor del vino. Para variar, proponemos una receta muy simple que no les llevará más de media hora de preparación, pero cuyo resultado es sabrosísimo.
Se trata de unas galletas saladas, para las cuales vamos a necesitar un paquete de masa de mil hojas, de la que se vende en el mercado fresca o congelada unos 200 gramos o media libra de queso tipo roquefort, y un huevo batido con un tenedor.
La preparación es de lo más simple. Estiramos la masa con un rodillo hasta que quede bien fina. Se supone que la masa congelada la dejamos descongelar previamente.
Rallamos el queso dejándolo caer directamente sobre la masa, a lo largo y ancho de ella.
Pero cuidado, pues una tercera parte a lo largo de la hoja de masa debe quedar libre de queso, porque cuando tengamos el queso rallado sobre el resto, vamos a enrollar la masa.
La parte libre de queso es bueno humedecerla un poco con agua para que luego el rollo no se nos abra.
Al enrollar la masa, lo dejamos todo descansar al menos media hora en el refrigerador. Mientras tanto preparamos dos planchas para asar que podemos cubrir con papel para asar, pero esto no es indispensable.
El horno lo calentamos a unos 180 °C, es decir una temperatura mediana.
Sacamos nuestro rollo de masa de mil hojas del frío y vamos cortando unas rodajas de aproximadamente un centímetro o uno y medio de ancho y cada una de las rodajas la estiramos nuevamente con el rodillo, formando una galleta ovalada que ponemos en la plancha de asar.
Antes de poner las galletas en la plancha en el horno, las untamos con el huevo batido.
Si queremos evitar que el queso se nos pegue a la tabla y al rodillo, ponemos las rodajas entre dos hojas de plástico y las estiramos con el rodillo entre éstas, con lo cual el trabajo se nos hará mucho más fácil.
Y ahora ya a asar las galletas hasta que queden bien doradas, lo que llevará unos 15 minutos. Lo mejor es comerlas enseguida, antes de que se enfríen.
Pero también pueden guardarse varios días en una lata, al igual que cualquier otro tipo de galletas.
Así que buen provecho y no olviden acompañar las galletas con una copa de buen vino. A su salud.